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La excusa perfecta para las quebradas compañías de seguros de vida MERCADOS|OPINIÓN

La excusa perfecta para las quebradas compañías de seguros de vida

En esta pasada las CSV tienen razón en estar “molestas”. Y es que con el retiro del 10% se han puesto en jaque los fundamentos de esta transacción económica: en el momento de contratar una RV, el pensionado transfiere la propiedad de sus fondos a cambio de una cuenta por cobrar de por vida a una compañía de seguros; y viceversa, con la compañía de seguros, la cual “adquiere” tanto un activo (los fondos) como un pasivo (una cuenta por pagar vitalicia). Esto no tiene nada que ver con que las pensiones son bajas o con que los pensionados necesitan ayuda en estos momentos difíciles. El punto es que a tontas y a locas se desvistió un santo para vestir a otro, sin medir consecuencias.


Hasta hace poco tiempo era impensado realizar retiros de la cuenta de capitalización individual de los fondos de pensiones antes de la edad de jubilación. Y, mire usted, en un año ya llevamos tres. Y es que las cosas menos pensadas, a veces pasan. ¿Alguien se atreve a decir que será el último y que ya no habrá más chacota? Esa cosa llamada incertidumbre –que estuvo medio dormida– existe. No es solo teoría y no es solo la varianza.

La guinda de la torta en el último 10% ha sido el alcance a las rentas vitalicias (RV). Esto es una verdadera piedra en el zapato para las compañías de seguros de vida (CSV). No estaba dentro de ningún plan tener que liquidar inversiones y salirse del calce de plazo de activos y pasivos. Hago la precisión con el calce de plazo, porque el calce real de riesgo hace rato que no lo tienen.

Pues bien, en esta pasada las CSV tienen razón en estar “molestas”. Y es que con el retiro del 10% se han puesto en jaque los fundamentos de esta transacción económica: en el momento de contratar una RV, el pensionado transfiere la propiedad de sus fondos a cambio de una cuenta por cobrar de por vida a una compañía de seguros; y viceversa, con la compañía de seguros, la cual “adquiere” tanto un activo (los fondos) como un pasivo (una cuenta por pagar vitalicia).

[cita tipo=»destaque»]De haber indemnizaciones –a pesar de que incluso podrían ser justas en el mérito judicial del caso específico– podrían ser usadas maquiavélicamente como una astuta “solución de salida” que permitiría lavarse las manos a todos los Pilatos que, a sabiendas, permitieron y siguen vendiendo rentas vitalicias que no son tales. Porque, cuando ocurra la debacle real, el chivo expiatorio será la jurisprudencia en contra del Estado de Chile. Y todos los chilenos adoptaremos el apellido Moya.[/cita]

Como señalé en una columna anterior, el anticipo del 10% correspondería a una opción que “apareció de la nada en forma gratuita” en favor del pensionado. Se trata, en definitiva, de una transferencia unilateral de riqueza –la cual, independientemente de que sea compensada con un recorte en la RV, desordenó todo el naipe de la CSV–.

Por cierto –aún siendo obvio conviene precisarlo–, esto no tiene nada que ver con que las pensiones son bajas o con que los pensionados necesitan ayuda en estos momentos difíciles. El punto es que a tontas y a locas se desvistió un santo para vestir a otro, sin medir consecuencias.

Así las cosas, algunas CSV ya lanzaron la batería judicial acusando reclamos de ilegalidad en contra del oficio de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) que autoriza el retiro del 10% de las RV. Como todo enredo que parte mal, se debe ir arreglando en el camino. En este caso, para “vestir” esta operación, el mecanismo dispuesto es que las CSV usen las reservas técnicas para darle un préstamo obligado al pensionado. En nuestra tierra abunda la “chispeza”.

Lo curioso de todo esto es que este imprevisto negativo para las CSV permite desviar el foco de su real problema: la insolvencia escondida bajo la magia de la contabilidad, al amparo de la CMF; insolvencia que desde hace tiempo tiene quebradas económicamente a las CSV.

Breve contexto

En variadas columnas anteriores publicadas casi todas en El Mostrador, he expresado el real problema de las CSV. Los pasivos registrados en sus balances, correspondientes a la deuda que tienen con los pensionados, están subvaluados, principalmente porque la tasa de descuento utilizada para valorizar las cuotas que leS deben a los pensionados es incoherente con dicho flujo que debe ser pagado a todo evento, tal como se ha prometido y publicitado.

En esencia, como las CSV (a) están altamente apalancadas, (b) los activos están valorizados a precios de mercado –es decir, ya han incorporado las caídas en las tasa de interés–, y (c) la duration de los pasivos es “larga”, entonces, basta solo incorporar una pequeña diferencia en la tasa de descuento para que los pasivos se disparen en comparación con el poco patrimonio relativo que tienen. La otrora SVS y hoy la CMF, advertidas de esta situación, siguieron permitiendo que las CSV registraran pasivos subvalorados, al otorgar incoherentes premios en la tasa de descuento, vestidos mediante oficios circulares supuestamente complejos y técnicos. Los ajustes que se han hecho han sido muy menores.

El problema no es nuevo. Las columnas “más pesadas” las escribí después de haber publicado la primera edición de mi libro La magia del sistema de pensiones y haber informado de la situación, entre otros, a los siguientes señores:

• Carlos Pavez Toloza (como superintendente de Valores y Seguros), mediante cartas enviadas el 14.09.2015, 13.11.2015, 11.12.2015, 08.01.2016, 05.12.2016, 12.01.2017, 24.02.2017 y 21.06.2017.

• Osvaldo Macías Muñoz (como intendente de seguros de la SVS, actual superintendente de Pensiones), mediante cartas enviadas el 14.09.2015, 08.01.2016, 05.12.2016 y 12.01.2017 (recibida esta última por Daniel García Schilling).

• Daniel García Schilling (como intendente de Seguros de la SVS), mediante carta de fecha 24.02.2017.

• Rodrigo Vergara Montes (como presidente del Banco Central), mediante cartas enviadas el 09.10.2015, 15.01.2016, 05.12.2016 y 12.01.2017.

• Rodrigo Valdés Pulido (como ministro de Hacienda), mediante cartas enviadas el 05.12.2016, 12.01.2017 y 21.06.2017.

• Joaquín Cortez (presidente de la CMF, junto con todos los comisionados), mediante carta enviada el 24.04.2018, en la cual se adjuntó todo el set de cartas anteriores.

Las respuestas que recibí a algunas cartas, sin excepción, fueron del tipo “agradecemos su preocupación” y me remitían a la normativa que regula a las CSV, cuando lo que planteaba era que precisamente la normativa estaba errada (y lo sigue estando). Y con eso daban por cerrado el caso. No recibí ningún argumento en contra.

La situación de las CSV se puede ejemplificar con la de un enfermo de cáncer, de apariencia saludable gracias al oxígeno que le provee la autoridad mediante una falsa contabilidad. Como se trata, entonces, de una bomba que muy probablemente no explotará en la administración de turno, el problema se patea pa’ delante.

Un problema que es también una “oportunidad de oro”

El retiro del 10% de las RV se da en el contexto señalado precedentemente. Situación que, por cierto, complica más las cosas para estos muertos caminando que son las CSV.

Lo paradójico de esta situación es que este problema podría ser, al mismo tiempo, maquiavélicamente un as bajo la manga para las CSV.

Permítanme ponerme mal pensado por un momento. A estas alturas no es un ejercicio tan surrealista. El tema de la insolvencia ha sido tratado en directorios en más de una CSV. La pauta obvia en dichas reuniones fue conocer de qué se trata el problema y qué implicaría valorizar correctamente los pasivos por RV utilizando la tasa libre de riesgo pura, sin premios.

Si hicieron el ejercicio, el director “Maquiavelo” recordó la película Margin Call, cuando el máximo jefe plantea la necesidad de salirse antes que la música termine, con el fin de sobrevivir. El director diría que, en un futuro próximo, cuando quede en evidencia la insolvencia y caiga la primera CSV, la excusa perfecta será el “daño irreparable” que el retiro del 10% tuvo en la compañía.

El director “Sun Tzu” aconsejaría aprovechar la ilegalidad del retiro del 10% y lanzar la caballería legal y demandar al Estado de Chile por daños y perjuicios. Con la indemnización, tenemos la ruta de salida de este podrido negocio, diría. En una de esas –concluiría– le vendemos el negocio al Estado de Chile. Golazo de media cancha.

El director “Gondon Gecko” diría que con la indemnización, más todos los dividendos que la vaca lechera ha dado, la CSV ha recuperado con creces el capital invertido más un jugoso retorno. El capital del balance es hoy, en definitiva, plata generada por el propio negocio. Y sin contar las asesorías y comisiones pagadas a empresas relacionadas. Más encima –diría–, si consideramos la coyuntura actual, quizás en qué va a parar la reforma al sistema de pensiones bajo la premisa de una pensión digna plasmada en la nueva Constitución. Por lo tanto, concluiría, es hora de salirse.

Dejando de ser mal pensados, y volviendo al ejemplo burdo, pero válido y explicativo, del enfermo de cáncer. Las compañías de seguros de vida son como un enfermo de cáncer de larga data y sin punto de retorno. El retiro del 10% vendría siendo como el coronavirus. ¿Cuál será la causa de muerte? ¿Qué dirá el acta de defunción? De coronavirus, dirán todos los implicados. Tanto a la CMF como a las propias CSV les sirve esta acta de defunción que esconde el real diagnóstico (CMF y CSV unidas, ¡jamás serán vencidas!). Nadie va a sospechar nada.

De haber indemnizaciones –a pesar de que incluso podrían ser justas en el mérito judicial del caso específico–, podrían ser usadas maquiavélicamente como una astuta “solución de salida” que permitiría lavarse las manos a todos los Pilatos que, a sabiendas, permitieron y siguen vendiendo rentas vitalicias que no son tales. Porque, cuando ocurra la debacle real, el chivo expiatorio será la jurisprudencia en contra del Estado de Chile. Y todos los chilenos adoptaremos el apellido Moya.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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