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Alejandro Micco viaja a territorio amigo y en la OCDE le dan un multivitamínico


La mejor terapia para un funcionario de gobierno por estos días es ir a la reunión ministerial del Consejo de la Organización para la Cooperación y Desarrollo (OCDE) que se inició ayer, lunes, en París. El tema central del encuentro es “Economías resilientes y sociedades inclusivas: empoderando a las personas para el empleo y el crecimiento”. Como si el título no fuera lo suficientemente atractivo para los adherentes de la Nueva Mayoría, el programa de tres días gira en torno a tres ejes: crecimiento inclusivo, empleo y confianza pública.

Ese es el ambiente con que se encontró a su llegada a la capital francesa el subsecretario de Hacienda, Alejandro Micco, quien viaja con un discurso de gobierno que sigue el ritmo de esta organización de 34 países –fundada en 1961– con los cuales continuamente la realidad chilena se compara.

Cambio de foco: de los ingresos a la riqueza

Uno de los blogs que está en la página web de la OCDE publica el artículo, firmado por Brian Keely, titulado “Las ansiedades del rico”, donde se da cuenta de un giro en la discusión a nivel mundial, que también se ha vivido en Chile en el último año. 

“En el debate de la desigualdad, los ingresos atraen la mayor parte de la atención porque es el mejor indicador para medir la capacidad de la gente de poner comida sobre la mesa y pagar las cuentas”, se indica. Sin embargo, en las últimas semanas, la discusión ha estado enfocada en otro lado: la desigualdad de la riqueza, en vez de la de los ingresos. ¿La diferencia entre ambas? Los ingresos representan las ganancias, provenientes típicamente de los salarios o sueldos. Por contraste, la riqueza es un stock, es la acumulación de ingresos de una persona en la cuenta de un banco o en activos. Este ha sido el gran cambio que produjo Thomas Piketty con su libro Capitalism in the Twenty-First Century, dice Keely. Él colocó el foco en la riqueza y no en los ingresos. 

En Chile también se ha dado un giro más o menos similar, si se mira cómo se pasó desde el debate del sueldo ético familiar ($ 250.000), que comenzó la Iglesia Católica con el Obispo Alejandro Goic en 2007, a los argumentos que ahora se dan para llevar a cabo la Reforma Tributaria con el objeto de disminuir la desigualdad y mejorar la educación.

Siendo la acumulación de la riqueza uno de los focos de la discusión internacional, el secretario general de la OCDE, Angel Gurría, señaló que con una economía global creciendo en torno a 3,5% en 2014 y cerca del 4% en 2015, “es hora de imaginar un nuevo tipo de crecimiento que esté enfocado en el bienestar de la gente”. 

El duro diagnóstico

Uno de los documentos que sirvió de base para este encuentro es “Todos a bordo. Haciendo que el crecimiento inclusivo suceda”. El informe de 184 páginas barre con algunos de los principios que dominaron a la ciencia económica de las últimas décadas. Por ejemplo, se señala que “el crecimiento económico no es un fin en sí mismo”, sino que debe dar respuesta a desigualdades de naturaleza multidimensional y sus impactos en diferentes grupos de la población, lo que está contenido en el llamado Crecimiento Inclusivo.

A ello se agrega que los análisis y asesorías pro crecimiento están enfocados en mejorar los ingresos de la población y sus posibilidades de consumo; pero hay mucho que ganar si se va más allá de los ingresos y se incluyen dimensiones no monetarias que son relevantes para el bienestar y para llegar a través de distintas políticas a grupos sociales diferentes.

La OCDE señala que el ingreso promedio (después de impuestos y beneficios sociales) del 10% más rico es ahora 9,5 veces el del 10% más pobre, lo que implica que ha aumentado en 7 veces en los últimos 25 años. En muchos países, “los incrementos de los ingresos han beneficiados desproporcionadamente a los ricos”.

En los países en desarrollo y en las economías emergentes, las diferencias de ingresos entre ricos y pobres son mucho mayores que en los países de la OCDE. La desigualdad se está profundizando, como sucede en Chile y México –señala el informe–, donde el ratio entre el 10% más rico y el 10% más pobre está en torno a 27:1. Brasil anota un gap de 50:1 y Sudáfrica de 100:1.

Algunos párrafos con Chile incluido

El informe de la OCDE destaca, en la página 169, la forma en que la Presidenta Michelle Bachelet en su anterior administración llevó a cabo la Reforma Previsional a través de la Comisión Marcel en 2006, la que es “un ejemplo de cómo un cuerpo participativo ayudó a avanzar en una reforma en un campo controversial”. No contento con ello, el documento le dedica un recuadro explicando el proceso de discusión de dicha entidad. 

Esta forma de gobernar inclusiva o de comisiones es lo que ahora la oposición y grupos de opinión diversos (incluidos los empresarios) echan de menos en la segunda administración de Bachelet, aunque en su momento también le valió críticas por considerarlo dilatorio. El columnista David Gallagher habló con nostalgia de esa época cuando, en Radio Duna, criticó la manera en que se llevaba la Reforma Tributaria. En tanto que el economista Sebastián Edwards dijo al Diario Financiero que :“Lo verdaderamente sorprendente es que se emprenda un proyecto (Reforma Tributaria) de esta magnitud sin prácticamente ningún estudio serio sobre sus efectos indirectos y colaterales”.

Volviendo a París, se indica que las crecientes desigualdades en los ingresos de los países de la OCDE han sido acompañadas por un aumento relativo de la pobreza en dos tercios de los países. Sin embargo, destaca que en algunos países que comenzaron con altos niveles de pobreza, ésta ha caído, como Chile, Italia y Portugal. 

A juzgar por el contenido del foro ministerial, Alejando Micco debería volver renovado de Europa.

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