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La OCDE rebaja las perspectivas de crecimiento para 2016 por los emergentes

La OCDE rebaja las perspectivas de crecimiento para 2016 por los emergentes

Detrás de esa revisión está en particular China, principal fuente de preocupación si su ralentización es más acusada de lo esperado. La OCDE estima que, después del 7,4 % en 2014, su PIB subirá un 6,7 % este año (es decir una décima menos de lo previsto en junio) y un 6,5 % en 2016 (dos décimas menos).


La OCDE revisó hoy sus perspectivas de crecimiento para la economía mundial ligeramente a la baja las de este año y de forma algo más pronunciada las de 2016, a causa del empeoramiento en varios de los grandes países emergentes y de la incertidumbre en torno a una ralentización más marcada en China.

En su informe interino de septiembre, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) incrementó no obstante sus estimaciones sobre la expansión de la economía estadounidense hasta el 2,4 % ese ejercicio, cuatro décimas más de lo que había avanzado en junio.

También revisó, pero de forma más tímida (una décima más que antes del verano), sus cálculos sobre la zona euro hasta el 1,6 % gracias a la evolución más favorable en algunos de los países que más sufrieron la crisis financiera.

A pesar de eso, la zona euro sigue en baja forma, porque los autores del estudio consideran que se habría podido esperar una tasa de progresión más elevada teniendo en cuenta una serie de factores muy beneficiosos, como el bajón del precio del petróleo, la depreciación del euro y unos tipos de interés aún más bajos a largo plazo.

Para 2015, Estados Unidos no se salva de una ligera corrección a la baja de sus cifras de crecimiento respecto a las presentadas en junio (una décima al 2,6 %) y menos todavía la zona euro, que tendrá que conformarse con un 1,9 % (dos décimas menos).

Ahí Alemania puede ser la más afectada en términos relativos por lo que está pasando en China, ya que el 2 % de alza de su producto interior bruto (PIB) en 2016 pronosticado ahora es cuatro décimas inferior al anunciado en junio.

Detrás de esa revisión está en particular China, principal fuente de preocupación si su ralentización es más acusada de lo esperado.

La OCDE estima que, después del 7,4 % en 2014, su PIB subirá un 6,7 % este año (es decir una décima menos de lo previsto en junio) y un 6,5 % en 2016 (dos décimas menos).

Si esa desaceleración fuera más pronunciada y estuviera acompañada de turbulencias financieras en reacción a posibles subidas de tipos de interés (especialmente en Estados Unidos), eso podría tener repercusiones sobre la economía global, y en particular sobre algunos de los otros emergentes.

De entrada, hay dos de ellos -fuertemente dependientes de las exportaciones de materias primas, cuyos precios se han hundido- que están sufriendo fuertes recesiones: Rusia y Brasil.

En el caso de Brasil, los autores del informe prevén un descalabro del PIB del 2,8 % en 2015, es decir, dos puntos de descenso más de lo que pensaban en junio.

Además, ya no confían en una recuperación en 2016, sino en un nuevo recorte de la producción brasileña del 0,7 %.

El único que se salva de este escenario de empeoramiento entre los grandes emergentes es India, que debería mantener su cadencia de expansión: el 7,2 % de 2014 se repetirá en 2015 y casi exactamente en 2016 (7,3 %).

Ante este escenario, la principal cuestión es saber si China puede conservar tasas de crecimiento que le permitan absorber recursos y al mismo tiempo reequilibrar su modelo en favor de un mayor consumo interno.

Para la OCDE, las autoridades chinas deben utilizar el margen de acción de que disponen para estimular la economía, pero también liberalizar los servicios y ampliar los gastos sociales como forma de dar más peso al consumo.

En Estados Unidos, el desafío es que la Reserva Federal sepa establecer el calendario adecuado para una subida de tipos de interés que, para evitar sobresaltos y dadas las limitadas presiones inflacionistas, tendría que hacerse gradualmente.

En cuanto a la zona euro, el «club de los países desarrollados» insiste en que hay que progresar más en el saneamiento de los créditos dudosos -ahí pone como ejemplo la rapidez con que se hizo en EEUU- y también en la unión bancaria para combatir la fragmentación del mercado del crédito.

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