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Una nueva obra en el teatro del poder LA CRÓNICA CONSTITUYENTE

Una nueva obra en el teatro del poder

Patricio Fernández
Por : Patricio Fernández Periodista y escritor. Ex Convencional Constituyente por el Distrito 11.
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Fue una semana intensa. Todos cumplimos en nuestras respectivas comisiones y terminamos así de dibujar la cancha y establecer las normas para la discusión propiamente constitucional. Desde el lunes, los coordinadores de estas comisiones nos reuniremos con los de Reglamento para aunar un texto coherente y fiel a lo concluido por cada grupo. En jueves pasado, en tanto, se llevó a cabo en el Municipal de Santiago, la Gala Constituyente. En sus mejores momentos, la sinfónica parecía transportar a este escenario palaciego los dolores y sueños de la postergada cultura mapuche. Esta vez, bajo esa gran lámpara de lágrimas, no estaban los miembros de la alta sociedad, sino la machi Francisca Linconao, representantes de movimientos sociales y de partidos de izquierda. Otros personajes parecían representar el comienzo de una nueva obra en el teatro del poder.


Termina una semana de muchísimo trabajo. Este sábado, cada comisión debió entregar lo acordado para añadirlo al Reglamento, y algunas de ellas tuvieron que sesionar hasta la madrugada para lograrlo. Tras una infinidad de horas deliberando, Agustín Squella – “un profesor de provincia”, como insiste en presentarse- comenzó a contar una historia a propósito de la interpretación reglamentaria en la que aparecían una estación, un puma, una mariposa, un perro… y para evitar que produjera entre los presentes el efecto de los cuentos en los niños al acostarse, Amaya Alves le suplicó que no siguiera.

Todos cumplimos y terminamos así de dibujar la cancha y establecer las normas para la discusión propiamente constitucional. Desde el lunes, los coordinadores de estas comisiones nos reuniremos con los de Reglamento para aunar un texto coherente y fiel a lo concluido por cada grupo. No sería raro que los acuerdos de unos se sobrepongan con los de otros y haya que compartir matices para no extraviar las conclusiones. Una vez que tengamos ese texto cohesionado, pasará al pleno para ser votado por los 155.

Nos hemos visto poco durante los últimos días. Cada comisión ha constituido un mundo aparte, al que muchas veces el resto se adentra por la prensa, los rumores de las redes y las conversaciones de pasillo. Los grupos organizados, por lo general, no han tenido tiempo de socializar debates de la noche antes al interior de sus comisiones, cuando al llegar por la mañana los periodistas se acercan a pedir pareceres sobre supuestos acuerdos desconocidos. La instantaneidad de la noticia suele sobrepasar la comunicación interna, generando equívocos que dan lugar a escándalos pasajeros. Quién se dé la molestia de catastrar esos titulares ruidosos, comprobará que prácticamente todos concluyeron de un modo harto más sensato que sus pronósticos catastrofistas o ridiculizantes.

Los hitos que acapararon la atención esta semana fueron los siguientes:

– Se ratificó el quórum de los 2/3 para la aprobación de las normas constitucionales, no sólo una de las poquísimas normas previas establecidas por la reforma a la constitución que dio pie a este proceso, sino también garantía de que nuestra Ley Fundamental será producto de un acuerdo amplio.

– La posibilidad de plebiscitos dirimentes en caso de no conseguirse ese quórum, lo que de buenas a primeras parece mejor idea que una vez reflexionado, sobretodo si se considera que a la hora de los quiubos, en el acotado período de este proceso, puede ser una herramienta abusiva en manos de poderes capaces de mover a grupos organizados o de echar a correr versiones sesgadas acerca del asunto, con muy poco tiempo para ser contradichas. Sus defensores, que públicamente lo exponen como un modo de atender a la voluntad popular, en privado los presentan como una amenaza para forzar acuerdos. Son pocos quienes se niegan a que la nueva constitución lo considere entre sus herramientas democratizantes, pero muchos -también algunos que por miedo a la reprimenda de las redes lo apoyan-, quienes saben que aplicado a tontas y a locas puede servir incluso para desvirtuar los verdaderos deseos de la mayoría. La Convención, por otra parte, no tiene las atribuciones para decretar su existencia en esta etapa, y de seguir adelante su propuesta, la mayoría de los constituyentes entiende que debe ser el Congreso quien dicte una reforma a la actual Constitución para hacerlo posible. Y todo augura que hasta ahí llegaría el cuento.

– Afuera de la comisión de Ética, donde se debatía acerca de los alcances del “negacionismo”, miembros de las distintas izquierdas, a veces reunidas en conglomerados supuestamente homogéneos, enfatizaban unos el valor irrestricto de la libertad de expresión y pensamiento, mientras otros, en nombre de las víctimas, la importancia de condenar a rajatablas cualquier posible justificación de la violencia ejercida en su contra. A uno del ala más exaltada le pregunté: ¿y cómo se podría entonces justificar una revolución?

El jueves 26, la alcaldesa de Santiago, Irací Hassler, una joven comunista de 31 años, invitó a la mesa de la Convención, a los coordinadores y coordinadoras y  a otro puñado de convencionales, a una gala Constituyente en el Teatro Municipal.

Era la primera vez desde comienzos de la pandemia que el teatro abría sus puertas. Antes de comenzar el concierto en que la orquesta sinfónica interpretaría la obra Tierra Sagrada, de Nelson Vinot, la presidenta Loncón le habló a los presentes. Narró una historia mapuche transmitida de una generación a otra, protagonizada por unos pájaros que llevaron de vuelta el amor a esas tierras. Después cayó una inmensa wenufoye como telón de fondo y comenzó a sonar un fagot con el ronquido de una trutruca.

En sus mejores momentos, la sinfónica parecía transportar a este escenario palaciego los dolores y sueños de esa cultura postergada. Esta vez, bajo esa gran lámpara de lágrimas, no estaban los miembros de la alta sociedad, sino la machi Francisca Linconao, representantes de movimientos sociales y de partidos de izquierda. Otros personajes parecían representar el comienzo de una nueva obra en el teatro del poder.

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