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Cecilia Karlezi, la poderosa mujer que no da tregua ante la pelea en la Clínica Las Condes MERCADOS

Cecilia Karlezi, la poderosa mujer que no da tregua ante la pelea en la Clínica Las Condes

Natalia Saavedra Morales
Por : Natalia Saavedra Morales Editora periodística El Mostrador Mercados
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La hija de la fallecida María Luisa Solari es, como toda su familia, fanática de los caballos. Pero también una voz fuerte al interior de directorio de Falabella, en el que participa hace ya 15 años. Hoy comanda los negocios que heredó su madre, que en total representan una de las diez fortunas principales del país. Su protagonismo en los últimos meses va de la mano de una batalla que no quiere soltar: la CLC, y las razones no solo tienen que ver con que se dilucide una serie de aspectos objetados al directorio, sino también con otros proyectos de más largo aliento.


El 4 de noviembre de 2015 una noticia sorprendió al mundo empresarial, cuando una de las accionistas clave de Falabella, María Luisa Solari, falleció producto de un rebelde cáncer. Era la segunda de las tres hijas de Alberto Solari, uno de los patriarcas de las tiendas por departamento.

Bautizada como la “Icha”, tenía una cercana relación con su única hija, Cecilia Karlezi. La madre, siempre de bajo perfil, dio muy pocas cuñas a la prensa en su vida, pese a ser una de las controladoras de uno de los principales grupos de retail del país y de otro gran volumen de negocios, a través de su family office Auguri. Si alguna vez daba una entrevista, quería que fuera con su hija.

Y es precisamente Cecilia quien hoy comienza a visibilizarse más en las ligas empresariales. Aunque ha emulado a la “Icha” en el bajo perfil, dicen que tienen una diferencia: no le gusta quedarse callada cuando algo no le parece.

Es lo que ha pasado en la Clínica Las Condes (CLC), donde la empresaria ha sacado a relucir –a través de sus directores– una serie de prácticas de gobierno corporativo que no le parecen. “En Las Condes se ha hecho una labor de fiscalización que nunca antes a alguien le interesó. Ella podría haber vendido esas acciones, hacer la pérdida, pero no va a tirar la toalla”, comenta un cercano.

Tras convertirse en la única heredera de su madre, Karlezi se perfila como una de las mujeres chilenas con un patrimonio personal que supera los varios cientos de millones de dólares. Su mayor caja es el 13% de las acciones de Falabella, cuyo valor asciende a US$ 18.749 millones (al 11 de noviembre), siendo la empresa chilena más valiosa de la Bolsa, pero el total del portafolio suma un largo listado. El 17% de CLC, el 19% de Cruzados (la matriz de Universidad Católica), un 7,92% del Hipódromo Chile, la propiedad del haras Doña Icha (ex El Sheik) y acciones en Enaex, Moller & Pérez-Cotapos, Autopistas Valles del Bío Bio, Valparaíso Sporting Club, Rutas del Pacífico, Club Hípico, Enel y Embonor, entre otras, son parte de sus activos. Forbes calificó en su minuto –año 2015– la fortuna familiar en US$ 2.200 millones, una de las 10 más grandes del país.

[cita tipo=»destaque»]Pero su desacuerdo con la administración de CLC, encabezada por Jaime Mañalich como gerente general y Andrés Navarro como presidente, se debe a razones de fondo, aseguran fuentes. Lo primero es que a Karlezi no le gusta ser controladora de empresas, nunca ha sido su afán, ni en CLC ni en ninguna de las otras compañías donde participa. Pudiendo haber tirado la toalla y vendido sus acciones en la clínica –algo que su primo Carlos Heller ya hizo–, ha apostado por insistir en cambiar el modelo de negocios del recinto. “Por ejemplo, será un tema aclarar el valor de los insumos médicos en la clínica. Quizás sería fácil quedarse callado y hacer vista gorda con asuntos que, incluso, no afectan a los inversionistas, pero ella no es así y quiere que estos temas se aclaren”, apunta una fuente.[/cita]

María Luisa era reconocida por ser de carácter más conservador en materia de inversiones. Y así mismo fue como su hija fue asumiendo, en su representación, lugares en empresas clave. Falabella una de ellas, donde es directora hace más de 15 años. Cercanos al retailer comentan que Karlezi da sus opiniones, conoce el negocio y es una de las mujeres fuertes en representación del grupo controlador.

Una escena lo gráfica: fue una de las representantes del directorio que en el año 2007 dijo “NO” a la fusión entre Falabella y D&S (que no se concretó), convencida de que el retailer tenía méritos propios para crecer por sí solo.

Con su madre también armaron varios negocios. El del haras, una herencia familar, uno de víveros y de fundos en el sur del país, además de una empresa de Transportes (Campanario). La Icha no solo hizo dupla con su hija en los negocios, sino que su yerno, Alejandro Gil, se volvió un hombre clave, porque la representaba en varios directorios, al punto que asumió un rol de confianza que sigue ejerciendo ahora al alero de Cecilia. “Era un hombre de total confianza en sus negocios y también ha ejercido un rol clave en el apoyo para los negocios de la Icha y la Cecilia”, dice una fuente cercana a ambas. Otras dos figuras de confianza son Alex Harasic y el abogado Alejandro Quintana, que la representan en algunos directorios.

La empresaria también tuvo un solo hijo, Sebastián Arispe Karlezi, con quien manejan uno de los negocios de Honda más grande del país: la concesionaria Autokas.

Respecto de las familias controladoras de Falabella, Cecilia y su madre tenían una especial cercanía con los Cortés Solari, además de los hijos de Reinaldo, Piero y Sandro Solari. Si bien con Carlos Heller su relación es más formal, se mantienen vínculos cordiales con todo el grupo.

La excepción a la buena convivencia viene de la mano de un conflicto que Karlezi heredó. “Hace cinco años que la familia Karlezi se encuentra enfrentada en la justicia por un negocio familiar, que nada tiene que ver con Falabella, la empresa que originó la fortuna de su integrante más conocida. Una batalla que ha tenido enfrentada en tribunales a Cecilia Karlezi, dueña del 13% del mayor retailer local y de 17,3% de Clínica Las Condes, con sus primos con los que comparte el apellido. La disputa es en torno a la quebrada empresa de seguridad Patroll, fundada en 1978 por el ex marido de María Luisa Solari y padre de Cecilia Karlezi, Fernando Karlezi Marre y su hermano Iván Karlezi Marre”, relató Pulso en el verano de 2018.

Sueño y porfía

El caso de CLC golpeó particularmente a María Cecilia Karlezi. Esto, pues fue en ese centro de su salud donde su madre trato de pelear con una enfermedad que no le dio tregua. Así, la noticia en portada del diario La Segunda, en diciembre de 2017, de la salida el oncólogo Manuel Álvarez, le llegó como un balde de agua fría. El profesional había sido médico de su madre y un apoyo relevante para la familia.

Pero su desacuerdo con la administración de CLC, encabezada por Jaime Mañalich como gerente general y Andrés Navarro como presidente, se debe a razones de fondo, aseguran fuentes. Lo primero es que a Karlezi no le gusta ser controladora de empresas, nunca ha sido su afán, ni en CLC ni en ninguna de las otras compañías donde participa. Pudiendo haber tirado la toalla y vendido sus acciones en la clínica –algo que su primo Carlos Heller ya hizo–, ha apostado por insistir en cambiar el modelo de negocios del recinto. “Por ejemplo, será un tema aclarar el valor de los insumos médicos en la clínica. Quizás sería fácil quedarse callado y hacer vista gorda con asuntos que, incluso, no afectan a los inversionistas, pero ella no es así y quiere que estos temas se aclaren”, apunta una fuente.

Pero su aspiración es más grande que eso. Se trata de un proyecto que siempre comentó, pero que tras la muerte de su madre ganó más fuerza: un centro de salud de alta complejidad para el cáncer, que ayude no solo a pacientes del sistema privado, sino también a personas que no pueden costear sus tratamientos.

El tema era algo que la empresaria “palabreó” varias veces con Manuel Álvarez, con miras a que la CLC pudiera servir de plataforma para dejar parte de su dinero en una obra como esa, pero la salida del médico del recinto de salud puso esos planes en el congelador, aunque es uno de los proyectos que Karlezi quiere ver a mediano plazo. Su labor filantrópica se ha canalizado a través de la participación de su familia en la Fundación Caserta, ligada a la rama Cortés Solari, dedicada a la educación y fomento de la ciencia.

La idea sería desarrollar su propia ONG. “Si hay algo de lo que está convencida es que en algún momento le va dar forma a esa idea. Así como siempre ha dicho que no le gusta figurar como controladora de empresas, la idea de armar un centro público privado que ayude en materia de salud es una idea que tiene metida entre ceja y ceja”, recalca un cercano.

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