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Ya terminó el Congreso del PCCh, Presidente, y ahora, ¿qué haremos con China? Opinión

Ya terminó el Congreso del PCCh, Presidente, y ahora, ¿qué haremos con China?

Eduardo A. Santos Fuenzalida
Por : Eduardo A. Santos Fuenzalida Experto internacional en asuntos de comercio
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Es posible argumentar que –más allá de que China intenta llenar el vacío dejado por los EE.UU. en la región en las últimas décadas– el “gigante” está particularmente interesado en asegurar acceso a los recursos naturales y alimentos –a bajo precio– que necesita para seguir creciendo. Ciertamente lo está logrando. China también necesita nuestros mercados para sus productos tecnológicos (como comunicaciones 5G y electromovilidad), y abrirles camino a sus empresas de ingeniería y servicios de informática, entre varios otros. Pero lo que parece estar por sobre todo esto es aislar a Taiwán e impedir que se transforme en nación independiente.


Presidente, por si aún no se lo han comentado. Hace días que terminó el XX Congreso del PC de China y Xi Jinping salió fortalecido con la aprobación de su “Informe” al partido, y continúa a la cabeza del gigante asiático (25 octubre, Xinhua, Beijing). Ya tenemos una idea de lo que proponen, ¿qué haremos nosotros, entonces? Ya batimos un récord con las exportaciones a China el año que recién pasó (más de 34.570 millones de dólares, 38% del total) y en los primeros 7 meses de 2022 nos encaminamos a otro récord, con una cifra de más de 23.850 millones de dólares, superando por mucho lo exportado durante el mismo período de 2021. Junto a Brasil –que está un poco más atrás en términos relativos– somos los campeones, y no estamos solos. Pero ¿queremos continuar por la “Ruta de la Seda”?

Efectivamente, con posterioridad al ingreso de China a la OMC, se ha producido un crecimiento “explosivo” del comercio con América Latina, en particular Sudamérica, y la región es ahora su socio comercial predilecto. Y creciendo. Dos décadas atrás, el comercio con China era mínimo y representaba solo el 4% del intercambio global de ALADI. No obstante, en 2012-2014, en promedio, el intercambio comercial con China alcanzaba a casi 258.924 millones de dólares (12.7% del total) y para el período de 2019-2021 se había elevado a más de 336.042 millones de dólares (17.4% del total). En el 2021 llega al 18.4%. Por el contrario, durante el mismo período, el intercambio comercial de ALADI con la Unión Europea –a pesar del mayor número de miembros– se ha movido en la dirección contraria, y su participación ha declinado de 11.7% a 10.4% en el mismo período, llegando a solo 9% el año recién pasado.

La relación comercial de ALADI con los Estados Unidos está distorsionada por el comercio con México. A modo de ilustración, el comercio de ALADI con los EE.UU. en 2019-2021, se elevó a más de 715.457 millones de dólares (37% del intercambio total). Sin embargo, si excluimos a México, se observa el impacto real del giro que está tomando nuestro intercambio comercial: el comercio de ALADI con los Estados Unidos se redujo de un promedio de más de 205.630 millones de dólares en 2012-2014 (10.1% del intercambio total) a solo 158.523 millones de dólares y a una participación de poco más de 8% en el período de 2019-2021. Cae en términos absolutos y relativos. El comercio intra ALADI no ha evolucionado mucho mejor, declinando de casi 8% a una participación de solo 6% de su comercio total. Desde la perspectiva de Sudamérica, China ha pasado a ser nuestro principal socio comercial, participando con casi un cuarto del intercambio comercial total.

Un reciente estudio publicado por el Council on Foreign Relations (“China’s Growing Influence in Latin America”) va bastante más allá e investiga otras áreas donde la influencia de China crece en la región en la última década, en especial, en América del Sur. Basándose en documentos del FMI y del Congressional Research Service, destaca –entre otros aspectos– las inversiones realizadas por empresas estatales y los créditos “blandengues” otorgados por el China Development Bank y el Export-Import Bank of China, a los gobiernos y empresas de la región, particularmente en áreas de infraestructura crítica (comunicaciones y transporte) o estratégicas (extracción y explotación de recurso naturales, en ocasiones ignorando serias críticas medioambientales) de nuestras naciones. También menciona al Asian Infrastructure Investment Bank –“sostenido” por China– y del cual Chile es miembro junto a otros países latinoamericanos. El estudio menciona ocasiones en que países se han quejado de “presiones” para otorgar concesiones a empresas chinas (por ejemplo, Huawei) a cambio de créditos en “mejores” condiciones.

El estudio también muestra cómo China, a través de diversos mecanismos (incluyendo los TLC con Chile, Costa Rica y Perú); el acuerdo en progreso con Ecuador; vía la “diplomacia COVID”; acuerdos bilaterales estratégicos (Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, México, Perú y Venezuela); el persistente “lobby” de sus embajadores y de otros “acuerdos” bilaterales, ha sumado a prácticamente la totalidad de los países de la región a su Iniciativa de la Franja y la Ruta… y siguen los antecedentes, pero ya debería estar claro que en las dos últimas décadas –y por diversas razones y mecanismos– China ha incrementado claramente su influencia en la región. ¡En camino a la integración… pero con China!

¿Qué motivaciones podría tener China en esta ofensiva económica, comercial, diplomática y política? Es posible argumentar que –más allá de que China intenta llenar el vacío dejado por los EE.UU. en la región en las últimas décadas– el “gigante” está particularmente interesado en asegurar acceso a los recursos naturales y alimentos –a bajo precio– que necesita para seguir creciendo. Ciertamente lo está logrando. China también necesita nuestros mercados para sus productos tecnológicos (como comunicaciones 5G y electromovilidad), y abrirles camino a sus empresas de ingeniería y servicios de informática, entre varios otros. Pero lo que parece estar por sobre todo esto es aislar a Taiwán e impedir que se transforme en nación independiente.

Con esto en mente, y con cerca del 40% de nuestras exportaciones enriqueciendo a China, ¿qué haremos, Presidente? Ya terminó el XX Congreso del Partido y debemos decidir qué hacer. No será fácil “cerrarle la llave de paso” a las exportaciones. No obstante, a pesar de ello, no podemos seguir haciendo “más de lo mismo”. El XX Congreso ya reiteró lo que debíamos conocer y nos envían mensajes a diario. ¡“Catetes”! Promocionan las conclusiones del Congreso e, incluso, “adquieren” espacio en medios locales.

Intentemos entender lo que nos dice el presidente Xi respecto del futuro de China, ya que, según la prensa oficial, el XX Congreso del PCCh aprobó el 22 de octubre el Informe presentado por Xi Jinping en nombre del Comité Central (Beijing, 25 de octubre, Xinhua). El Informe es interesante por lo que dice –y no dice– en sus 15 capítulos y más de 60 páginas. Sugiero leerlo: es una muy buena introducción a la cultura china, su lenguaje y el control que tiene –y que intenta seguir ejerciendo– el PC. Destacan las frecuentes referencias a “peculiaridades del socialismo chino” y la necesidad de perfeccionarlas y desarrollarlas en el futuro. Pero esto será para otra ocasión. Ahora me limitaré a los temas más cercanos a la conversación de relaciones internacionales y comercio.

A partir del Capítulo III, Xi establece cómo “vendrá la mano” e indica que “para culminar la construcción integral de un poderoso país socialista moderno, se ha establecido un arreglo estratégico general de dos fases: de 2020 a 2035, cumplimiento básico de la modernización socialista; de 2035 a mediados de siglo, transformación de nuestro país en un poderoso país socialista moderno, próspero, democrático, civilizado, armonioso y bello…” (pág. 17). En las materias de nuestro interés, el “rayado de cancha” se inicia en el Capítulo IV (pág. 22) donde se indica se “impulsará” una “apertura al exterior de alto nivel” (pág. 27). Xi destaca que –dada la dimensión del mercado chino– atraeremos los recursos y elementos de producción globales con la gran circulación nacional, potenciaremos los efectos de la coactuación de los mercados y recursos tanto nacionales como internacionales… Reduciremos de manera racional la lista negativa […¿restricciones? al] acceso de los fondos foráneos al mercado y protegeremos conforme a la ley los derechos e intereses de los inversores extranjeros [destacando que impulsarán…] el desarrollo de alta calidad de la construcción conjunta de la Franja y la Ruta … [participando a…] fondo en la acción global de división del trabajo”. ¡Clarísimo, Uds., manufacturas; y nosotros, materias primas!

A su vez, en el Capítulo XIII, en relación con Hong Kong y Macao, Xi explica que se mantendrá de manera inalterable la existencia de “un país con dos sistemas” y –en relación a Taiwán– ratifica que la reunificación “completa” de China constituye una “tarea histórica inalterable del Partido” (págs. 48 – 50). El Capítulo siguiente (XIV; pág. 51) también está dedicado a temas internacionales, pero más allá de declaraciones de “buenos modales” respecto de la ONU, de los organismos multilaterales y el apego a la coexistencia pacífica, hay poca sustancia, excepto que insiste en la necesidad de asegurar el “correcto rumbo de la globalización económica”. Xi reitera su apoyo a APEC, y propone la necesidad “de una mayor influencia de mecanismos de cooperación” como BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái. Concluye recalcando que China espera que la “comunidad internacional” trabaje “con empeño” para implementar las “Iniciativas” para el Desarrollo Global y para la Seguridad Global “para impeler la construcción de un mundo de paz duradera”. Claramente, China ha desplegado todo su arsenal político y económico para asegurar el liderazgo global. Y nosotros, ¿de qué lado estaremos? ¿Lo conversaron? Sin Hacienda, porfa.

También hay un Capítulo sobre medioambiente (Cap. X, pág. 42). Muy poético y declaraciones verdes emotivas, pero –en mi opinión– muy corto en sustancia. El mejor ejemplo es en relación con la reducción de las emisiones de carbono, donde hay más excusas que medidas concretas. No hay compromisos: “El alcance del pico y de la carboneutralidad supone una amplia y profunda transformación sistémica de la economía y la sociedad. Basándonos en nuestra dotación de energía y recursos, y persistiendo en que se elimine lo viejo solo después de haber establecido lo nuevo, llevaremos a cabo de manera planificada y metódica la acción de alcance del pico de las emisiones de CO2”. Y se agrega que “impulsaremos a fondo la revolución energética; reforzaremos el uso limpio y eficiente del carbón; intensificaremos la prospección y explotación de los recursos de petróleo y gas natural […¡suena raro!, ¿no?] …así como el aumento de su reserva y su capacidad productiva” (pág. 43; Mi énfasis). Finalmente, hay capítulos sobre ciencia, educación y desarrollo tecnológico; cultura; desarrollo de la democracia; desarrollo social, seguridad social y salud, seguridad interna y paz social, con frecuentes mensajes y/o menciones de los pueblos y etnias que componen la nación china, y –obviamente– acerca de seguridad, defensa y fuerzas armadas, pero no vi nada sobre “género” o “equidad de género”.

No estoy seguro si lo que leí es para “consumo” de Occidente o de “giles que volamos bajo”. Todo esto ya lo conocíamos. Me pregunto si no existe otro Informe interno que revele realmente las opciones que maneja el PC chino. En todo caso, Presidente, espero que le sea de utilidad. He tratado de ahorrarle horas de lectura y darle una mano en un tema que parece haber sido abandonado. Y ¿qué haremos con China? ¿Integración con Asia o Latinoamérica? Aprovechemos la victoria de Lula, pero no empecemos por la moneda única. Hay posibilidades menos complejas, más realistas y efectivas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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