Difícilmente el próximo IPoM será tan noticioso como el anterior y, de hecho, es probable que tanto el discurso como la proyección de inflación se mantengan. Lo anterior no implica que no debamos estar atentos a los mensajes que el informe nos entregue, y a la interpretación que haga sobre las malas cifras del primer trimestre del año.
En marzo, el Banco Central nos sorprendió con un brusco giro en su discurso respecto de la política monetaria, al publicar el primer IPoM del año. En él, desaparecieron los tan utilizados conceptos de “holguras de capacidad”, “brechas de producto” y otras formas de justificar que la alta inflación era transitoria, para dar paso a una visión más hawkish (halcón, de su definición en inglés, así se entiende a aquellos Banco Centrales donde su gran preocupación es la inflación, por sobre las brechas de capacidad de la economía), en que el foco central fue la persistencia de la alta inflación, en especial aquella subyacente. Así, y aunque la actividad sufrió un importante ajuste a la baja, la inflación proyectada al cierre de año se corrigió al alza hasta un 3,6% a/a. Los mercados reaccionaron rápidamente y corrigieron también al alza sus expectativas de inflación.
Difícilmente el próximo IPoM será tan noticioso como el anterior y, de hecho, es probable que tanto el discurso como la proyección de inflación se mantengan. Lo anterior no implica que no debamos estar atentos a los mensajes que el informe nos entregue, y a la interpretación que haga sobre las malas cifras del primer trimestre del año. Si bien la política fiscal expansiva y la leve mejora del comercio exterior hacen difícil que el rango de proyección para el producto cambie (actualmente en torno al 2,5 -3,5% anual), probablemente el sesgo estará hacia la parte baja de dicha estimación. Los factores que influyen sobre este sesgo incluyen la actual debilidad de las importaciones, así como la pérdida potencial de competitividad de nuestras exportaciones debido a que el tipo de cambio real empieza a mostrar una trayectoria apreciativa y por el hecho de que el crecimiento de nuestros principales socios comerciales se proyecta menor al esperado. Lo anterior no debiese ser motivo de sorpresa y se traducirá en una posible estimación de superávit en cuenta corriente (la primera en 20 trimestres).
Sin embargo, el Banco Central aún tiene espacio para mover los mercados a través de la estimación del producto potencial de la economía. Actualmente el rango está entre 4,0% y 4,5%, con sesgo a la baja. La caída en la inversión, junto al constante ajuste a la baja en el producto potencial de nuestros principales socios comerciales, hacen difícil proyectar que la capacidad de crecimiento de la economía sea mayor al 4,0%. Así, esperamos que el nuevo cálculo se ubique en el rango a 3,5 – 4,0%, en línea con nuestra estimación de PIB potencial de 3,7% a/a. Lo anterior es clave para la guía de la política monetaria, ya que no solo determina la magnitud de las brechas de capacidad (que aunque ya salieron del discurso, seguirán siendo un tema relevante en los próximos trimestres), sino que también definiría una tasa de política monetaria neutral menor.
Lo anterior implica que la actual tasa de política de 3,0% es menos expansiva de lo que el mercado cree, y esto podría aumentar las tensiones entre la tan anhelada y anunciada recuperación económica, y la siempre díscola y amenazante inflación.
Álvaro González
Economista Banco Santander