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El desastre de los reemplazantes de Livingstone

El desastre de los reemplazantes de Livingstone

Julio Salviat
Por : Julio Salviat Profesor de Redacción Periodística de la U. Andrés Bello y Premio Nacional de Periodismo deportivo.
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Ante la negativa del legendario arquero para integrar la Selección Chilena que concurriría al Campeonato Sudamericano de Montevideo 1942, fueron nominados los metas Hernán Fernández y Mario Ibáñez. Se turnaron el pórtico, y los dos duelos terminaron 1-6. Tuvieron que convencer al portero de la UC para que fuera y salvara la patria.


“Ya no me siento con el entusiasmo de otras veces para afrontar un compromiso internacional”, le escribió Sergio Livingstone a la Federación Chilena de Fútbol para justificar su negativa a integrarse a la selección convocada por Francisco Platko, con miras al Campeonato Sudamericano previsto para comienzos de enero de 1942 en Montevideo, Uruguay.

Figura refulgente en el fútbol chileno, el «Sapo” disimulaba otros aspectos en su carta-renuncia. Alfonso Domínguez, el goleador de la época, había sido más franco: pidió que lo indemnizaran con un mes de sueldo por lo que dejaba de percibir en su club, Colo Colo, si participaba en ese torneo.

Como se ve, las reglas no eran muy claras ya en ese entonces. Los jugadores actuaban en los torneos por amor a la camiseta (que era blanca) y se conformaban con los premios (que eran escasos y pobres). Pero Livingstone y Domínguez ya no estaban para amateurismos.

La Federación anunció “severas sanciones” para el arquero de la Universidad Católica, mientras Platko llenó la plaza vacante citando a Mario Ibáñez, titular en Universidad de Chile.

El arco, en consecuencia, quedó a cargo del mencionado Ibáñez, que con el tiempo se transformó en un símbolo de la U, y de Hernán Fernández, quien llegó a ser ídolo en Unión Española.

sapo_argSergio Livingstone abrazado del portero argentino

DESASTRES INICIALES

El debut chileno se produjo el sábado 11 de enero frente al dueño de casa, futuro campeón. Por razones nunca aclaradas, el dueño del arco fue Mario Ibáñez, debutante en lides internacionales.

Alejandro Scopelli, jugador y entrenador de la U, asistió a ese torneo como enviado especial de la revista Estadio. Y le dedicó algunas líneas al arquero: “Me dio la impresión de que estaba algo nervioso, y es una cosa bien comprensible. Sin ánimo de defenderlo, creo que nada puso hacer en los goals (sic) que le marcaron, pero tuvo varias fallas en las salidas a destiempo y en la poca comprensión con los backs”.

A Ibáñez le hicieron cuatro goles antes de ser sustituido en el segundo tiempo por Hernán Fernández. Y el resultado final fue 1-6.

No quedaba otra que rehabilitarse ante Brasil, el próximo rival, al que enfrentaría cuatro días más tarde. Y así lo asumieron los integrantes del plantel, incluido su entrenador.

El titular, esta vez, fue el «Nano”. Y al minuto de juego ya había tenido que ir a recoger la pelota al fondo del arco. Más de alguien recordó en ese momento que la Asociación Central de Fútbol le había aconsejado en diciembre a la Federación que reconsiderara la concurrencia a ese torneo.

Resultado de ese partido: 1-6 otra vez. Esta vez todos los goles se los hicieron a Fernández.

La revista Estadio había calificado con un 4 la actuación de Ibáñez. A Fernández le pusieron un 2.
Comentario de Scopelli: “Los primeros cuatro goles fueron convertidos de manera sorpresiva, pues el arquero chileno defeccionó en forma lamentable”.

Y ardió Troya: en el entretiempo, los dirigentes que viajaron a Montevideo obligaron a los jugadores a desoír de ahí en adelante las instrucciones tácticas de Platko y a acatar la que ellos proponían. Y al mismo tiempo, telegrafiaron hacia Santiago exigiendo que “urgentemente envíen a Sergio Livingstone por avión a Montevideo”. El plantel había viajado en tren y en barco para llegar a la capital uruguaya, pero la necesidad era perentoria y no había que fijarse en gastos.

delantera chilena
Delantera de Chile en el Sudamericano: Armingol, Barrera, Dominguez, Norton Contreras y Riera.

EL MILAGRO DEL SAPO

Dicho y hecho: a Platko lo relegaron exclusivamente a la preparación física, y la dirección técnica la asumió un dirigente.

Había tiempo, por suerte: el tercer partido de Chile estaba programado para el 28 de enero. Había 14 días entre un partido y otro. Livingstone viajó el 17.

El rival era Paraguay, que le había dado dura lucha a Argentina (3-4) y había empatado con Perú (1-1).
Fue derrota otra vez. Pero decente: 0-2.

De ahí en adelante fue casi milagroso: 0-0 con Argentina, 2-1 a Ecuador y 0-0 con Perú.

Por lo menos no fuimos últimos, aunque el 0-0 con los trasandinos es algo mentiroso: los jugadores de la Selección Chilena se retiraron a los 43’ por considerar injusto un penal que se les cobró, y los puntos fueron adjudicados posteriormente a los argentinos.

Lo concreto es que a Chile le hicieron 12 goles en dos partidos, sin Livingstone. Y, con el «Sapo”, le anotaron tres en los cuatro partidos siguientes.

Eso explica por qué el portero de Universidad Católica fue dueño del arco chileno en partidos oficiales desde febrero de 1941 hasta septiembre de 1954, y haya sido considerado como el mejor arquero de la historia del fútbol chileno hasta la consagración internacional de Claudio Bravo.

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