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Granate de primera Opinión

Granate de primera

Pablo Flamm
Por : Pablo Flamm Periodista deportivo
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La apuesta era vida o muerte. No tenía otro sentido. En el Torneo Nacional, Deportes La Serena fue segundo a tan sólo tres puntos de Santiago Wanderers, quedando por jugarse tres jornadas y de las cuales tenían dos partidos de local. En el papel y especulación podrían haber conseguido el ansiado retorno en ese ámbito, pero todos sabemos de sobra lo que pasó con el fútbol. Soy un convencido que lo que se juega en cancha, se define en la cancha y no por secretaría o artículos interpretables producto de los vacíos constantes en los reglamentos y estatutos de nuestra actividad futbolera.


¿Puede haber una sensación más alucinante y emocionante, para un verdadero hincha del fútbol, que ver al equipo de su vida obtener un logro o un objetivo?. Los títulos siempre atraen y generan sensaciones, pero muchas veces en el argot del fútbol, obtener un ascenso o salvarse de un descenso es lo más conmovedor.

El ascenso de Club Deportes La Serena tuvo mucho de eso y tal vez más. Por que es una ciudad casi completa que se vuelca en una ilusión, en un anhelo, un sueño que atrapa a todos, el de volver a sentirse de primera, codearse con los grandes del país futbolero y conseguir ese estatus de privilegio.

La apuesta para los granates era vida o muerte. No tenía otro sentido y si bien como dice siempre, Claudio Borghi, que el fútbol «no es vida o muerte”, esta sentencia tenía un matiz diferente en la definición que protagonizaron esta esta semana los papayeros y temuquenses. En el Torneo Nacional, Deportes La Serena fue segundo a tan sólo tres puntos de Santiago Wanderers, quedando por jugarse tres jornadas y de las cuales tenían dos partidos de local. En el papel y especulación podrían haber conseguido el ansiado retorno en ese ámbito, pero todos sabemos de sobra lo que pasó con el fútbol. Soy un convencido que lo que se juega en cancha, se define en la cancha y no por secretaría o artículos interpretables producto de los vacíos constantes en los reglamentos y estatutos de nuestra actividad futbolera.

[cita tipo=»destaque»]Volvamos a la definición, al partido mismo, que aunque no tuvo el brillo esperado, si contó con la emoción necesaria al definirse por penales. Los granates los prepararon y sin bien, emular las mismas condiciones que se dan en un estadio, es imposible ante una mirada en los entrenamientos, tuvieron más sangre fría y capacidad de sobreponerse a esa instancia dura e implacable de la ceremonia de los penales. El arquero, Zacarías López, fue protagonista trascendental, hay mérito en Bozán al preparar la final y nadie puede olvidarse del trabajo de Luis Marcoleta y su cuerpo técnico, quienes colocaron los cimientos de una campaña que les permitió tener esta chance de ascender.[/cita]

Los papayeros debían trabajar pensando en una final, en una definición donde se jugaba todo. Si no se ganaba, iba a ser un mazazo de aquellos. Si se conseguía, la inmediata reacción para asumir y afrontar la lucha en Primera.

Deportes Temuco llegaba con ritmo de competencia -había ganado sus tres partidos de Liguilla- y con una idea de juego bien afiatada. Además, el momento de los principales jugadores como Gamonal, Casanova, Domínguez, Droguett y Donoso, auguraba y le entregaba el favoritismo a los del equipo de Marcelo Salas.

Pero las finales se ganan. Y eso lo tenía clarísimo Franciaco Bozán y sus jugadores. Perder esta opción, derrumbaría el inicio de un nuevo proyecto, donde -además- se hizo bastante ruido mediático al contratar a Jaime Valdés, que aún afectado por su salida de Colo Colo, optó por curar esa herida buscando una alternativa rápida y sólida para reencantarse con la actividad. De hecho y una vez concluido el partido en el Estadio Nacional, el volante sostuvo un diálogo relajado e íntimo con Directv donde habló de su dolor por la salida de los albos y que incluso pensó en dejar la actividad. Su familia y círculo más cercano lo convencieron de lo contrario. Así Valdés refrendó ese viejo axioma del fútbol que dice que “las penas del fútbol, se pasan con fútbol”. Y el fútbol le entregó esa oportunidad.

Y de seguro será Valdés el líder de esta nueva aventura de Deportes La Serena. Deberá asumir la conducción no solo del equipo en cancha, sino que también en el interior de un camarín, que tiene jugadores con ilusión y ganas de hacer algo importante, tras siete años en la B.

Volvamos a la definición, al partido mismo, que aunque no tuvo el brillo esperado, si contó con la emoción necesaria al definirse por penales. Los granates los prepararon y sin bien, emular las mismas condiciones que se dan en un estadio, es imposible ante una mirada en los entrenamientos, tuvieron más sangre fría y capacidad de sobreponerse a esa instancia dura e implacable de la ceremonia de los penales. El arquero, Zacarías López, fue protagonista trascendental, hay mérito en Bozán al preparar la final y nadie puede olvidarse del trabajo de Luis Marcoleta y su cuerpo técnico, quienes colocaron los cimientos de una campaña que les permitió tener esta chance de ascender.

La emoción de ver generaciones unidas por una camiseta es algo que, en lo personal, me sigue enamorando de este juego. Ver abuelos, padres e hijos llorando o abrazándose por el logro conseguido es un momento inigualable. Las calles de La Serena se fundieron en la alegría y efusividad de retornar a las grandes ligas.

Desde ya, en el calendario hay que anotar el 1 de Marzo, cuando en el Sánchez Rumoroso de Coquimbo se de vida a una versión del clásico, uno de los partidos más atractivos y cautivadores que se dan en nuestra geografía futbolística.

Un abrazo a los hinchas papayeros y de inmediato a pensar en los que se viene. Tras siete años en la segunda categoría, hoy ya pueden volver a sonreír y disfrutar de tener que medir fuerzas con los grandes. Los granates tienen todo el derecho a celebrar, ya sufrieron, se comieron las uñas, patearon en el suelo, sudaron como nunca y hoy, ya están donde querían. En hora buena, ya son de Primera.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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