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Las diferencias con Velasco que instalan a Alberto Arenas en Hacienda


Alberto Arenas (PS) llega a Hacienda como uno de los dos hombres clave de Bachelet, junto a Rodrigo Peñailillo (PPD). Un ministerio que tendrá suma importancia en el próximo gobierno y para las tres reformas que Bachelet prometió impulsar. Entre estas, la tributaria será fundamental para llevar adelante los cambios en educación.

Su lealtad a toda prueba hacia la mandataría terminó por instalarlo en la cartera donde se administra el dinero fiscal.

Esa y otras diferencias con el ex ministro de Hacienda de Bachelet, Andrés Velasco, terminaron por instalarlo en el cargo.

La Presidenta electa “aprendió” de su primer gobierno que no podía cometer “nunca más el error” de seguir un criterio exclusivamente técnico como el que tenía su entonces ministro de Hacienda.

Velasco fue autónomo y “porfiado”, dicen quienes lo conocieron mientras fue ministro. A diferencia de él, Arenas le encuentra la razón a Bachelet y “no le pone obstáculos”. Buscará la manera de implementar y financiar lo que la mandataria diga.

Otro factor que contribuyó a instalarlo como actor clave para este segundo paso por La Moneda es que entiende algo que es “fundamental” para la Presidenta: la lealtad y la reserva, dos premisas que él no transa, por lo que el “alcance” de sus tareas suele mantenerlas en absoluta discreción.

Durante la campaña se aseguró que Arenas “no tiene agenda personal”, lo que le valió el ingreso al núcleo duro de Bachelet, siendo parte de “sus chicos” y que “no habla ni representa a Escalona, Osvaldo Andrade ni el PS, a nadie”.

Una última diferencia con el actual líder del movimiento Fuerza Pública, es que Arenas tiene relación con los diputados y senadores electos. Algo que es de suma importancia, si se considera que en el primer gobierno de Bachelet la misma Concertación criticaba a Velasco por su baja capacidad de dialogar y escuchar. Mientras eso sucedía, durante el 2008, Arenas se desempeñaba como director de Presupuesto (Dipres) de Velasco, y en la Concertación concordaban en que éste tenía más olfato político que el entonces ministro.

LA AGENDA LABORAL

Uno de los puntos importantes que el mundo del trabajo ha puesto sobre la mesa son las reformas laborales. La palabra y decisión que tome Arenas en esta materia no serán menores, considerando que es el dueño de la billetera fiscal.

Al respecto, el vicepresidente de la multisindical, Nolberto Díaz, dice esperar que las promesas se cumplan dentro del primer año de gobierno. “Me basta que cuando nos juntamos él nos dijo que no hay letra chica. Confío en que el ministro de Hacienda no va a ser lo que fue en el pasado, donde fue un freno al avance del desarrollo social de este país. Esperamos que las cosas que se dijeron en el programa se cumplan el primer año”, manifiesta Díaz.

Respecto de las tratativas entre Arenas y el empresariado para consensuar la reforma tributaria a cambio de no impulsar reformas al Código Laboral, Díaz se muestra escéptico. “Si eso fuera cierto, será escandaloso. No me puedo hacer cargo de eso”, sostiene.

DURO PARA NEGOCIAR

Es reconocido como un técnico hábil, con “las cifras siempre en la cabeza” y con gran capacidad de ejecución del gasto público. Los que han participado en negociaciones con él lo describen como “duro” y que cree que éstas deben cerrarse lo antes posible.

Jugó un papel decisivo en la discusión, elaboración y contenidos del programa de gobierno de Bachelet. Arenas fue el último filtro antes de Bachelet e incluso fue voz y cara de ésta, en varias instancias, especialmente ante el empresariado.

El nuevo ministro de Hacienda también tuvo un papel determinante en la elaboración de la reforma tributaria –punto crucial del programa Bacheletista–. Se dice que fue quien selló con el empresariado la premisa de transar la viabilidad de la reforma tributaria a cambio de no impulsar un Nuevo Código del Trabajo que cambiase radicalmente las reglas del juego en este ámbito

Arenas fue militante del Partido Comunista en su etapa escolar y mientras fue estudiante en la Facultad de Economía de la Universidad de Chile, tiempo en el que dejó su militancia por no compartir la premisa de la vía armada para recuperar la democracia.

Es ingeniero comercial, tiene 48 años y un perfil “tradicional” de clase media chilena. Ha realizado consultorías en diversos temas para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), especialmente en el área de pensiones y tiene un doctorado en economía de la Universidad de Pittsburgh.

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