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Termina un año sin pausa y comienza otro igual LA CRÓNICA CONSTITUYENTE

Termina un año sin pausa y comienza otro igual

Patricio Fernández
Por : Patricio Fernández Periodista y escritor. Ex Convencional Constituyente por el Distrito 11.
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La democracia sabe encontrar sus cauces. Cuando se corrompe y suicida, cede a la tiranía y lo pierde; pero mientras viva, los busca. El viernes 31 comenzó a consolidarse la dupla de Ramona Reyes (Colectivo Socialista) para la presidencia y Beatriz Sánchez (Frente Amplio) para la vicepresidencia. Se supone que la mayor parte de las bancadas estaría por apoyarlas, si no en una primera vuelta, a medida que las candidaturas minoritarias constaten su imposibilidad. Esta disposición habría asomado desde Pueblo Constituyente por la izquierda hasta parte de la derecha, sin decirlo. De ser así, estaríamos ante una buena noticia. Cargarían con el mandato de no dejar a nadie afuera. Algunos critican su impericia técnica, pero para eso está la Secretaría Técnica. Es más, si las soluciones administrativas vienen de ahí -donde sus miembros fueron elegidos por nosotros- la convención habrá concretado un gran paso institucionalizador. Todavía, sin embargo, puede suceder cualquier cosa. Como hemos constatado en estos meses, al interior de nuestra institución, pueden madurar en un día situaciones que en otras tomarían un año.


Termina un año que no dio pausas. La pandemia creó nuevas cepas: la variante Delta, originada en la India, y Omicrón, descubierta en Sudáfrica. La primera se vivió con alarma y sobresalto. Generó realidades dolorosas y fantasías inquietantes. Cuando jurábamos ir de salida, no sólo continuó enfermando y matando, sino que nos hizo a todos partícipes de una condena: la peste continuaría pendiendo sobre nosotros. Se reproducía bajo nuevas formas, cambiaba para que todo siguiera igual. La llegada de Omicron fue recibida de modo mucho más calmo que su antecesora. La sentencia ya había sido aceptada y, confiando en las vacunas, nos cuidaríamos, pero ya no tanto. Como dice Adriano en el libro de la Yourcenar: a un cierto punto, “la vida es una derrota aceptada”.  

Fuimos a votar 4 veces para 8 cargos, con resultados desconcertantes. La transformación y el miedo se enfrentaron golpe a golpe durante esa seguidilla de escrutinios. Sabemos que se requiere un ajuste importante, pero amenaza la incertidumbre. Elegimos al Presidente más joven de la historia patria y una generación que hace apenas 15 años, para El Pingüinazo, irrumpió en las calles con tenida escolar, asumió el poder. La epidemia jubiló a una generación y el triunfo del Frente Amplio terminó por dejar en la retaguardia incluso a la que le seguía. Tras décadas de gestación, el estallido social fue el grito de un parto. Una era quedaba atrás y por delante asomó la nebulosa. La Convención Constituyente fue elegida para escribir un manual de navegación, sin necesariamente conocer el puerto en que recalaremos. La tripulación exige un nuevo acuerdo para seguir adelante con eficiencia, seguridades y sin motines, asumiendo los sobresaltos en conjunto. Entendimos que nadie se salva solo de una pandemia. 

La Convención también ha sido un gran laboratorio. Es cierto que llegamos ahí representando a otros, pero también para ser nosotros mismos. Gran parte de los discursos de apertura lo dejaron en claro. Muchos hablaron de sus madres, padres, niñeces, rabias y esperanzas. En el edificio del ex Congreso, como en la casa estudio de un reality, hemos pasado una inmensa cantidad de horas juntos. Nos hemos conocido y aprendido a convivir. Hoy el ambiente que se vive adentro es todo lo amistoso que no era en un comienzo. Se han roto corazas y tejido amistades inesperadas. 

Al mismo tiempo, sin embargo, la política hace lo suyo. Por estos días, en los pasillos y jardines abunda el cuchicheo. La elección de una nueva mesa despertó ambiciones, rivalidades y pequeñeces. Filtraciones a la prensa, cuchillazos por debajo del mantel. Aunque en secreto rondaban los nombres de algunos varones para estos cargos, los que se impusieron públicamente fuero todos -salvo Eric Chinga- de mujeres: Patricia Politzer, Cristina Dorador, Rosa Catrileo, Bárbara Sepúlveda, Ramona Reyes y Beatriz Sánchez. 

Hasta los más radicales saben que se requiere una dupla que dé confianza a la mayor parte de los convencionales, que asuma un rol institucional, capaz de coordinar hacia adentro y conectar hacia afuera. Ya no es la fuerza reivindicadora que irrumpe cargada de simbolismos -ésa ya puso lo inaceptable sobre la mesa-, sino una operación política que logre construir los 2/3 para las normas y una inmensa mayoría ciudadana que las ratifique. No hay espacio para los antojos. Lo nuestro es convenir una Constitución en los plazos acordados, no ganar una cuota de poder, pero la política es así: mueve energías oscuras y misteriosas. Esta elección, de seguro, dejará heridas que los retos por venir irán sanando. Rencores que con los días pasarán al olvido.

La democracia sabe encontrar sus cauces. Cuando se corrompe y suicida, cede a la tiranía y lo pierde; pero mientras viva, los busca. El viernes 31 comenzó a consolidarse la dupla de Ramona Reyes (Colectivo Socialista) para la presidencia y Beatriz Sánchez (Frente Amplio) para la vicepresidencia. Se supone que la mayor parte de las bancadas estaría por apoyarlas, si no en una primera vuelta, a medida que las candidaturas minoritarias constaten su imposibilidad. Esta disposición habría asomado desde Pueblo Constituyente por la izquierda hasta parte de la derecha, sin decirlo. De ser así, estaríamos ante una buena noticia. Cargarían con el mandato de no dejar a nadie afuera. Algunos critican su impericia técnica, pero para eso está la Secretaría Técnica. Es más, si las soluciones administrativas vienen de ahí -donde sus miembros fueron elegidos por nosotros- la convención habrá concretado un gran paso institucionalizador. Todavía, sin embargo, puede suceder cualquier cosa. Como hemos constatado en estos meses, al interior de nuestra institución, pueden madurar en un día situaciones que en otras tomarían un año.

El miércoles comenzamos el pleno con un minuto de silencio por la muerte del abogado defensor de los derechos humanos Roberto Garretón, y después aprobamos una regla para los minutos de silencio que pudieran solicitarse en el futuro, evitando así su discrecionalidad. Durante las más de dos horas que le siguieron, fueron impugnadas por sus autores las comisiones hacia las que condujo la secretaría buena parte de las iniciativas de normas, generándose una confusión patagüina. Algunas destinadas a ser discutidas en la comisión de Principios pedían ser redestinadas a la de Medioambiente o viceversa. Cada una de dichas impugnaciones debió ser votada, y la verdad sea dicha, muy pocos entendíamos el enredo en que nos hallábamos envueltos y, ya en el atrio del Congreso, con cigarrillos o cafés en la mano, mientras unos le cobraban a otros haber rechazado su solicitud, no faltaban los que respondíamos perplejos: ”quién sabe, puede ser”. Como dicha sesión tenía hora de término, para alcanzar a resolver los temas pendientes, John Smok decretó que haríamos como si las horas gastadas en el guirigay no hubieran existido. 

-Las rubias teñidas hemos sido históricamente excluidas.  Hasta ahora no cacho cuál es el pueblo afrodescendiente: tengo un hijo negro y crespo… podemos decir que califica? – escribió Teresa Marinovic en el chat del zoom a través del cual pueden participar los convencionales de manera remota, cuando retomamos la sesión. Discutíamos, antes de votar, si correspondía o no bajar el número de firmas exigido a ese pueblo nortino del que apenas sabíamos antes de entrar en este proceso, pero que a lo largo de él ha conseguido una presencia admirable. Mientras unos pedían la palabra para exaltar la importancia de considerarlos, incluirlos y reivindicarlos, continuó chateando.

-“Por favor no digan más, voy a ser honesto en ello o aquello”, o decir “en esto quiero ser súper honesto”, ya que eso importa porque en lo demás no lo somos.- le respondió Logan. A continuación agregó: “Manda foto”

-Exacto 

-De mi hijo afrodescendiente, Rocío?- Al parecer, la Tere confundió a su interlocutor, y prosiguió:

-Se viene llanto. Se quiebra la voz. Ahora alguien se acerca a abrazarlo.

-Eso lo dijo HUMBRETO MATURANA -escribió Rodrigo Logan

-Tere, es falta ética si te pregunto, si eres teñida, como dijiste??

El desdén no pasó desapercibido. Pocos lo leyeron de buenas a primeras, pero a medida que corrió por los whatsapp particulares, algunas se enfurecieron, otros procuraron enfurecerse, pero lo cierto es que la mayoría ha ido incorporando sus desprecios y desatinos como si fueran ruidos molestos, o los chistes de un cabro malcriado, incapaz de caer en la cuenta que hay otros aparte de él. 

«No quiere entender de qué se trata esto», me dijo un convencional, mientras abandonábamos la sala.

Ya son cerca de 70 las iniciativas de normas presentadas por convencionales y casi 500 las propuestas por la ciudadanía que esperan reunir las 15000 firmas requeridas para que la Convención pase a discutirlas. Sólo dos de ellas lo han conseguido: una que “reconoce y promueve el derecho de las personas a tomar decisiones libres y autónomas sobre sus cuerpos, su sexualidad y su reproducción», y otra titulada Con Mi Plata No, que pretende “establecer una Pensión Básica Universal financiada con impuestos generales; garantizar que los ahorros previsionales son propiedad de los cotizantes; asegurar la libertad para elegir administrador, ya sea público o privado; e igualar las pensiones de hombres y mujeres con igual ahorro”.

Los plazos apremian. Por eso suspendimos las semanas territoriales de febrero, marzo y abril. En estos días, los convencionales trabajamos febrilmente en la confección de normas con el apoyo de asesores, constitucionalistas, académicos, organizaciones sociales… A comienzos de febrero se cierra el plazo para entregarlas y durante el tiempo restante deberemos deliberar, votar, indicar, aprobar y armonizar las que acaben formando parte de la nueva Constitución. Si el año que termina no dio pausas, el que comienza arranca apurando el tranco.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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