Publicidad
Estabilidad del dólar en medio de un gobierno poco convencional Opinión

Estabilidad del dólar en medio de un gobierno poco convencional

Reagan es el gran símbolo que Trump ha invocado como ejemplo del tipo de gobierno que quiere hacer, aunque varios de los análogos de las medidas serán menos convencionales que entonces. Por ejemplo, el nuevo gobierno ha acusado explícitamente a Alemania (y la Eurozona en general), China y México, que combinados representan la mitad del comercio de EE.UU., de una supuesta manipulación de sus monedas para debilitarlas y perjudicarlos. El efecto “ideal” de estos comentarios sería un debilitamiento del dólar contra estas monedas, lo que permitiría reducir el déficit comercial que EE.UU. mantiene con los tres.


De manera interesante, tras el cambio de mando en EE.UU., ha sido el mismo presidente y algunos de sus asesores económicos los que se han encargado de recalcar su disgusto por un dólar fuerte, explicando parte de su reciente caída.

Al mirar los factores que explican su valor de equilibrio, en el neto apuntan a la estabilidad, lo que es favorable para la toma de riesgo. Destaca la estabilidad del diferencial del crecimiento relativo del PIB per cápita entre EE.UU. y el resto del mundo, donde ambos crecerían algo más, apoyados por una recuperación de la inversión y un repunte cíclico tras años de desaceleración, respectivamente.

Por otro lado, el estímulo fiscal del gobierno de Trump no será muy potente en 2017, por lo que déficit fiscal y de cuenta corriente no se ampliarán bruscamente, apoyando un tipo de cambio estable. En términos de políticas monetarias, más allá de lo que pase en una reunión en particular, los precios incorporan una trayectoria gradualmente más restrictiva en EE.UU. y estable en sus principales socios comerciales, dejando menos espacio para sorpresas.

Entre los factores que amenazan esta estabilidad destacan un impulso fiscal más potente en EE.UU. que sea inflacionario y haga política monetaria más restrictiva y una desaceleración brusca en China. Pero también hay riesgos de un debilitamiento, que incluyen una recuperación mayor a la esperada en este último, o un Banco Central Europeo se vuelva más restrictivo y fortalezca el euro.

Pero más allá de lo económico, un gobierno impredecible podría sorprender en este ámbito también. Las declaraciones en contra de la fortaleza del dólar suenan como lo ocurrido en los 80 durante el segundo periodo de Ronald Reagan. En sus primeros cuatro años, los recortes de impuestos y fuerte crecimiento del gasto fiscal contribuyeron a un aumento en la inflación, que llevó a la FED a subir las tasas y apoyó una apreciación del dólar de más de 40% en cinco años.

Ante esto, desde el gobierno llamaron a los alemanes, franceses, japoneses y británicos para reunirse en el Hotel Plaza en Nueva York, desde donde surgió el denominado Acuerdo del Plaza, en que estos cuatro países se coordinaron para debilitar el dólar, que revirtió toda el alza previa en solo 3 años.

Reagan es el gran símbolo que Trump ha invocado como ejemplo del tipo de gobierno que quiere hacer, aunque varios de los análogos de las medidas serán menos convencionales que entonces. Por ejemplo, el nuevo gobierno ha acusado explícitamente a Alemania (y la Eurozona en general), China y México, que combinados representan la mitad del comercio de EE.UU., de una supuesta manipulación de sus monedas para debilitarlas y perjudicarlos. El efecto “ideal” de estos comentarios sería un debilitamiento del dólar contra estas monedas, lo que permitiría reducir el déficit comercial que EE.UU. mantiene con los tres.

La diferencia en este caso y el Acuerdo del Plaza es que los otros “participantes” hoy no quieren que sus monedas se aprecien. El mejor ejemplo es China, que busca precisamente lo contrario: depreciar el yuan para poder acomodar las perspectivas de menor crecimiento sin tener que restringir las condiciones financieras.

Por lo tanto, no habrá un «acuerdo», aunque probablemente tengamos más amenazas que busquen debilitar el dólar, tal como ha sido en el primer mes de gobierno. El principal obstáculo de esto no serán los otros países, sino el resto del programa económico de Trump, que de materializarse apreciaría el dólar.

La recuperación en el crecimiento global permite pensar en un dólar estable a mediano plazo, siempre que el gobierno de EE.UU. no quiera interrumpirlo a través de un aumento brusco en el proteccionismo, medidas que lleven a su banco central a ser mucho más agresivo de lo que hoy se espera que lo haga o una retórica contra la “manipulación” de otros países. En un escenario de estabilidad los grandes beneficiados son los países emergentes, cuyos activos tienden a tener mejor desempeño en este contexto de condiciones financieras y precios de materias primas estables y mayor crecimiento en el mundo.

Jorge Cariola
Economista
Grupo Security

Publicidad

Tendencias