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Reflexiones sobre esta contingencia Opinión

Reflexiones sobre esta contingencia

Richard Kouyoumdjian Inglis
Por : Richard Kouyoumdjian Inglis Experto en Defensa y Seguridad Nacional
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Esta columna fue escrita el martes 22 de octubre y recién han pasado 5 días desde que entramos en modo contingencia y tengo las siguientes reflexiones para compartir con ustedes respecto de la tragedia que nos afecta y que ha implicado muertes, heridos, destrucción de propiedad pública y privada, y una herida tremenda que espero seamos rápidos en reparar:

1) El rol de las fuerzas armadas:
En las circunstancias que vive el país, conviene recordar el propósito de las fuerzas armadas, las que tienen como función principal la defensa del territorio, el mar de Chile y la protección de los intereses nacionales donde sea que estén ubicados. La realización de lo anterior nos permite ser soberanos, independientes políticamente, disfrutar de la democracia y avanzar hacia un desarrollo sustentable inclusivo que incluya a todos los chilenos.
La constitución en su artículo 101 indica que las fuerzas armadas existen para la defensa de la patria y son esenciales para la seguridad nacional. Los eventos recientemente ocurridos indican que la seguridad nacional no solo puede estar en riesgo producto de la posible agresión de otros países, sino también por factores internos y externos o lo peor, la suma de ambos.
Las fuerzas armadas son requeridas cuando circunstancias excepcionales que van desde la guerra hasta desastres naturales demandan sus servicios, ya sea para defendernos de la agresión externa, restablecer el orden cuando el desorden supera a las fuerzas de orden y seguridad, o bien sea ayudar a los chilenos afectados por las inclemencias de la naturaleza.
Las fuerzas armadas reportan al poder ejecutivo, que es un poder civil y político. Actúan por instrucciones del presidente de la Republica y no se mandan solas. Cuando intervienen en circunstancias de excepción es porque así se los ordena el presidente, y es por ello que debemos dejar que los jefes de la defensa y sus tropas realicen su trabajo, que en esta oportunidad es de reimponer el orden y la seguridad pública, pero no les pidamos que se comporten como políticos o les pasemos la cuenta por decisiones políticas que ellos no tomaron.
Cuando intervienen las fuerzas armadas es porque claramente el resto de las soluciones políticas demostraron ser inefectivas y el ejecutivo decide recurrir al poder de las armas.
2) La necesidad de una buena y oportuna inteligencia:
Los incidentes y desórdenes civiles que están ocurriendo nos recuerdan la necesidad de tener inteligencia buena y oportuna que nos permita anticipar y no reaccionar. Quizás hora de que avancemos con la modificación y modernización de la ley de inteligencia que viene promoviendo el gobierno y en particular el ministro Alberto Espina, y quizás también debemos avanzar con la reconstrucción de los servicios de inteligencia nacionales, incluyendo la capacidad de leer bien lo que ocurre en Chile, ya que no creo que nadie quiera repetirse el plato. No tener inteligencia implica andar ciego en términos de seguridad nacional y tener servicios de inteligencia que operan aisladamente o con pocas capacidades en los tiempos actuales es algo de alto riesgo y poco deseable.

3) Seguridad Nacional:

Entiendo que a pocos les gusta el concepto de la seguridad nacional, pero después de todos estos días aun no entiendo porque no se ha citado al Consejo de Seguridad Nacional (COSENA), que es la instancia constitucional que debiera estar funcionando y asesorando al presidente en circunstancias como las actuales.

En relación con lo anterior, la actual situación que vive Chile nos hace pensar en la necesidad de que el presidente tenga un asesor de seguridad nacional, el cual debería ser capaz con su equipo de entender el panorama interno y externo desde la perspectiva de seguridad como un todo, que haga y exija buena información de inteligencia, que la sepa usar y por esa vía anticipar la ocurrencia de hechos que puedan colocar en riesgo a la nación chilena, aconsejar al ejecutivo tanto en los efectos de las políticas públicas sobre la seguridad nacional, como también en la forma de manejar situaciones que no son del todo normales.
El mundo y la realidad actual son demasiado complejos como para navegar sin buena inteligencia y sin un asesor de seguridad nacional.
4) La responsabilidad de lo que ocurre en la calle:
Cómo le explico a un soldado, a un marino, a un infante de marina o un aviador que será procesado y llevado a la justicia por haber herido o matado en forma no voluntaria o fortuita a un connacional en un estado de excepción, estado que el no gatillo y no eligió, y en donde las fuerzas armadas concurren a restablecer el orden y seguridad pública porque así lo dispuso el presidente de la república, el cual, dicho sea de paso, está obligado a hacerlo producto de sus obligaciones constitucionales.
No es fácil ser soldado y andar en la calle buscando que las cosas vuelvan a la normalidad. No siempre es tan claro y preciso la aplicación de las reglas de uso de la fuerza (RUF), más aún cuando estamos hablando de seres humanos que se cansan, pierden la paciencia cuando los molestan mucho rato, tienen que imponer toques de queda de noche, controlar a los descontrolados, saqueadores y vándalos y todo lo que implica realizar una pega como esta.
De todos los estados de excepción constitucional, el de emergencia es el más difícil de manejar. No es el de catástrofe en donde vas a ayudar y controlas que no haya pillaje, pero es uno en donde en general la gran mayoría está feliz de recibirte. En los estados de asamblea (guerra externa) y de sitio (guerra interna o grave conmoción interior) la misma gravedad de los hechos ayuda a que las reglas de operación sean más precisas y claras, como también las atribuciones que reciben las tropas de las fuerzas armadas. El estado de emergencia es complejo ya que igual implica desórdenes públicos complicados, pero que no califican según la autoridad para estado de sitio, estado que además requiere la aprobación del congreso nacional, lo cual en esta oportunidad es poco realista. Eso nos deja teniendo que manejar la emergencia pública con herramientas limitadas que pueden no estar de acuerdo con las circunstancias y en donde las armas solo se pueden usar en defensa propia.
Teniendo claro lo complejo de operar en un estado de emergencia debemos agregar que estamos usando a las fuerzas armadas como componente principal de la solución y a las policías de complemento. Las fuerzas armadas se preparan para la guerra y su especialización no está en la contención de personas que participan de desórdenes civiles. Si tienen harta experiencia de participar en catástrofes, pero ello como indicamos anteriormente no es lo mismo, y quizás solo aquellos que fueron a la misión de paz en Haití adquirieron la experiencia práctica de manejar y contener a personas en situaciones complejas.
Las preguntas que uno debe hacerse no son muy complejas, pero son ilustrativas. ¿Qué hago si alguien está violando el toque de queda, no obedece, y agrede a la fuerza militar? ¿Cómo reacciono y como actúo para cumplir el mandato legal de imponer el orden y la seguridad? ¿Cómo me comporto si estoy ante la presencia de vandalismo o de robo hecho y derecho? ¿Qué pasa si la gente no se detiene? ¿Cómo evito que siga ocurriendo el ilícito? Es la situación y los que están violando la ley los que generan los problemas. No son las fuerzas armadas las que están incendiando la pradera, ellas solo buscan bajar la temperatura para que las soluciones de fondo se puedan conversar y acordar. Los que están muy mal los son los que las agarran contra los soldados, marinos, infantes de marina y aviadores, ya que ellos solo están cumpliendo órdenes, la orden de reestablecer el orden y la seguridad pública.
Gonzalo Vial escribió en la segunda sobre revueltas similares anteriores ocurridas en 1949 y en 1957, y que se conocen como la batalla de la chaucha y la batalla del 2 de abril respectivamente, en donde lamentablemente quedaron muchos heridos y muertos, pero que demuestra que situaciones como las que vivimos estos días pueden terminar muy mal si es que no se manejan bien o se buscan sólo solucionar por la vía de las armas como se hizo en el pasado.
Teniendo claro que en la calle otra cosa es con guitarra, solo pido que no les hagamos más complicada la vida y tengamos comprensión con los que les pedimos que reestablezcan el orden y la seguridad pública, porque si no lo hacemos, quizás pocos o ninguno de ellos va a querer hacerlo nuevamente en el futuro si la situación así lo exige.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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