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El pánico está empezando Columna de opinión

El pánico está empezando

«Gracias a la incertidumbre regulatoria a nivel local, las expectativas de un cobre bajo, la alta inflación y la incertidumbre externa, es difícil buscar argumentos para justificar la idea de que el sentimiento de los agentes económicos mejore. Aunque aún no se vislumbra, si la situación externa empeora, es posible que nuestro país en algún momento de este o el próximo año, entre en recesión».


Una parábola viene a mi mente en las semanas que se han visto en los mercados financieros: la historia de la rana en el agua hirviendo: “Si tiras a una rana en una olla de agua hirviendo, va a saltar de inmediato para escapar. Sin embargo, si la colocas en una olla a una temperatura ambiente y luego subes la temperatura lentamente hasta que el agua hierva, la rana se va a quedar en la olla hasta que muera”.

La percepción que uno tenía hace dos años era que todo estaba bien, hace un año de que todo no estaba tan bien pero se veían luces en el horizonte. Hace seis meses se percibía escepticismo y, mientras tanto, la volatilidad comenzó a golpear a los mercados (VIX pasó en agosto largamente los 30 puntos).

Ahora se percibe un aumento del escepticismo, aumento más abrupto de la volatilidad (VIX nuevamente pasando los 30 puntos este mes), y un comienzo incipiente de cierta sensación de pánico al ver ciertos titulares en diarios locales (en relación con el precio del cobre), y extranjeros (algunos bancos que han recomendado “Sell Everything” como el RBS a principios de mes). Sin embargo, la respuesta de los bancos de inversión en renta variable es casi siempre “buy” o “hold” (en promedio), en crisis o momentos de auge, y a los inversionistas, cuando comienzan a perder, por su sicología, les cuesta reconocer el error y se aferran a la idea de mantenerse en inversiones, aun cuando se van “quemando lentamente” como en la parábola. Lamentablemente, tienden a salir en masa en el peor momento y es probable que, en la situación financiera actual, aún no estemos ahí.

En mi columna de octubre “Hay un alto riesgo de que lo peor aun está por venir” y en las anteriores, no he sido auspicioso con las expectativas para los mercados ni para la economía, y la realidad se ha ido colocando cada vez peor. Solo este año el cobre ha caído 3.5% luego de caer el 2015 un 25% y el petróleo ha caído un 10% este año, luego de bajar un 30% el 2015. Si bien puede haber un rebote de corto plazo, es probable que, al menos, se vuelvan a tocar los mínimos en el petróleo y que, en el caso del cobre, el precio siga cayendo en los meses siguientes.

El desempeño de las bolsas también ha sido poco auspicioso: Estados Unidos ha caído 7% en el año, el mundo medido por el ACWI ha caído 7% también, mercados emergentes han caído 8% y nuestro IPSA ha caído un 2% en Ch$. La tendencia de largo plazo sigue siendo bajista en los commodities y, si bien hay empresas que se ven a muy buenos precios, es posible que las caídas sigan, principalmente debido a un shock de oferta pero también debido a lo que está pasando con China.

Si bien China tiene amplias herramientas de política como la tasa de interés, la tasa de encaje a los bancos y amplias reservas, hay dudas crecientes acerca de la veracidad de las cifras del PIB de esa economía que algunos estiman estaría creciendo en torno a 3 y 4% (versus 7% aproximadamente, como dicen las cifras oficiales), y además, el país ha tomado una senda de depreciar su moneda para hacerla más competitiva (luego de la apreciación que sufrió por la fijación con el dólar durante años), lo que ha exacerbado la fuga de capitales desde China, que se estima en 2015 fue de US$1 trillón (7 veces más que en 2014). Las últimas caídas de la bolsa en China hacen pensar que podría haber una crisis de liquidez en ese país, toda vez que el Banco Popular ha inyectado grandes montos en el sistema y el market cap del gigante asiático es pequeño en relación con su economía.

A nivel global, las últimas noticias apoyan un escenario no optimista. Entre otros factores, en Estados Unidos, la última lectura del PMI fue de 48.2 para diciembre y es la más baja desde el año 2009 y el segundo mes consecutivo bajo 50 (bajo 50 implica contracción). Ayer la cifra de órdenes de bienes durables de diciembre, que también es un indicador líder, fue -5,1% vs. -0.6% esperado. El Banco Mundial y el FMI bajaron durante enero sus perspectivas de crecimiento global para este año, citando especialmente a los mercados emergentes como el bloque con mayores riesgos. Por último, es probable que la baja en el precio de los commodities aumente la tasa de quiebras en compañías del sector energético global y provoque inestabilidad fiscal y social en los países exportadores de crudo como Rusia, México y en el Medio Oriente.

Poco a poco se ha ido internalizando en Chile un precio del cobre bajo para el futuro cercano. Como decía mi jefe, “el precio del cobre está en el inconsciente de las personas”. Si bien el Índice de Percepción de la Economía (IPEC) de Adimark está en niveles mínimos desde mediados del año pasado, en torno al rango 35 – 40 (a niveles del año 2009), y bajo 50 desde mediados del 2014 (bajo 50 indica pesimismo), gracias a la incertidumbre regulatoria a nivel local, las expectativas de un cobre bajo, la alta inflación y la incertidumbre externa, es difícil buscar argumentos para justificar la idea de que el sentimiento de los agentes económicos mejore. Aunque aún no se vislumbra, si la situación externa empeora, es posible que nuestro país en algún momento de este o el próximo año, entre en recesión.

En el escenario financiero actual, es posible que la olla no llegue a su punto de ebullición y la rana no se queme. Sin embargo, le sugiero que, dada la inestabilidad actual y esperada por los factores mencionados, hable con su asesor y tome los resguardos necesarios si se siente identificado con el animal, y no espere pasivamente hasta que sea tarde. Si la crisis se da, la idea es que pueda aprovecharla a su favor.

Sergio Andrews

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