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La incómoda posición en que llega el ministro Arenas al “Día D” de la Reforma Laboral

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Después de varias incertidumbres, presiones de todo tipo y una arremetida comunicacional del empresariado de último minuto para tratar de neutralizar los puntos más relevantes de la agenda, esta mañana la Presidenta Michelle Bachelet finalmente firmará el proyecto de reforma laboral que enviará al Congreso. Un nuevo test para el liderazgo del ministro de Hacienda, Alberto Arenas, quien no siempre fue partidario de impulsar la iniciativa en este momento, pero que ahora, ya alineado con ella, deberá sortear la tramitación en el Congreso sin que el tema le deje nuevas heridas a su ya mermado liderazgo, como le sucedió con la reforma tributaria.

Los últimos días, junto a la ministra del Trabajo Javiera Blanco, el jefe de la billetera fiscal ha estado en todas las reuniones necesarias para afinar los detalles del proyecto que se conocerá completo hoy. No siempre fue así, Arenas –haciendo eco de los reclamos empresariales por el impacto que tendría en un escenario de desaceleración económica como el actual– fue partidario de postergar la reforma laboral para otro momento más adecuado, a pesar del compromiso que La Moneda había adquirido con la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) de enviarla al Congreso antes de fin de año y contemplar los 9 puntos claves.

Uno de los principales puntos de inflexión en la discusión sobre la reforma laboral, según detallan fuentes del mundo sindical, fue “cuando se empieza a dilatar la reforma por intervención de Hacienda, cuando se empieza a meter Alberto Arenas con el viaje a Europa”, refiriéndose a que durante el Chile Day, realizado en Londres a mediados de octubre, el secretario de Estado garantizó que la agenda laboral sería consensuada y que él tomaría la responsabilidad de conducir las reuniones. En esta operación fue secundado por el ministro del Interior, quien –por mantenerse en la sombra– no paga costos por el fracaso de la jugada.

La movida no cayó bien en la CUT, donde señalan que la intromisión de Arenas “haciendo declaraciones como la gradualidad de la reforma no ayudaron en nada en este proceso”.

Fuentes del mundo laboral señalan que “Arenas no es Velasco. Se sumó en las últimas reuniones con la CUT, pero nadie lo ha nombrado como un actor de relevancia en la negociación de la reforma con la multisindical. Creo que la tesis de la construcción publicitaria que se armó para darle peso en la negociación es bastante certera”.

En esta línea, el rol que ha tenido Arenas en torno a la reforma no es bien evaluado dentro de la multisindical. Según fuentes internas “ha habido más distancia, con Hacienda hay poca relación. Arenas ha sido torpe en su relación con la CUT, llegó atrasado a la discusión. A la reforma laboral debería haberse metido al principio, no al final”.

De hecho, y según detallan las mismas fuentes, la primera reunión que sostuvieron con el titular de Hacienda fue recién hace dos semanas, el lunes 15 de diciembre. Y no fue exitosa. Incluso la califican de “inútil”. Esto gatilló que los dirigentes, liderados por Bárbara Figueroa, se retiraran a los 45 minutos de iniciado el encuentro, molestos porque Arenas “llegó prepotente y diciendo que siguiéramos conversando. Pero no estábamos para seguir conversando. Queríamos respuestas para los temas pendientes”.

Fueron momentos tensos

En todo caso, en la segunda reunión que realizaron con Arenas a los pocos días, el tono cambió. “Vimos al ministro comprometido con los contenidos abordados con el Ministerio del Trabajo”. Tras lo cual, aseguran, “el rol que ha cumplido Arenas en estas últimas horas o días ha sido de afirmar la reforma laboral: ha ratificado contenidos conversados con el gobierno. En todo caso fue malo que se incorporara tarde a esta discusión”, precisan.

El viernes 26 en la mañana, Arenas y Blanco se reunieron por más de hora y media con los presidentes y secretarios generales de la Nueva Mayoría en el Ministerio de Hacienda, donde se les explicó a los dirigentes las líneas gruesas del proyecto y se habló en detalle de la necesidad de desplegar una estrategia para contrarrestar los intentos de la derecha y el empresariado de debilitar la reforma laboral, como ya ha sucedido con la tributaria y la de educación. Luego fue el turno de la CUT, la que después de casi cuatro horas con los secretarios de Estado y algunos reparos en puntos como el piso de negociación, reconoció –en voz de su presidenta Bárbara Figueroa– que con este proyecto se registrará un avance en derechos colectivos, como la eliminación del reemplazo de trabajadores en huelga.

Entre quienes estuvieron en las distintas citas de la semana pasada, aseguran que vieron al ministro de Hacienda cien por ciento “comprometido” y “convencido” de llevar adelante la reforma. “Arenas tenía un debate interno, pero lo despejó”, aseguró un timonel de la Nueva Mayoría, mientras otro precisó que el titular de Hacienda “cambió de opinión, porque fue hábil en darse cuenta de que no podía quedar como el Andrés Velasco del segundo gobierno de la Presidenta”.

También pesó un elemento no menor. Afirman que para la Presidenta Bachelet era imposible y una “incongruencia” en su condición de socialista, de Mandataria de un gobierno de centro izquierda, “no llevar a buen puerto esta reforma laboral”, tema sensible pero sobre todo “emblemático” para el mundo de izquierda de la coalición oficialista. No es casual, por tanto, que durante todo el año, haya sido clave el papel que jugó el timonel del PS, Osvaldo Andrade, quien puso todo su capital político en juego para evitar una postergación de la agenda laboral y generó una alianza estratégica con la ministra Blanco, precisamente para que se concretara la ceremonia de hoy en Palacio.

Por algo Andrade este fin de semana reconoció en una entrevista en El Mercurio que “no todos estaban convencidos de que era bueno presentar la reforma este año” y que el gran ganador de todo este proceso es la ministra Blanco. Sin embargo, no solo le hizo un guiño a Arenas –también socialista y de la Nueva Izquierda, misma corriente interna del timonel– sino que le tendió la mano y lo subió públicamente de lleno al carro de la reforma laboral: “Creo que Hacienda esto lo pesquisó a tiempo y está adentro. Y eso es bueno. Porque mi experiencia personal es que la contraparte en materia laboral que uno siempre tenía en el Ministerio del Trabajo era el Ministerio de Hacienda. Hoy día se ha llegado a una correcta relación entre ambos ministerios, con un propósito común. Porque esto es bueno para los trabajadores y para los empresarios, porque genera estabilidad”.

Ahora, en la coalición oficialista y los cálculos en el propio gobierno coinciden en que la tramitación de la reforma laboral debería ser rápida, dado que el tema no genera discrepancias internas en la Nueva Mayoría, sino que más bien es considerado un factor de aglutinamiento y cohesión del bloque. También coinciden las opiniones en que el desafío que ahora enfrenta el ministro Arenas en este escenario es llegar a la aprobación de la agenda laboral sin tener más problemas con el empresariado de los que ya ha acumulado durante el 2014.

“El test viene ahora, ya presentada en enero al Congreso, que se tramite rápido y que quede sin heridas como lo dejó la reforma tributaria”, precisó un dirigente oficialista, considerando que Arenas no atraviesa uno de sus momentos políticos más fuertes y seguir debilitándose pondría –aseguran– en un escenario complejo a La Moneda.

Consultados sobre el rol de Arenas en la reforma laboral y lo que se juega políticamente, desde Hacienda declinaron referirse al tema.

En la coalición ven al ministro de Hacienda “muy horquillado” por los empresarios, con la disyuntiva de que no lo reconocen como interlocutor válido. “Ser ministro de Hacienda y no ser poderoso es casi una incongruencia, pero ese es el caso de Arenas”, agregó un dirigente DC.

De la reforma tributaria también se dijo que sería un trámite expedito y, sin embargo, terminó siendo un traspié para el gobierno, dejó a muy pocos contentos y convencidos luego que el proyecto se “aguara” en la cocina política entre cuatro paredes que estrenó el senador Andrés Zaldívar. Ahora, con la agenda laboral, en el oficialismo esperan aprender de los errores cometidos, no repetirlos y eso pasa, entre otras cosas –añadieron en los partidos–, por no fijar plazos públicos que pongan entre la espada y la pared a alguna de las Cámaras del Congreso con la premura de cumplir con fechas límites autoimpuestas.

Gallitos de última hora

Es cierto que ahora Arenas no está en ruta de colisión con Blanco, sino que se alineó con la reforma laboral, aunque han quedado en evidencia algunos gallitos internos por tratar de instalar al ministro de Hacienda como el líder y conductor del proceso. La reunión del viernes debió ser como todas las anteriores, con los distintos actores vinculados al tema en el Ministerio del Trabajo, pero el equipo de Arenas presionó para que se hiciera en las dependencias de Teatinos 120, tratando de controlar también la difusión de prensa de la cita.

La Reforma Laboral se mantenía en reserva, bajo siete llaves, se tuvo especial cuidado en no trabajar muchas minutas precisamente para evitar filtraciones que enredaran las múltiples reuniones que lideraba el Ministerio del Trabajo durante meses. Pero la semana pasada, el jueves 25 de diciembre exactamente, se filtró uno de los borradores finales del proyecto y son mayoría quienes achacan la responsabilidad de eso al Ministerio de Hacienda, ya que solo Arenas y su asesor Julio Valladares –aseguraron en el gobierno– tenían ese texto de siete carillas fechado el 18 de diciembre que se publicó en El Mercurio.

Esa no es la versión final, durante el fin de semana se elaboró una versión actualizada con los últimos detalles. Cuando esta mañana Bachelet firme el proyecto en una ceremonia en el salón Montt-Varas, la iniciativa contemplaría la titularidad sindical, lo que implica que los beneficios de la negociación colectiva se podrían extender a los trabajadores no sindicalizados sólo si hay acuerdo para ello entre la empresa y el sindicato; no habrá obligatoriedad para sindicalizarse, consagrando la libertad de afiliación, se descartó eliminar el artículo 161 del Código del Trabajo que establece el término del contrato laboral por necesidades de la empresa, pero sí incorporará la anulación de ese despido, si se demuestra que ha sido utilizado como práctica antisindical.

Se eximirá el reemplazo de trabajadores en caso de huelga, pero se establece el deber de la organización sindical de proveer el personal necesario para cumplir los “servicios mínimos” y que el piso de negociación colectiva sean las condiciones de la negociación anterior.

Este último punto es uno de los que se terminaron de afinar durante el fin de semana, en una serie de reuniones de Blanco, el equipo técnico liderado por Roberto Godoy del Mintrab, conversaciones permanentes con la CUT y la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC).

Blanco conversó en varias oportunidades con la Presidenta Bachelet sobre la reforma laboral la semana pasada, incluso antes de Navidad almorzó a solas con ella para afinar todos los puntos involucrados.

En La Moneda quieren sortear bien la tramitación de la reforma, no regalar espacios comunicacionales a la derecha ni el empresariado, para que instale la idea que esta agenda perjudicará el empleo. Como flanquear a la oposición, ha sido tema de varias de las reuniones de la última semana y a eso responden las salidas públicas de diversas autoridades estos días, como Andrade, que ayer llamó a ambos sectores a tener "coherencia", recordándoles que el programa de gobierno de la ex candidata presidencial que respaldaron, Evelyn Matthei, incluía mejoras en la negociación colectiva y el fomento del diálogo entre trabajadores y empresarios. "Yo le pido coherencia a la derecha, que se haga cargo del programa que le propuso a Chile", señaló.

El senador DC, Jorge Pizarro agregó que “los empresarios saben que una buena reforma laboral da paz social, por tanto, el resto es prejuicio y politiquería", y el ministro vocero, Álvaro Elizalde, puso el foco en que “esta iniciativa tiene por finalidad modernizar las relaciones laborales, fomentar el diálogo y el entendimiento entre trabajadores y empleadores, y aumentar la productividad en nuestro país (…) esta agenda promueve el trabajo de calidad, más y mejor empleabilidad, mejores remuneraciones y más oportunidades para los jóvenes y las mujeres”.

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