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Opinión: HidroAysén y el derecho de Rafael Mateo a cambiar de opinión  

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Patricio Segura, Presidente de la Corporación para el Desarrollo de Aysén.

Han pasado 7 años desde que en 2005 el español Rafael Mateo Alcalá aterrizara en Coyhaique con el claro fin de convencer a las autoridades políticas regionales de que lo mejor que le podía ocurrir a Aysén (y a Chile) era allanarse a la construcción de una serie de represas en los ríos Baker y Pascua. “Un proyecto importantísimo para Endesa Chile es traer la electricidad de los recursos naturales chilenos que quedan sin utilizar, entre los que está Aysén” dijo por esos días en la zona. 

En tal época no existía la sociedad con Colbún. Tampoco, por extensión, HidroAysén. Y Patagonia sin Represas no era tema.  Sólo estaba Endesa España y su interés de aprovechar los 3.155 m2 en derechos de agua en dos de los más caudalosos cursos hídricos de Chile. Recursos naturales que le fueran entregados entre el 12 de enero y el 1 de marzo de 1990, en las postrimerías del gobierno de Pinochet, a la Endesa Chile de José Yuraszeck.  Es parte de la historia cómo en los 80 este ingeniero, quien fuera mandatado como funcionario del Estado para privatizar el sector eléctrico nacional, tomó el control del holding Enersis (propietario, entre otras compañías, de Endesa Chile) una vez finalizado el proceso de enajenación. Y luego, a fines de los 90, lo vendiera a la Endesa hispana, en lo que fuera calificado como la “operación del siglo”. 

Como parte de la plana ejecutiva de HidroAysén, Mateo siempre relevó las necesidades energéticas del país y las posibilidades de desarrollo que traerían a Aysén las represas. Y así navegó varios años, en su cruzada personal y empresarial por demostrar que el agua es la “energía natural de Chile”. Incluso a costa de una gran mayoría de chilenos y ayseninos que estamos de acuerdo en que la utilización del agua con fines energéticos representa reales oportunidades para el país y las comunidades, pero en localizaciones, magnitudes y con métodos apropiados y no invasivos. Variables que HidroAysén, con sus represas en la Patagonia (y de paso Energía Austral, con río Cuervo sobre una falla geológica), no conjugan.

Todos tenemos derecho a tener opinión. Y a cambiarla, cuando en nuestro fuero íntimo así lo estimamos.  

Es lo que hemos sentido muchos con las últimas declaraciones del ejecutivo, quien desde 2010 es director general de Acciona Energía, eléctrica hispana enfocada a las energías renovables.  Y más específicamente a las renovables no convencionales como la eólica y la solar.

Porque fueron tres las verdades que ha dicho con fuerza el ejecutivo, quien durante 30 años hizo carrera en Endesa España en el ámbito de las energías convencionales térmicas y de grandes centrales hidroeléctricas.

Lo primero, que el futuro del mundo está en las energías renovables no convencionales. “Las soluciones que aportamos son muy permeables, muy modulares y muy poco invasivas. Por lo tanto, no deberían tener ningún inconveniente, al contrario, yo creo que en este momento las ERNC en general son una energía deseada, codiciada y aplaudida en el mundo entero” afirmó el 29 de enero al diario Estrategia. Y cuando se le consultó sobre los problemas de otros proyectos eléctricos, como el caso de HidroAysén, agregó: “Hoy, por ejemplo, los fondos de inversión están todos buscando invertir en activos renovables, por lo tanto no deberíamos tener ninguna expectativa preocupante, al contrario”.

Segundo, que si en algún momento ha sido competitiva la energía hidráulica es porque se sustenta en subsidios encubiertos. “No me gusta decir que en el mundo se está subsidiando a las ER, porque está más subsidiada la energía hídrica, que está cobrando un coste marginal que viene inducido por los conflictos en el mundo árabe. Entonces, hay que abrirle los ojos al regulador para que se dé cuenta de que cada energía esté en su justo precio y que, en ese sentido, está más subsidiada una energía hidráulica, que se vende al precio de la última unidad que entra al sistema —o sea, el precio de un ineficiente combustible fósil—, y a que se pague a la energía eólica lo que realmente cuesta” dijo por la misma fecha en la revista Qué Pasa.

Y tercero, que la discusión que hoy se debe dar Chile tiene que apuntar a cómo hacer que en el país las ERNC se desarrollen, y no enfrascarnos en solucionar los problemas de una empresa que recién comenzaría a operar en más de una década. Porque aunque le hace un guiño a su ex compañía —“creo que es una buena iniciativa”— en el mismo semanario acotó con mucha claridad: “Leía un informe de la Comisión Nacional de Energía (CNE) la semana pasada, donde aparecía que las primeras unidades de HidroAysén entrarán en servicio recién entre el 2023 y el 2027. Entonces, creo que las soluciones energéticas que vienen a resolver los problemas de ahora de Chile no son las que entran en el 2025. Hay soluciones energéticas macro y de largo plazo, como ésta, pero la economía chilena necesita respuestas en el corto plazo, como las energías renovables. Hay que enfocarse en este tipo de soluciones, seguras y rápidas, y no distraernos en otro tipo de discusiones”.

Sea bienvenido Rafael Mateo al grupo de especialistas en energía y sustentabilidad preocupados por futuro de Chile por sobre cualquier buen negocio, que vienen diciendo lo mismo desde hace bastante tiempo. 

Sea bienvenido, aunque eso signifique clarificar sus diferencias con el vicepresidente ejecutivo de HidroAysén, Daniel Fernández, quien en las últimas semanas ha hecho todo lo contrario, desprestigiar con fiereza las ERNC.

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