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Artista Fernando Feuereisen: «lo más interesante está hoy en la calle, a lo largo de la Alameda, desde Salvador hasta Santa Rosa hay una intervención visual tremenda» CULTURA

Artista Fernando Feuereisen: «lo más interesante está hoy en la calle, a lo largo de la Alameda, desde Salvador hasta Santa Rosa hay una intervención visual tremenda»

Acaba de concluir su participación en el Centro Cultural de Las Condes, donde participó en exhibición y venta masiva de creadores.


El artista y diseñador chileno Fernando Feuereisen acaba de concluir su participación en el Centro Cultural de Las Condes, donde participó en exhibición y venta masiva de creadores.

«Son dibujos que he trabajado en los últimos meses y que están relacionados al libro Fausto de Goethe. Un texto impresionante por su imaginería, la variedad de elementos, personajes, recursos y el nivel de detalle que explora», comenta.

Con estudios de grado y postgrado en City University of New York y New York University en Estados Unidos, cuenta con una larga trayectoria de proyectos ligados a las artes visuales, el diseño y arquitectura, y ha presentado su trabajo en galerías y museos nacionales e internacionales.

Destacan dos muestras individuales; en 1998 presentó Un espacio en el Vacío en el Museo de las Américas en Washington DC y en 1997 presentó Lamentos en 80 Washington Square Galleries, Nueva York, ciudad donde vivió por 15 años.

Imágenes unísonas

En el caso del Centro Cultural de Las Condes, se trató de dibujos sobre papel, hechos con carbón mineral y vegetal, lo que resulta en facturas diversas.

«Aunque son dibujos grandes, pretenden ser imágenes unísonas, sintéticas. Su inicio está en la lectura de Fausto, lo que ocurre durante la lectura, en el olvido de esas lecturas, o vuelve al momento del trabajo. El ejercicio es cuánto absorbo, cuánto retengo, cuánto olvido, cómo relaciono, qué capto, qué ocurre. Qué queda y cómo lo plasmo», comenta.

«Fausto es fascinante. Lo leí hace muchos años, el libro no es fácil, una traducción desde el alemán, un libro romántico, que dibuja imágenes que en momentos parecen alucinaciones. Va de sueños a visiones a situaciones, va y vuelve entre realidades. La figura de Mefisto, la figura de Fausto, el drama del compromiso entre ambos es profundo y actual», dice.

«En paralelo, existen las obras que a lo largo de la historia se han producido a partir del mismo texto. Los grabados de Delacroix, los dibujos inconclusos de Beckman y las pinturas del español Barceló, son algunos ejemplos».

Exposición inclusiva

¿Cómo llegaste a participar de esta exposición? ¿Cómo se gestó?

-La Corporación hizo un llamado a participar de esta muestra a varios artistas visuales y escultores con los que han trabajado en los últimos años. Ese llamado fue muy bien recibido por parte de los convocados y las confirmaciones fueron prácticamente inmediatas.

Lo interesante de esta exposición es que, uno de los sentidos que tiene es que las obras se vendan de forma directa, sin intermediarios, porque a diferencia de una galería, acá no hay una comisión. No es común que una institución se haga cargo de la situación de los artistas. Y es necesario, porque al igual que en varios oficios, este es un medio que por estos días está golpeado.

¿Cómo se hizo la curatoría de la exposición? ¿la selección de los artistas?

-La curatoría, fue más bien, la selección de artistas. El resultado es genial, una gran diversidad de obras, estilos, intereses, edades, escuelas, tendencias. Puedes ver la delicadeza de Moya y la sutileza de Subercaseaux en sus pinturas, trabajos gráficos de Kemper, del impecable Duclos, la excelente gráfica de Frigerio, el trabajo atemporal de Soza, dibujos de Cienfuegos, tintas negras y opacas de Echazarreta, la factura de Sutil, el impecable ojo fotográfico de Poirot, el colorido y exuberante Cabezas, la suavidad de Illanes, entre muchos. Quizás el gran acierto es la apertura que ejercitó la Corporación. Al parecer, para ellos mismos fue un muy buen ejercicio dejar espacio para que los convocados ejercieran su propia curatoría.

-¿Por qué?

-Creo que de alguna manera sirve para quitar la captura de las artes visuales por parte de las instituciones de poder. Las artes visuales, al igual que varias otras manifestaciones o actividades en el país están entrampadas o capturadas por instituciones o grupos. Entonces, es un acto social y político abrir la puerta y confiar en lo que se genere. Es cierto que los artistas convocados están en un circuito más o menos cercano, pero, dentro de ese contexto, la institución fue inclusiva. Hay artistas consagrados y los que recién están partiendo, todos tratados por igual, con el mismo espacio, en un montaje impecable.

También hay una instancia para el encuentro entre artistas, algo que debería ser habitual pero que no ocurre, porque el medio está bien fragmentado. Algunos están bajo un alero, otros ligados a una universidad, a tal o cual museo, o galería. No existen espacios donde la diversidad se encuentre.

Reacción del público

-¿Cómo has visto la recepción de los asistentes?

-En general muy positivo. En una visita se puede tomar una buena foto de lo que distintos autores están desarrollando, trabajando y produciendo en este momento. Una variedad gigantesca de gente que hace cosas de un nivel muy bueno. Se nota que hay mucho interés y agradecimiento por parte de los visitantes de poder conversar con los autores en un espacio relajado y suelto. Además, la entrada es liberada.

-¿Faltan espacios así en Santiago?

-Falta. La mayoría de la gente no tiene idea cómo llegar a un artista, cómo encontrarlo o comprar una pintura o fotografía. Y si tienen la intención, creen que son inaccesibles. Es que no todos pueden ir a una galería privada y comprarse un Poirot. Acá hay fotos de Poirot y te lo puedes encontrar ahí, conversar y acordar con él. Acá la institución se convirtió en un facilitador, tanto para los artistas como para los que les interesaba comprar. No hay comisiones, que pueden a veces, doblar el precio de venta, dejaron al artista decidir. No nos pautearon ni sobre qué obras exponer, ni cuánto cobrar.

El artista y la crisis

-¿Cuál es tu proyección de los artistas y el arte en el contexto social que se vive en el país?

-Lo que rescato, es la necesidad de participar, de mantenerse activos. En las artes visuales, no se había hecho mucho desde octubre del año pasado. Lo más interesante está hoy en la calle. A lo largo de la Alameda, desde Salvador hasta Santa Rosa hay una intervención visual tremenda, impactante.

Lo que se ha rayado, pintado, pegado y escrito en la ciudad, supera cualquier consideración estética. Es fuertísimo, directo, real y sincero. La pregunta que cabe hacer es: ¿Dónde quedan las artes visuales después de ese grito manifiesto? El arte, desde hace tiempo, ha estado en un período reflexivo y de cuestionamiento. Hoy te encuentras con algo directo y viceral, un gran combo que te cuestiona y lo cuestionas, lo admiras y lo rechazas, y en muchos momentos te supera.

-¿Crees que la mayoría de la gente en este momento se conecte más con las intervenciones en la calle que con la exposición?

-Es válido. Yo entiendo perfecto que a una persona le haga más sentido una expresión en un muro, que lo que está dentro de la sala de una institución. Yo valoro la expresión propia en la forma que tenga, directa, personal, sin filtro ni pauta.

-¿Y se pueden ver de la misma forma?

-¿Es que quién dice que eso es bueno o esto es malo? Ése es el problema con la captura. Que hay alguien que decide lo que sí y lo que no. ¿Y qué pasaría si se eliminaran los grupos de poder?

Cuando las artes se encapsulan, se tiende a limitar ese impulso que ahora está en la calle, que es el derecho de un ser que quiere decir algo. Porque hay alguien en una institución te puede decir “no, eso en realidad no corresponde, no sé dónde ponerlo, no me funciona, esto no tiene que ver con esta u otra tendencia, etc.” Las instituciones debieran seguir a los individuos en su manifestación, no al revés.

-¿Y qué crees que tiene el arte que quiera ser capturado?

Que es un lenguaje, un discurso que produce una transformación en quien lo ve. Y al capturarlo lo guías, y esa transformación, por ende, también comienza a ser guiada. Eso me parece un grave error, una intención perversa. Hay que dejar que el arte avance como un medio del individuo libre para manifestar sus ideas, necesidades, intereses, sentimientos, pensamientos, porque creo que ahí está su razón de ser.

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