Premio por riesgo es lo que se pide a cualquier inversión cuya suerte no está cien por ciento asegurada. Lo mismo ocurre con los honorarios de ciertas profesiones que, por su ejercicio, corren mayores peligros que otras.
De aprobarse la reforma tributaria, una de las profesiones que se volverá de alto riesgo es la de abogado tributario, puesto que entre las medidas para disminuir la elusión y evasión se encuentra el establecimiento de sanciones no sólo a los contribuyentes que realicen maniobras tendientes a disminuir su carga de impuestos nada más que por razones tributarias y no por la naturaleza de sus actividades económicas, sino que también a los asesores que colaboren en el diseño de planificaciones tributarias elusivas.
El mero “olor a peligro”, dicen en el mercado, hará que estos abogados expertos en impuestos suban sus honorarios ante la amenaza de un Servicio de Impuestos Internos que “es un monstruo grande y pisa fuerte”, como dice la canción de León Gieco.
