«Al ser Chile un jugador de categoría mundial, genera un ecosistema propicio para desarrollar la innovación social y productiva que requiere el desarrollo que buscamos. Al alero de la minería podría construirse una industria de proveedores intensivos en conocimiento; como también prácticas ambientales y sociales con sello de calidad internacional y, desde ahí, difundirse a otras actividades productivas».
La minería ha sido clave para el crecimiento de Chile en las últimas décadas y se ha transformado en un jugador a nivel mundial. Debemos aprovechar esa condición para transformar al sector en una plataforma que contribuya tanto a su propio desarrollo como al del país. Y esto cobra especial relevancia hoy cuando se ha reducido la tasa de crecimiento potencial de la economía, lo que es coherente con la grave caída en la tasa de inversión. Buena parte de la caída total en la inversión, como lo señala el Banco Central, lo explica la inversión en minería y los efectos colaterales que esta tiene. Los proyectos en ejecución cayeron llegando el año pasado a constituir solo poco más de la mitad de lo que fue el 2013.
Un solo ejemplo basta para sopesar la importancia de la minería en reactivar la inversión y crecimiento del país. En la actualidad, Chile produce algo menos de 6 millones de toneladas al año de cobre. Si todos los actuales proyectos mineros de inversión se llevaran a cabo, Chile podría pasar a producir cerca de 10 millones de toneladas al año. Si estos no se llevaran adelante, la producción caería a 4 millones de toneladas (todo lo anterior en torno al año 2025). Esto es lo que está en juego: un volumen de producción equivalente a todo lo que contribuye la minería en la actualidad.
La minería puede ser un crucial acelerador de la inversión y el crecimiento o un tremendo freno. Pero tan o más importante que su rol en la reactivación económica es su potencial contribución al desarrollo sustentable e inclusivo del país. Muy particularmente para asumir el desafío de pasar a una economía más intensiva en conocimiento. Al ser Chile un jugador de categoría mundial, genera un ecosistema propicio para desarrollar la innovación social y productiva que requiere el desarrollo que buscamos. Al alero de la minería podría construirse una industria de proveedores intensivos en conocimiento; como también prácticas ambientales y sociales con sello de calidad internacional y, desde ahí, difundirse a otras actividades productivas.
Es importante reconocer que la minería después de tantos años de actividad (y también de intentos por lograrlo) no se ha constituido, de manera significativa al menos, en este ecosistema de innovación y desarrollo que Chile necesita.
Lograrlo requiere que el conjunto de actores que participan en la minería sean capaces de concertar esfuerzos para innovar en todos los ámbitos. La recién creada Alianza Valor Minero es una señal positiva en esta dirección, ya que esta reúne a la variedad de actores que se requiere poner de acuerdo para que la minería contribuya a propulsar a Chile al desarrollo. Y un punto crucial a acordar es cómo en Chile vamos construyendo los procesos y los consensos respecto de la minería y en cómo construimos la confianza que permita la sostenibilidad de esos acuerdos.
Es en este contexto que uno de los proyectos prioritarios de Alianza Valor Minero es diseñar, acordar y validar una metodología y sistema de diálogo ad hoc a la realidad chilena, que fortalezca la sostenibilidad de los acuerdos, asegurando la creación de valor para todas las partes involucradas en el desarrollo de la minería en un territorio. Este proyecto busca sentar las bases para contar con un modelo probado de participación y resolución de conflictos. Este es el punto de partida si queremos desarrollar una mejor minería en Chile.
Chile necesita construir acuerdos que les den sostenibilidad a los procesos. La iniciativa público-privada de Alianza Valor Minero está siendo un ejemplo práctico de que es posible hacerlo.
Álvaro García H.
Presidente Ejecutivo
Alianza Valor Minero
