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Opinión: Reforma Laboral y los cuentos de siempre


A comienzos de marzo publicamos una nota del proyecto de Reforma Laboral en la cual, junto con describir los principales puntos, intentamos cuantificar el impacto macroeconómico que tendría sobre la economía nacional. Así, aunque no podemos decir que la actual legislación y Código del Trabajo son perfectos, tampoco podemos culparlos de los desafíos inconclusos que tenemos como país.

Es importante recordar el marco general bajo el cual delimitamos la cancha y realizamos el análisis de la Reforma Laboral, para así evitar clichés, toda vez que la discusión de este tipo de reformas suele ser bastante encendida y en algunos casos la ira de defensores y detractores invalida cualquier intento de aporte más allá de toda duda razonable.

De acuerdo a nuestras estimaciones, la Reforma Laboral tendría un impacto marginal sobre el crecimiento del producto. A nivel de política pública, sería absurdo ignorar la legitimidad de modernizar las relaciones laborales o considerar criterios puramente económicos para el diseño de las leyes. Lo anterior, sin embargo, no implica que la reforma laboral sea perfecta, ni que no valga la pena intentar cuantificar sus impactos.

En este sentido, y a pesar de que ya parezca cuña publicitaria, es importante dejarse de eufemismos y reconocer que esta sí es una reforma sindical, ni más ni menos. Lo anterior no es algo malo, pero sincerarlo evita pedir peras al olmo: tal y como está, no se hace cargo de aumentar la productividad y flexibilidad laboral, y por lo tanto no veremos efectos en esos ámbitos.

Tampoco debemos caer en el lugar común de decir que “no están dadas las condiciones” para una reforma de este tipo, porque lo cierto es que no existe un óptimo para hacerlas y en algún momento hay que asumir el costo de hacerlas. Lo anterior, sin embargo, no implica que los costos deban ser obviados ni ocultados a la ciudadanía, y es ahí donde buscamos que nuestro análisis contribuya a poner las cosas en perspectiva.

Nuestro informe sobre la Reforma Laboral parte por analizar los pilares alrededor de los cuales se construye la reforma, entregando comentarios críticos con el objetivo de ser considerados en discusión legislativa. Nuestro objetivo es contribuir con un enfoque adicional, de manera de perfeccionar el trabajo realizado hasta el momento. Dentro de los temas principales, vale la pena mencionar la extensión de beneficios de la negociación colectiva, cobertura, negociación interempresa, información y el rol del Estado.

La extensión de los beneficios negociados por el sindicato tampoco es algo que genere consenso dentro del Gobierno y, más allá de un extensión automática para todos o que sea el sindicato el que autorice la extensión a los no sindicalizados, sin duda lo realmente importante es tomar en cuenta el comportamiento estratégico de trabajadores y empresas, así como efectos que una u otra acción tenga sobre el clima laboral.

Asimismo, la ampliación de cobertura de la negociación colectiva será sin duda una fuente de mayor desempleo en los segmentos más vulnerables por el alza en los costos.

La titularidad sindical y o a nivel de confederación o federación, aunque algunos no lo quieran reconocer, son temas donde sí existe evidencia que muestra que las estructuras sindicales por ramas tienen asociado más desempleo, ya que los acuerdos son tomados resguardando las demandas de los grupos de interés más que los de toda la sociedad.

Una materia central que dice relación al rol del Estado es la ampliación del derecho de información de los sindicatos, que mejora en parte con las indicaciones presentadas por el Gobierno, pero aún surgen varios conflictos y dudas en empresas y personas con poca y nula capacidad de negociación que podría llevar a un aumento de  la conflictividad durante el proceso de negociación y alterar la estructura de incentivos por desempeño.

Por ello, creemos que el rol del Estado debería ser mucho más potente con un trabajo coordinado y permanente entre los ministerios del Trabajo y de Economía por generar información para la negociación colectiva, considerando las dinámicas laborales y salariales entre sectores, por género, por zona geográfica, entre otros. 

En lo que dice relación al llamado reemplazo en huelga, se debe sincerar la discusión, ya que en casos en que los sindicatos concentren funcionarios claves para el normal funcionamiento, es posible que las huelgas generen paralizaciones completas. 

Por otro lado, el piso de la negociación es algo que no ha sido bien explicado y que confunde la discusión. Hoy, en caso de arbitraje, el peor resultado para toda la organización es que se mantengan los beneficios vigentes, por lo que no queda clara la racionalidad de esta medida.

Finalmente, de todas las disposiciones del proyecto, la ampliación de materias a negociar es un tema que da mayor flexibilidad, la que debería redundar en una mayor estabilidad del empleo.

Asumir el impacto macroeconómico de la reforma, tomando como base que se aprueba tal y como está planteada, es razonable, considerando que el gran cambio está radicado en la titularidad sindical y el mayor poder negociador de los sindicatos. Siendo este el corazón de la reforma, es bastante difícil que logre ser modificado de manera sustantiva.

Para estimar el impacto macroeconómico, el método utilizado es un modelo dinámico estocástico de equilibrio general, en que se considera la economía en su totalidad. Con ello se logra capturar las dinámicas de segunda vuelta entre distintos agentes y sectores económicos y no sólo los efectos directos, la principal falencia de los modelos usuales de equilibrio parcial que se aprenden en los primeros cursos de economía. Como todo análisis de este tipo, es necesario darse ciertos supuestos y aceptar que los modelos son simplificaciones de la realidad, que si bien son útiles, no son la realidad misma, y suelen ser blanco de cuestionamientos que apuntan a los casos particulares en que estas metodologías fallan.

Como supuesto de trabajo decidimos modelar la respuesta de la economía a un aumento en los salarios reales, producto del mayor poder de negociación de los sindicatos. Lo anterior no debiese sorprender a nadie, toda vez que ese es uno de los objetivos que se busca alcanzar al otorgar mayor poder de negociación a los sindicatos. Otro supuesto relevante es que, al aumentar el salario, los empleados menos calificados probablemente dejarán de ser parte del mercado laboral, lo que forzosamente aumentará la productividad laboral.

Los resultados nos muestran que, si bien el efecto sobre crecimiento agregado es bajo, el desempleo aumentaría de manera permanente. Ello, sumado a la sustitución de empleo por capital debido al cambio en los precios relativos, tiende a hacer desaparecer el efecto sobre salarios de la reforma.

Lo anterior, finalmente, favorecerá a aquellos trabajadores más capacitados y que ya se encuentran en el mercado laboral en desmedro de aquellos más vulnerables. Ahora, ¿es esto motivo para dejar de llevar a cabo la reforma? Difícilmente. Pero saberlo ciertamente ayudará a anclar las expectativas respecto de lo que se alcanzará con su aprobación, al tiempo que le permite al Gobierno generar políticas que mitiguen el impacto negativo sobre este grupo de la población.

Como ocurre en todas las grandes reformas, se suelen camuflar ideales y convicciones legítimas detrás de argumentos pretendidamente académicos o casos particulares que se extrapolan sin límites al análisis global. Sin embargo, esto poco ayuda a la discusión del proyecto de reforma laboral, y si queremos modernizar nuestras instituciones y asegurarnos de realizar buenas reformas, es fundamental dejar a un lado antiguos clichés y frases envasadas. Esto no es un juego, es el futuro de nuestro país. 

Felipe Bravo 
Subgerente de Estudios y Políticas Públicas de Santander

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