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La sangre llegó al río Opinión

La sangre llegó al río

Pablo Flamm
Por : Pablo Flamm Periodista deportivo
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Hace unos días fue el aniversario de Colo Colo, fue uno triste, el más duro de su historia o uno de los más conflictivos, seguramente a la par con la quiebra del club. La crisis de hoy en los albos es un reflejo claro de lo que venía pasando en su interior, algo que se había desviado o tapado con algunas victorias o chivos expiatorios. Está claro que se venía gestando hace rato un round demasiado fuerte entre los dirigentes y plantel, uno que pesa y toma decisiones, que hoy está parapetado y dispuesto a dar una lucha fratricida hasta el final.


Lo que pasó este miércoles 22 será una fecha -literalmente-  marcada con rojo en los 95 años de historia de Colo Colo. En la testera de la sala de prensa del Monumental, el presidente de la concesionaria, Aníbal Mosa, dio a conocer el quiebre entre la regencia alba y el plantel de jugadores, producto del plan de rebaja salarial que se pretendía aplicar a partir de abril y considerando propuestas de ambas partes.

Un Mosa afectado en lo anímico -siempre tan cercano a los principales referentes del equipo- acuño frases en esa conferencia como que “la sangre llegó al río” y que “los jugadores le dieron la espalda al club”, las que los propios integrantes de la plantilla alba escuchaban por streaming. En pocas líneas, un quiebre total que desató una guerra estratégica de saber cómo exponer a un bando y otro.

Por la noche y en Canal 13, el líder y capitán del equipo, Esteban Paredes, leyó un comunicado en representación de los 25 integrantes del cuerpo de jugadores albos, entregando otros detalles de la negociación y fustigando a los principales directores de Blanco y Negro por no actuar con la verdad y “exponer” a los ídolos blancos.

[cita tipo=»destaque»]Colo Colo necesita urgente una cirugía mayor. Eso es evidente, concreto, pero algo sucede en el Monumental que los últimos conflictos han sido duros y con muchos heridos. Y esta reciente reyerta pública también los dejará y de seguro a raudales. Esta semana que viene hay renovación en el directorio de Blanco y Negro ¿Tendrá fuerzas y ganas Mosa de seguir la mando después de este revés histórico ? ¿Cómo afectará esta distancia y lucha en el mediano plazo cuando retome la actividad? Son todas dudas que habrá que ir viendo y verificando día a día.[/cita]

Pero este quiebre en «El Cacique» viene hace rato. Era -como escribió el maestro Gabriel García Márquez- la crónica de una muerte anunciada y si hay que retroceder en el tiempo, vamos a comenzar con un incidente clave: la salida de Agustín Orión, que provocó una herida que parece nunca se cerró, dada la presencia de los más importantes caudillos del equipo en la despedida del arquero argentino. Eso fue una señal de enfrentamiento con el técnico de turno, Mario Salas, y con la famosa frase de Paredes “después se van a enterar de muchas cosas”.

Primera gran grieta. La segunda, se relaciona con el rol del plantel y sus referentes ante el estallido social. El fútbol fue una de las actividades afectadas, a tal punto que después del 18 de octubre el torneo nacional se dio por terminado, más allá de alguna escaramuza por querer dar señales de retomar el certamen y el plantel albo fue uno de los más fuertes en señalar que no había condiciones. En ese momento, ya quedaba en claro la distancia que se estaba generando entre una parte de la dirigencia blanca y los capos del equipo.

El tercer incidente ya dejaba ver que se iba a romper el dique. La salida de Jaime Valdés y Jorge Valdivia, dos referentes en el camarín y la cancha, dos de los jugadores que -se comentaba hace rato en los pasillos del Monumental- no estaban en los planes de la gerencia deportiva, que habían tenido diferencias con el técnico. Valdés se fue disparando con todo y hace poco hizo lo mismo Valdivia, especialmente contra la cúpula fuerte de los albos: Mosa, Mayne-Nicholls y Espina. Quienes habitualmente asisten a Macul, sabían y se comentaba que en los planes estratégicos de Blanco y Negro estaba la idea de “limpiar” el camarín, para bajar el presupuesto anual del plantel y así, dar mayor solidez al proyecto “60-40” (darle tiraje a la cantera).

Hay otro punto a tomar en cuenta y es la relación tan cercana que ha generado Aníbal Mosa con los principales jugadores albos. El mismo dijo el miércoles 22: “yo firmé muchos contratos para que llegaran al club o mejorarán sus condiciones”. Se le veía afectado, golpeado y tocado. Se sintió traicionado por lo que consideraba sus amigos, pero aunque suene frío y duro, no lo son, son empleados del club y muchos de ellos, terminan contrato o sus carreras ya están en la etapa final. Esa cercanía, aunque lo quiera negar, le pasó también la cuenta a Mosa.

Colo Colo necesita urgente una cirugía mayor. Eso es evidente, concreto, pero algo sucede en el Monumental que los últimos conflictos han sido duros y con muchos heridos. Y esta reciente reyerta pública también los dejará y de seguro a raudales. Esta semana que viene hay renovación en el directorio de Blanco y Negro ¿Tendrá fuerzas y ganas Mosa de seguir la mando después de este revés histórico ? ¿Cómo afectará esta distancia y lucha en el mediano plazo cuando retome la actividad? Son todas dudas que habrá que ir viendo y verificando día a día.

Hace unos días fue el aniversario de Colo Colo, fue uno triste, el más duro de su historia o uno de los más conflictivos, seguramente a la par con la quiebra del club. La crisis de hoy en los albos es un reflejo claro de lo que venía pasando en su interior, algo que se había desviado o tapado con algunas victorias o chivos expiatorios. Está claro que se venía gestando hace rato un round demasiado fuerte entre los dirigentes y plantel, uno que pesa y toma decisiones, que hoy está parapetado y dispuesto a dar una lucha fratricida hasta el final. Por eso. llegó la sangre al río y no se ve quien pueda, por ahora, ayudar a cicatrizar la sangrante herida blanca

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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