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Agustín Squella
Por : Agustín Squella Filósofo, abogado y Premio Nacional de Ciencias Sociales. Miembro de la Convención Constituyente.
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Votar es un derecho, si bien en algunos países es también un deber, una obligación jurídica que los ciudadanos deben cumplir cada cierto tiempo. Chile eliminó esa obligatoriedad y optó por el voto voluntario (¿en qué estarían pensando nuestros legisladores?), pero que votar haya perdido su obligatoriedad jurídica no significa que carezca de obligatoriedad política e incluso moral.


El sufragio es un derecho, el derecho a participar en las votaciones populares, sea que se trate de plebiscitos, referendos consultas vinculantes o elecciones para cargos de representación popular a nivel comunal, regional o nacional.

Pero el de sufragio no es cualquier derecho, puesto que se trata de un derecho fundamental que adscribe sin excepción a toda la población adulta de los países democráticos y que, combinado con el de postular a cargos de representación popular, forma parte de los que se llaman “derechos políticos”.

Está claro, entonces, que votar es un derecho, si bien en algunos países es también un deber, una obligación jurídica que los ciudadanos deben cumplir cada cierto tiempo. Chile eliminó esa obligatoriedad y optó por el voto voluntario (¿en qué estarían pensando nuestros legisladores?), pero que votar haya perdido su obligatoriedad jurídica no significa que carezca de obligatoriedad política e incluso moral.

[cita tipo=»destaque»]En eso estamos: caminando, moviéndonos paso a paso en pos de un objetivo tan alto y noble como el de una nueva Constitución para la República de Chile. Sigamos entonces participando, pero no como se hace en los concursos y sorteos, para ganar algo uno mismo, sino para ir ganando para el país del cual somos parte, cuyas generaciones actuales de niños y jóvenes podrían preguntarnos mañana: “¿Qué hiciste tú el 15 y 16 de mayo de 2021?”.[/cita]

Desde un punto de vista como ese –político y moral–,¿es correcto dejar de participar en las votaciones y elecciones populares de tu país cuando se trata de aprobar o rechazar la idea de tener una nueva Constitución o de elegir a los convencionales constituyentes que tendrán a su cargo la redacción de ese texto?

Resultó estimulante y auspiciosa el alza en cuanto a participación electoral en el plebiscito que ganó el Apruebo y lo será también –supuesto que se produzca esa misma alza– en las jornadas de este 15 y 16 de mayo. Aquel plebiscito fue solo el comienzo del camino constitucional en que nos encontramos y lo que hay que hacer con los caminos importantes que se toman en la vida de las personas o de los pueblos, es recorrerlos por completo, de punta a cabo, sin descanso, con el empeño y la perseverancia que exigen las buenas causas que no se abandonan luego de ponerse en movimiento por ellas.

Pedimos más participación, y es justo que lo hagamos. Y una nueva oportunidad de participar será votar este 15 o el 16 de mayo, para continuar haciéndolo, una vez constituida la Convención Constitucional, a propósito de los temas o materias que ella irá estudiando y debatiendo, sin perjuicio del plebiscito final a que será sometido el nuevo texto constitucional una vez concluido. Votaremos en medio de un contexto epidemiológico adverso, es cierto, pero no vamos a dejar que el virus nos gane la partida constitucional en que estamos empeñados.

En eso estamos: caminando, moviéndonos paso a paso en pos de un objetivo tan alto y noble como el de una nueva Constitución para la República de Chile. Sigamos entonces participando, pero no como se hace en los concursos y sorteos, para ganar algo uno mismo, sino para ir ganando para el país del cual somos parte, cuyas generaciones actuales de niños y jóvenes podrían preguntarnos mañana: “¿Qué hiciste tú el 15 y 16 de mayo de 2021?”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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