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Salir a comer después de las cuarentenas Mesa y Mantel

Salir a comer después de las cuarentenas

Begoña Uranga
Por : Begoña Uranga Durante 20 años publiqué en El Sábado. La revista, como tal, desapareció y hoy se publica como parte del diario en un suplemento. Por lo pronto, quiero invitarlos a visitar mi Instagram @begona.uranga (el de la foto con chaleco salmón, porque el otro dejo de publicarse), donde les entrego recetas, libros y algunas recomendaciones gastronómicas.
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¿Cómo se sintió salir a comer luego de meses de cuarentena? Dos experiencias en Europa nos dan cuenta de lo que sintieron y nos dejan clarísimo que ir a un restaurante es mucho más que salir a comer solamente

Sebastián Cavallo, abogado, Utrecht, Paises Bajos

“Por primera vez en casi tres meses,  pudimos salir a comer a nuestro restaurante favorito, La Cocina de van Gastmaal. Fuera de la comida en sí, esta vez reparamos más en la luz de las velas, en la gente del local… Al fin estábamos en un ambiente que nos había sido completamente ajeno por tanto tiempo, pero que nos volvía a ser tan familiar de golpe.

Lo que solía ser un pequeño local atestado de mesas -todas muy cerca unas de otras, pero con mucho encanto- ahora se veía enorme. Todo a 1,5 mts., y no más de dos personas por mesa. No cabe duda que es algo esperanzador en términos de volver a lo que llamábamos normalidad. Sigue siendo, sin embargo, una prueba más de lo bizarro que ha sido todo en este 2020, más  que un testimonio de que todo se ha acabado.

Y aunque tuvimos que seguir un protocolo de sanidad para poder siquiera acercarnos a nuestra mesa, hay algo que es superior a todo esto. Una buena comida, en un buen restaurante, es mucho más que la experiencia del comer.  ¡Ahora más que nunca!”.

 Anna Serra, periodista, Barcelona, Cataluña

“Días atrás pudimos salir por primera vez a comer. Queríamos juntarnos con la familia, a la que no veíamos desde marzo.   Después de llamar a más de 10 restaurantes, todos llenos, encontramos una mesa a las 15:30 en una terraza en la playa de Barcelona. Una zona normalmente inundada de turistas, que ahora hemos podido volver a redescubrir.

Las mesas separadas y bien desinfectadas, los camareros protegidos y la carta en código QR contrastaban con el ruido, las risas y los gritos de los reencuentros.

Un ambiente relajado, una buena paella y vistas al Mediterráneo que nos hicieron olvidar por un rato los momentos inimaginables que vamos dejando atrás:  las cifras diarias de muertes que aún duelen y unos meses llenos de incongruencias, contradicciones y sobreinformación constante.

Se empieza a dibujar la “nueva normalidad”, con incertidumbre y muchos interrogantes, pero también con ganas de volver a disfrutar de cada momento y a vivir de forma más tranquila, relajada y consciente”.

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