La posibilidad de crear en democracia un gestor público, sin fines de lucro, independiente de grupos económicos, tiene efectos positivos innegables para la legitimidad de origen de ese actor en particular y del sistema previsional en su conjunto. Además, usar un modelo que opera en uno de los países con mejor calidad de vida del mundo y que ha generado actores internacionalmente reconocidos como líderes en la administración de activos, como son los fondos de pensiones canadienses, resulta alentador. Sin embargo, hay que tener cuidado con las expectativas, porque ya sabemos que, cuando no se cumplen, se generan graves problemas. A fin de contribuir con el debate, intentaré aterrizar algunos posibles excesos de optimismo.
El ministro Valdés viene de anunciar que el 5% de cotización adicional no será administrado por las AFP, sino por un administrador público que se crearía a imagen y semejanza del modelo canadiense. El secretario de Estado mencionó particularmente el Canada Pension Plan (CPP).
Esta noticia puede alegrar a muchos, y con razón. La posibilidad de crear en democracia un gestor público, sin fines de lucro, independiente de grupos económicos, tiene efectos positivos innegables para la legitimidad de origen de ese actor en particular y del sistema previsional en su conjunto. Además, usar un modelo que opera en uno de los países con mejor calidad de vida del mundo y que ha generado actores internacionalmente reconocidos como líderes en la administración de activos, como son los fondos de pensiones canadienses, resulta alentador.
Sin embargo, hay que tener cuidado con las expectativas, porque ya sabemos que, cuando no se cumplen, se generan graves problemas.
A fin de contribuir con el debate, intentaré aterrizar algunos posibles excesos de optimismo.
La primera expectativa irreal que podría incubarse, es que un cambio como el planteado por el titular de Hacienda implica que Chile se mueve hacia un sistema de pensiones como el canadiense.
El ministro habló únicamente de administrar los recursos siguiendo el molde canadiense, no se refirió instaurar un sistema de pensiones como el canadiense.
Cuando Valdés aludía al Canada Pension Plan, se refería más bien al Canada Pension Plan Investment Board (CPPIB), que es el ente que administra los recursos del Canada Pension Plan (CPP).
Ya que el modelo de administración es el objetivo, vale la pena hacer una aclaración histórica al respecto.
El origen de la administración canadiense, tal como la conocemos hoy, no surge con el CPPIB. Curiosamente nace en Quebec, la provincia más socialista de Canadá, con la Caisse de Dépôt et Placement du Quebec (la Caisse).
En 1965, Canadá reformó su sistema de pensiones. En ese proceso, todas las provincias, excepto Quebec, optaron por el Canada Pension Plan. Para la gestión de recursos se formó un fondo que básicamente compraba bonos de las provincias participantes del CPP en proporción a sus contribuciones al plan. El interés de esos bonos era lo que rentaría el fondo. El uso de los recursos era financiamiento general.
Quebec, en cambio, formó el Quebec Pension Plan y fundó para la administración de los recursos la Caisse, que adoptó una política de inversión completamente distinta. En lugar de financiar al gobierno de Quebec para fines generales, la Caisse destinó sus primeros esfuerzos al financiamiento de empresas públicas como Hydro Quebec y otras iniciativas de desarrollo económico en la provincia. Luego de pocos años, abrió su portafolio a activos como acciones, inversiones inmobiliarias, infraestructura, etc., con un portafolio de base similar al actual.
Hacia 1997 la sustentabilidad financiera del CPP estaba en riesgo y se requería un cambio.
Luego de evaluar alternativas (incluyendo un modelo de gestión privada de fondos similar al chileno), las provincias parte del CPP optaron por formar una agencia para administrar los recursos siguiendo el modelo de Quebec. Así nace el Canada Pension Plan Investment Board. Estudiar el proceso y la discusión asociada a este hito resulta muy interesante para contrastar con la situación actual de Chile.
La aclaración no es anecdótica porque, si bien los estilos de administración se parecen, los mandatos no son los mismos. Mientras el mandato del CPPIB es puramente la obtención de rentabilidad (que se mide sobre la base de parámetros de referencia definidos en función a la rentabilidad necesaria para responder a las necesidades futuras del plan), la Caisse incorpora en su mandato, además de la rentabilidad, el fomento al desarrollo de la economía de la provincia de Quebec.
Contrario a lo que se podría pensar, la experiencia muestra que la Caisse ha presentado en los últimos años menores costos de administración (0.18% vs 0.32%) y mejores resultados que CPPIB (los retornos de 5 años anualizados de la Caisse alcanzan 10.2%, mientras que los de CPPIB llegan a 6.8%).
Una vez que se conozca el uso que pretende darse al 5% extra, tal vez pasar por Montreal, además de visitar Toronto, puede ser una buena idea.
Siguiendo ahora con el aterrizaje de ilusiones, me hago cargo de otra expectativa que podría derivarse del reciente anuncio. Algunos podrían esperar que este cambio hacia una administración inspirado en el modelo de Canadá aproximara la situación de nuestros jubilados a la de los pensionados canadienses.
Si se mira el CPP, se puede ver que la tasa de cotización es igual a la de Chile, por lo que sería cosa de remplazar el administrador para alcanzar pensiones del nivel de un país desarrollado.
El sistema de pensiones canadiense es mucho más amplio que el CPP. Este es una simple parte de un todo mayor.
El CPP corresponde al pilar solidario contributivo obligatorio que se complementa con: a) un pilar no contributivo universal (Old Age Security), que a su vez se complementa con el Guranteed Income Supplement; b) un pilar de ahorro voluntario (tanto individual como empresarial); y c) el soporte social en materias como educación escolar universal gratuita, salud universal gratuita, beneficios sociales para la tercera edad, entre otros.
Si uno mira exclusivamente el CPP, encuentra que las jubilaciones promedio canadienses se parecen a las chilenas.
La pensión promedio pagada por el CPP es de 644 dólares canadienses mensuales (en el rango de los $300.000) y que la promesa de remplazo máxima es de un 25% de la remuneración imponible con tope de 13.110 dólares canadienses por año (algo así como $6.500.000 anual) para quienes cotizaron 40 años (recientemente se acordó una reforma para elevar la tasa de remplazo a 33%, el tope imponible y el máximo anual).
La diferencia de beneficios entre Canadá y Chile no responde al hecho de que en Canadá administra una entidad como el CPPIB, sino a que en Canadá operan diversos pilares de forma amplia. En Chile, en cambio, para gran parte de la población opera solamente la capitalización individual (los pilares no contributivos extrasistema y solidarios se reservan para los segmentos de población de más bajos ingresos).
Enseguida, se podría sembrar la expectativa de que el modelo es un fin en sí mismo y que su consagración asegura buenos resultados.
Lo cierto es que tan importante como el modelo es su implementación. Tal vez el gran riesgo de implementar un gestor público es que, en lugar de mantenerse como una entidad técnica independiente, se convierta en un vertedero de operadores políticos, candidatos derrotados, así como familiares y perritos falderos de parlamentarios o caudillos de partidos. Para evitarlo, en Canadá se han establecido fuertes normativas y prácticas corporativas que también deberían ser imitadas, no de manera puramente formal. Los cuoteos políticos propios del sistema binominal que vemos en otras instituciones o empresas (Banco Central, Consejo Nacional de Televisión, Tribunal Constitucional, Banco del Estado, Televisión Nacional, por nombrar algunos) serían profundamente perjudiciales para este intento.
Tampoco es esperable que este fondo vaya a ser una fuente de financiamiento de las Pymes o Start-up chilenas, aunque podrían destinar alguna parte de los recursos a ello, tal como lo hace la Caisse.
Por otra parte, para que se sepa desde ya, si seguimos el modelo canadiense, este fondo deberá invertir en acciones, en bonos y otros instrumentos de renta fija tanto en Chile como en el exterior. Igual que las AFP, el CPPIB, la Caisse o cualquier otro administrador de recursos previsionales. Diversificar por mercados y clases de activos va en beneficio de los cotizantes. La orgánica que se entregue a ese administrador no cambia nada.
Lo que sí puede resultar relevante es la rentabilidad que logre este administrador y los costos de administración en que incurra. Si se logran rentabilidades equivalentes a las obtenidas por las AFP a costos iguales o más bajos, se abre una puerta a una reforma más profunda. Habrá que ver.
Otra expectativa irreal es pensar que, mediante la creación de una entidad bosquejada a partir del CPPIB, van a desaparecer las “comisiones ocultas”.
Mi pronóstico es que, si se quiere seguir una filosofía de inversión similar a la de los canadienses, esas comisiones podrían incluso aumentar.
Para entenderlo hay que considerar lo siguiente: gran parte de la rentabilidad de los fondos canadienses proviene de la inversión en activos alternativos (private equity, infraestructura, negocio inmobiliario), estos activos son complejos tanto en la detección de oportunidades como en su gestión. Aquí el tamaño cuenta, por varias razones.
Los fondos canadienses de mayor magnitud, como la Caisse, Ontario Teacher’s Pension Plan o el administrador del Public Sector Pension Plan, PSP Investments, por ejemplo, han desarrollado grandes capacidades para internalizar al máximo posible el proceso de inversión.
La Caisse internaliza cerca del 90% de su proceso de inversión, cuenta con dos divisiones dedicadas a la inversión y financiamiento de proyectos inmobiliarios (Ivanhoe Cambridge y Otera Capital) y viene de formar CDPQ Infra para la inversión en infraestructrura. PSP Investments invierte en infraestructura directamente a nivel global (incluyendo inversiones como Transelec en Chile) y cuenta con AviAlliance, una subsidiaria dedicada exclusivamente a la inversión en aeropuertos.
Ese soporte les permite reducir sus costos de inversión al limitar la necesidad de managers externos que cobran comisiones de administración, pero solamente pueden hacerlo por el tamaño que tienen.
Para dar una idea, la Caisse de Dépôt administra cerca de US$ 250 mil millones, igual que CPPIB. Esos son cerca de US$ 70 mil millones más que todos los activos administrados por las AFP chilenas en conjunto.
Otro elemento: de acuerdo a datos de Preqin (empresa que provee información sobre el mercado de activos alternativos), tres fondos canadienses (CPPIB, Ontario Teacher’s y la Caisse) figuran en el top 10 de los fondos de private equity más grandes a nivel mundial, con CPPIB como número 1 de la lista y hay varios otros en el top 100.
Ese mismo tamaño y su presencia internacional (todos cuentan con oficinas en diversas partes del mundo) hacen que los fondos canadienses tengan peso específico y ganen acceso a oportunidades de negocio (lo que se conoce como deal-flow).
El nuevo administrador chileno no tendrá ni la experiencia ni la envergadura para internalizar de la forma en que lo hace su referente (CPPIB). Si quiere invertir en activos alternativos, va a tener que pagar bastante en comisiones.
Como se puede apreciar, hay muchos aspectos que considerar y paño por cortar, si se pretende implementar en Chile un sistema de administración similar al de los fondos canadienses.
Sin lugar a dudas el modelo canadiense puede resultar muy útil para la administración de fondos de pensiones en nuestro país, pero siempre y cuando se haga entendiendo con la debida profundidad el funcionamiento del sistema de Canadá. Intentar hacerlo de forma apresurada, sobre la base de lo que se puede ver en la superficie, puede hacer que el remedio sea peor que la enfermedad.
En esta materia, el copy-paste es mejor suprimirlo de las opciones.