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A Tomás Vidiella CULTURA

A Tomás Vidiella

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César Farah
Por : César Farah Dramaturgo, novelista y académico, es docente en la Universidad de Chile, Universidad Adolfo Ibáñez y Uniacc. Ha escrito las novelas La Ciudad Eterna (Planeta, 2020) El Gran Dios Salvaje (Planeta, 2009) y Trilogía Karaoke (Cuarto Propio, 2007), así como la trilogía dramatúrgica Piezas para ciudadanxs con vocación de huérfanxs (Voz Ajena, 2019), además, es autor de la obra El monstruo de la fortuna, estrenada en Madrid el año 2021, también ha escrito y dirigido las piezas dramáticas Alameda (2017, Teatro Mori), Medea (Sidarte 2015-2016, México 2016, Neuquén 2017), Vaca sagrada (2015, Teatro Diana), Tender (2014-2015, Ladrón de Bicicletas) y Cobras o pagas (2013-2014, Ladrón de Bicicletas).
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Egresado de la Universidad de Chile, colaborador, al menos en sus inicios con Víctor Jara y Alejandro Sieveking, desde su juventud, fue un referente artístico y, sobre seguro, un gestor cultural, figura que a menudo luce menos, pero cuya importancia en un medio como el chileno es, por decir lo menos, trascendente.


La muerte sucede todos los días y -cifras más, cifras menos- este último año ha emergido (quizá como nunca en los últimos 30 años) como un tema de opinión a todo nivel, desde las políticas públicas y decisiones de Estado nacionales e internacionales, hasta la vida cotidiana, la conversación del café, del negocio de la esquina, del barrio.

Así las cosas, no debería sorprendernos que diversas personas partan de este mundo e inicien el misterioso viaje de la muerte y, ciertamente, no sorprende, pero vale la pena poner en memoria a aquellas y aquellas cuyo paso por este mundo, dejaron una herencia cultural y humana que tuvo significación a largo plazo o hizo sentido para la comunidad.

Este miércoles falleció Tomás Vidiella. Estaba trabajando en “Orquesta de señoritas”, lo cual demuestra que era un artista activo, fértil y que no pensaba colgar la capa de actor aún. En todo caso, no debería sorprendernos que Vidiella continuara sobre las tablas con toda la fuerza que su pasión por este arte le daba, después de todo, su biografía completa está marcada por una fuerza potente y arrolladora que lo mantuvo siempre en escena, una y otra vez, con una energía inigualable.

Tomás Vidiella fue un trabajador incansable del teatro, instaló el concepto de Café concert en Chile y fundó compañías teatrales que marcaron nuestra historia artística, en los 70s, por ejemplo, El Túnel y Hollywood, durante los 80s el Anfiteatro Lo Castillo y El Conventillo y, por supuesto, actuó permanentemente en obras de alcance nacional e internacional, del mismo modo que fue un actor recurrente en televisión.

Egresado de la Universidad de Chile, colaborador, al menos en sus inicios con Víctor Jara y Alejandro Sieveking, desde su juventud, fue un referente artístico y, sobre seguro, un gestor cultural, figura que a menudo luce menos, pero cuya importancia en un medio como el chileno es, por decir lo menos, trascendente.

Este miércoles nos dejó un artista como hay pocos, un hombre que dedicó su vida al arte escénico y que constituyó un referente para muchas generaciones. Vaya un aplauso de pie para este último vuelo de un verdadero maestro del teatro.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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