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¿Por qué solo las AFP? Opinión

¿Por qué solo las AFP?

«Perfeccionar el sistema de capitalización individual permitiendo mayor competencia, como por ejemplo que las AGF puedan ofrecer series de fondos ‘previsionales’ con características distintivas como: que los partícipes no puedan rescatar su inversión hasta que se pensionen, salvo que quieran mover sus ahorros a otra serie previsional de otra AGF o bien a una AFP. Actualmente, las AGF ofrecen series destinadas al Ahorro Previsional Voluntario (APV) y a Depósitos Convenidos. Se puede hacer. Con esta medida habría de inmediato 18 oferentes más de administración patrimonial que competirían entre sí. Se podrían crear portafolios mucho más a la medida de cada cliente, más que las 5 alternativas que hoy ofrece el sistema de AFP, ya que hoy existen 35 tipos y categorías de fondos mutuos».


Luego de un año de trabajo, la llamada Comisión Bravo entregó un informe que resume su evaluación del sistema de pensiones chileno y propuso algunos cambios, esto tras analizar la rentabilidad y los costos pagados por los afiliados al sistema.

Una conclusión a la que llegó la mesa es que la rentabilidad de los fondos no es la misma que la de los cotizantes, esto luego que calcularan la rentabilidad bruta promedio de los fondos de pensiones, entre 1981 a 2013, la que fue de UF + 8,6% anual. Esta cifra es objetivamente alta, pero como todo promedio, considera períodos con resultados muy distintos. Mientras en los primeros años la rentabilidad obtenida fue extraordinaria (en algunas etapas cercana al 20% real anual) en otros fue negativa, producto de las distintas crisis económicas. Será muy difícil que rentabilidades similares a las históricas se repitan en el futuro.

Además, la estadística que tanto se publicita calcula la rentabilidad sobre la base del valor de la cuota del fondo. Sin embargo, como la cuota no incluye la comisión cobrada a los cotizantes, hay una diferencia entre lo que rentó el fondo y la rentabilidad final del cotizante, incluidas las comisiones que pagó. En realidad, la rentabilidad mide la habilidad del gerente de inversiones de la AFP, pero no el retorno efectivo del afiliado.

Por otro lado, el monto destinado por el cotizante al sistema previsional no va íntegramente a su cuenta individual. Una parte, la comisión, va a la AFP que cobra por los servicios que presta, por lo que la rentabilidad final del cotizante debería considerar las comisiones pagadas.

Un punto que no está en discusión es que las AFP tengan ganancias (ingresos superiores a sus costos), pues los servicios no son gratis y alguien los debe pagar. Aunque se creara un administrador de fondos de pensiones sin fines de lucro (algo así como una ONG Previsional), igualmente se generarían costos que “alguien” debería solventar.

Sin embargo, podríamos cuestionarnos si la forma de cómo se cobra actualmente la comisión que remunera el servicio es la correcta. En este sentido, las comisiones de las administradoras son en función del sueldo imponible y se cobran solo cuando el afiliado cotiza (up front). El rango es muy amplio: desde el 1,54% (Provida) hasta el 0,41% (Planvital), donde al 31 de julio de 2016 el promedio simple es 1,15% y ponderado por el número de cotizantes es 1,136%.

El descuento mensual que se hace al cotizante es del 10% más la comisión, pero solo el 10% va a su cuenta de capitalización individual. Esto significa que la comisión calculada sobre el monto efectivamente ahorrado en la cuenta individual es del 11,36%.

El propósito del diseño de esta forma de cobro fue que el cotizante percibiera en su sueldo el impacto del cobro de una mayor comisión, promoviendo una mayor competencia entre las AFP. Es evidente que este esquema no está dando el resultado deseado, ya que al 31 de mayo de 2016 solo el 9,6% de los cotizantes está afiliado a la AFP más barata (Planvital con 0,47% a esa fecha) y el 55,5% paga comisiones entre el 1,44%, y el 1,54%. Esto ocurre a pesar que toda nueva persona que ingresa al sistema entre julio de 2014 y julio de 2018 está obligada a afiliarse a Planvital, como resultado del nuevo sistema de licitaciones.

Desde el punto de vista de la AFP, sus ingresos no están correlacionados con el desempeño de cada fondo: aumente o baje de valor, cobran lo mismo. Por otra parte, como existe un monto máximo de renta imponible (UF 73,2 o $ 1,92 millones), los cotizantes que ganan una remuneración total superior a dicho límite tienen un impacto relativo menor de la comisión sobre su ingreso total. El Informe indica que solo el 13% de los hombres y el 7% de las mujeres dicen saber cuánto cobra su AFP por comisión.

Asimismo, como mencioné en el primer punto, la información respecto a la rentabilidad de los fondos no incluye los costos directos cobrados al cotizante, haciendo prácticamente imposible que pueda calcular la tasa interna de retorno de su cuenta individual.

Para periodos prolongados, la dispersión de rentabilidades entre una AFP y otra “parece” poco significativa ante los ojos del cotizante con escasa educación financiera. Para el fondo C, el rango de la rentabilidad bruta promedio anual entre los meses de septiembre de 2002 y 2015 fue entre UF + 4,87% a UF + 5,47%, y para el lapso julio 1981 y septiembre 2015 fue entre UF + 8,20% y UF + 8,66%. Es un problema de conocimiento y percepciones, acrecentado por el efecto “manada”, ya que la legislación castiga el error y no premia el acierto.

La experiencia indica que la mayoría de los inversionistas aprecia la rentabilidad total final, mientras que los más instruidos la ponderan con el riesgo para hacer comparable un tipo de inversión con otra. Con el sistema actual de cobros los cotizantes no miden la rentabilidad de su cuenta individual.

Frente a toda esta problemática, una solución al problema podría ser una mayor competencia o considerar otras opciones. La industria de fondos mutuos ha alcanzado un gran desarrollo y profesionalismo. A junio de 2016, 18 Administradoras Generales de Fondos (“AGF”) administran más de US$ 45.600 millones, en más de 550 fondos con 2.590 series y tienen cerca de 2.100.000 partícipes. Cabe mencionar que hasta las propias AFP’s invierten en esta industria.

Las AGF cobran sobre el saldo de patrimonio administrado. Como la comisión de administración (remuneración fija) está descontada del valor de la cuota de cada serie de cada fondo, el cliente percibe directamente la rentabilidad efectiva obtenida.

Lo que se propone es perfeccionar el sistema de capitalización individual permitiendo mayor competencia, como por ejemplo que las AGF puedan ofrecer series de fondos “previsionales” con características distintivas como: que los partícipes no puedan rescatar su inversión hasta que se pensionen, salvo que quieran mover sus ahorros a otra serie previsional de otra AGF o bien a una AFP. Actualmente, las AGF ofrecen series destinadas al Ahorro Previsional Voluntario (APV) y a Depósitos Convenidos. Se puede hacer.

Con esta medida habría de inmediato 18 oferentes más de administración patrimonial que competirían entre sí. Se podrían crear portafolios mucho más a la medida de cada cliente, más que las 5 alternativas que hoy ofrece el sistema de AFP, ya que hoy existen 35 tipos y categorías de fondos mutuos.

Al cobrar sobre el patrimonio administrado los ingresos de las AGF dependen del rendimiento de los fondos. Así, las AGF tendrían un doble incentivo: tener rentabilidades relativas mejores que su competencia y generar rentabilidad absoluta positiva en sus fondos. Las personas podrían diversificar mejor, no solo en la clase de activos sino también por administrador (múltiples fondos en distintas AGF)

Se podría crear una entidad única recaudadora, separada de la función de administración de los fondos. El costo de esta nueva organización lo deberán pagar las entidades que quieran participar del sistema. Una estructura similar a la diseñada en el Seguro de Invalidez y Supervivencia (SIS)

Es cierto que estas ideas requieren un análisis más profundo de implementación, en especial en sus aspectos legales, regulatorios y de supervisión. Sin embargo, lo que se busca es generar mayor competencia efectiva, promover una mayor educación financiera y que los afiliados perciban directamente la rentabilidad de sus ahorros actuando en consecuencia. También, y de una vez por todas, que todos “sientan” que los fondos ahorrados para su pensión les pertenecen, que si bien es lo que ocurre actualmente, por alguna razón, no lo perciben así.

José Santomingo
Director FOL.cl

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