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Saliendo del peak: del nuevo ministro a la nueva estrategia Opinión

Saliendo del peak: del nuevo ministro a la nueva estrategia

Karen Palma y Diego Ibáñez
Por : Karen Palma y Diego Ibáñez Secretaría de Salud de la CUT/Diputado Convergencia Social
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Pocas veces el gatopardismo –cambiar algo para que todo siga igual– es un arte asociado a tantos riesgos para el porvenir de la población como en medio de esta crisis sanitaria, social y político-económica de inéditas proporciones. Probablemente nos encontramos atravesando el peak de la pandemia, y experimentaremos un lento descenso de los números de contagios y otros indicadores publicados por el Gobierno –los cuales, sin embargo, perdieron cada vez más su legitimidad ante la falta de transparencia y consistencia metodológica a través del tiempo–, pero con ello solo habremos superado la primera parte de una historia con varios capítulos, en la que, si no se actúa en forma adecuada, pueden existir importantes traspiés e incluso retrocesos significativos que obliguen a reinstaurar medidas.


La única manera de saber que se estuvo en el peak es cuando comienzan a descender los números de contagios, que en lugar de un llamado a cuentas alegres deberían motivar la reflexión acerca del paso a una nueva etapa en la pandemia. Escribimos esta columna como una reflexión a la opinión pública, considerando –en el caso de que se estabilice la actual tendencia a la baja de los indicadores– poner a raya cualquier tentación de triunfalismo, al que el otrora mesurado ministro Paris parece deslizarse, como para relevar el impacto que puede tener para el futuro de nuestra población el tomar medidas con sentido de urgencia.

Tenemos frente a nosotros el desafío de pasar de un nuevo ministro, con una actitud más dialogante con diversos sectores y más condescendiente con la prensa, a una Nueva Estrategia Sanitaria, caracterizada por un giro significativo con el enfoque que ha orientado la estrategia fracasada que liderara el ministro anterior.

La suficiencia de las medidas tomadas por una autoridad no se evalúan exclusivamente en función de si son correctas, sino del contexto en que se insertan y en tanto respondan a él en forma satisfactoria. El ministro Paris, tras asumir un ministerio en desarraigo luego de forzar la implementación de una estrategia sanitaria que se derrumbaba como castillo de naipes, tuvo la oportunidad de dar un vuelco en el enfrentamiento de la pandemia al recibir una invitación a dialogar con el conjunto de los partidos de oposición y la amplia mayoría de los gremios de la salud, acompañada de una propuesta de una Nueva Estrategia Sanitaria. Pese a que algunos de nosotros le solicitamos desde la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados reunirse con ese conjunto de actores, eso no fue escuchado.

Sin duda que algunas cuestiones van en la dirección correcta, como un mayor énfasis en la trazabilidad, ciertas mejoras en materia de comunicación de riesgo o evitar perjuicios a las remuneraciones de trabajadores(as) de la salud –todas cuestiones que diversos sectores políticos y académicos llevábamos meses proponiendo–, no obstante la poca voluntad a la incorporación efectiva de actores relevantes a la toma de decisiones, que permita un cambio de enfoque en un sentido integral, resulta absolutamente insatisfactorio tras meses de muertes evitables, sufrimiento de nuestra población y miseria ante políticas públicas insuficientes.

Pocas veces el gatopardismo –cambiar algo para que todo siga igual– es un arte asociado a tantos riesgos para el porvenir de la población como en medio de esta crisis sanitaria, social y político-económica de inéditas proporciones. Probablemente nos encontramos atravesando el peak de la pandemia, y experimentaremos un lento descenso de los números de contagios y otros indicadores publicados por el Gobierno –los cuales, sin embargo, perdieron cada vez más su legitimidad ante la falta de transparencia y consistencia metodológica a través del tiempo–, pero con ello solo habremos superado la primera parte de una historia con varios capítulos, en la que, si no se actúa en forma adecuada, pueden existir importantes traspiés e incluso retrocesos significativos que obliguen a reinstaurar medidas.

Nunca se alcanzó la trazabilidad necesaria para desacelerar significativamente el número de nuevos contagios y cortar la cadena de transmisión a tiempo, apoyar adecuadamente a los distintos niveles de atención del sistema de salud ni hacer compatibles las condiciones materiales de vida de la población con el respeto de las medidas de distanciamiento físico.

Los mismos procesos que habrían hecho posible un peak mucho menos doloroso y que nunca se lograron con el enfoque del Gobierno –vilipendiado a nivel internacional–, son también fundamentales para una salida del peak segura y lo menos traumática posible para la salud y vida de nuestra población. De ahí que se deba actuar con sentido de urgencia para enmendar el rumbo, por lo que lejos de bajar los brazos estaremos más activos que nunca, procurando que las políticas sanitarias estén a la altura de las circunstancias.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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