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Analista político Ernesto Águila: «El plebiscito de entrada es el único mecanismo que transfiere a los movilizados la decisión sobre la nueva Constitución» Opinión

Analista político Ernesto Águila: «El plebiscito de entrada es el único mecanismo que transfiere a los movilizados la decisión sobre la nueva Constitución»

Felipe Saleh
Por : Felipe Saleh Periodista El Mostrador
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El proceso constituyente que asegure la verdadera participación, los partidos en declive, el origen de la violencia y su camino en el corto plazo, el destino de Carabineros como policía desmilitarizada, todos estos temas están en conflicto en medio de la crisis social según el analista Ernesto Aguila, académico de la Universidad de Chile.


Ernesto Águila, académico de la Universidad de Chile y analista político cree que el gran paso para salir de la crisis es un mecanismo que contemple la participación de toda la ciudadanía, lejos de las cúpulas y los acuerdos partidarios. Las colectividades, tal como las conocemos hoy, están terminadas y deberían dar paso a nuevas formas de participación política. Aguila se opone a la opción que hasta ahora impulsa el gobierno de una «Convención Constituyente», porque serían los mismos parlamentarios que resolverían temas como la reelección, en los que son incumbentes. Con todo, ningún mecanismo asegura que automáticamente se acabe la violencia. Aquí explica por qué:

-En algunos sectores políticos, entre ellos RN que en la derecha ha llevado el estandarte del diálogo, se habla de que estamos entre 24 y 48 horas críticas para un acuerdo político ¿Cree que es así? 

-Hay un apremio por parte del sector más aperturista de RN. Pero creo que lo peligroso es intentar una salida al margen de los actores sociales y de una ciudadanía que está más allá de las organizaciones sociales tradicionales. No olvidemos que este movimiento lo iniciaron los estudiantes secundarios , no sé si alguien está conversando con ellos. Yo creo que no. Quienes tienen una debilitada representación política, se reúnen entre ellos y buscan acuerdos . Pero lo que deben hacer es exigir que los actores sociales sean escuchados y se sienten a la mesa. Si los actores sociales son dejados fuera de este diálogo es muy difícil que este crisis tenga una salida.

-La oposición, en un hecho prácticamente inédito, firmó una declaración pública en la que mencionan una Asamblea Constituyente como camino de salida y de creación de una nueva constitución. Pero la Asamblea no está en el diccionario del gobierno ¿cree que en beneficio del acuerdo, la oposición debería ceder a que fuera solo una AC? ¿Cual debería ser el rol de esos partidos en este contexto específico?

-Los partidos políticos dieron un paso fundamental al unirse en una declaración en favor de un plebiscito de inicio y de una Asamblea Constituyente. Algo impensado hasta algunas semanas. Es un acuerdo valioso aunque no sé si tiene convicciones muy solidas la base, las noticias que llegan del Congreso que se estaría abriendo la oposición a una convención mixta indica que el acuerdo pro AC parece que habría durado solo un día. Los partidos nuevos y viejos están luchando por su supervivencia, sienten el aire frío de una vigencia que pudiera esfumarse.

Sin embargo, la mayoría rehúye la autocrítica. La mayoría de los dirigentes o parlamentarios actuales no pueden ir a una marcha o a un cabildo, porque podrían ser rechazados o funados. No hay banderas de partidos en las grandes marchas. Todo ello es expresión de la fractura profunda entre lo social y lo político. Se hablaba de una sociedad despolitizada pero ha quedado en evidencia que la sociedad si estaba politizada, y que eran los partidos los que se habían vaciado de ideas, y permanecían indolentes ante un desprestigio creciente y un rechazo ciudadano que era palpable en la calle. Los sistemas de partidos están asociados a crisis económicas o sociales profundas. De allí nacen. Creo que esta crisis tiene la profundidad suficiente como para dar paso a un nuevo sistema de representación política y de nuevas formas de militancia en una próxima etapa.

-Sobre al mecanismo, el Gobierno no se ha pronunciado sobre un «plebiscito de entrada» para que los votantes decidan como se va a llegar a una nueva Constitución. Por el contrario el Presidente solo habló de un plebiscito ratificatorio. Salvo la Comisión Política de RN que aseguró estar a favor de un plebiscito de entrada y salida ¿El gobierno debería ceder? 

La complejidad y bloqueo que enfrenta el actual momento político tiene que ver con que esta inédita movilización expresa no solo un hastío profundo con la desigualdad y el abuso, sino una gran desconfianza hacia el sistema político representativo. Quien intente intermediar el actual movimiento corre el riesgo de una rápida depreciación. Lo que se ha llamado el “plebiscito de entrada” no es un capricho o una intransigencia sino el único mecanismo que transfiere a los movilizados y a la sociedad la decisión sobre la nueva constitución y, en particular, sobre el procedimiento para construirla. Quienes hoy defienden un congreso constituyente o una convención mixta de parlamentarios y ciudadanos electos frente a la opción de una Asamblea Constituyente (AC) deben estar dispuestos a someter su alternativa a la soberanía popular. Si el procedimiento no tiene una legitimidad originada en la voluntad popular se corre el riesgo de un cierre en falso de esta compleja coyuntura. Mientras más tiempo se demore el presidente y el gobierno en llegar a la conclusión de la necesidad de este “plebiscito de entrada” será más difícil encauzar esta crisis. En política cuando las decisiones no llegan a tiempo luego pierden efectividad.

-¿Podría ser este plebiscito de entrada la consulta programada para el 7 de diciembre?

-RN se abrió a esa posibilidad. Pero aún está todo muy líquido. Lo que pasa es que existe el riesgo de que se pueda dividir la derecha.

-¿Qué piensa de la Convención Constituyente que propone el gobierno?, una especie de grupo mixto entre ciudadanos y parlamentarios

-Pienso que esa propuesta tiene a lo menos dos problemas: mete a los parlamentarios que son incumbentes en varios temas ( régimen político , una o dos cámaras , límites la reelección) y además no tienen la legitimidad ciudadana, el
Congreso es de las instituciones pero evaluadas . Restarían legitimidad al proceso .

-¿Será suficiente un proceso constituyente con plena participación para desactivar la violencia?, volver a la «normalidad» como piden muchos

Un plebiscito que destrabe el tema del procedimiento es un punto de partida, pero no es claro que satisfaga a la ciudadanía movilizada. Lo que aquí se ha expresado es una profunda insatisfacción con las condiciones de vida a la que condujo el modelo neoliberal. Los ciudadanos y ciudadanas han comprendido que existe un nexo entre el tema constitucional y esta precarización de la vida que llevan. Esa comprensión no era sencilla y se produjo. Pero hay daño, rabia y resentimiento que no va a ser reparado por un anuncio constitucional. La democracia representativa requiere confianzas y cierta paciencia ciudadana para aceptar los tiempos que implican la aprobación de leyes o de políticas públicas. Rota esa confianza lo que se impone es un ciudadano escéptico e impaciente. Es un escepticismo lúcido en todo caso.

-¿Qué hay de diferente en estas personas que salen a la calle hoy? ¿por qué explotamos ahora y no antes?

-Lo que la ciudadanía también aprendió es que si no se moviliza con la masividad e intensidad con que lo ha hecho, la llamada clase política no se mueve. Hay una generación – la de 2006, 2011, y que luego ha reaparecido en movimientos medioambientales o feministas y que ahora está en las movilizaciones de 2019- que es profundamente desconfiada de las elites y que piensa que solo una movilización extrainstitucional es la que produce cambios o “mueve la aguja” como se dice ahora. Aprendió que había que saltarse el torniquete para que algo cambie. Eso se debe tener presente hacia el futuro, porque es ilusorio pensar que el tema constitucional resolverá todo. Es una condición necesaria pero no suficiente.

-Entonces, ¿no hay un anuncio que sea suficiente para una pacificación automática?

 -No creo que la violencia vaya a desaparecer mientras no se restituya una confianza en las vías institucionales y eso lo veo como un proceso lento e incierto en su resultado. Lo que hemos visto en estas semanas refleja una disolución del país en términos de comunidad. La pérdida de una cohesión mínima. La violencia destructiva expresa -mas allá de la critica o condena que se puede hacer- la acción de personas o grupos que no sienten el país o la ciudad como su casa. Uno no destruye su casa. Pero si el lugar que habita lo siente ajeno y hostil no se siente comprometido con cuidarlo. El mercado llevado a todo terminó por destruir los vínculos de comunidad, de sentido compartido. A su vez, este proceso de disolución de lo común está en directa relación con la destrucción de la educación pública ocurrida en las últimas décadas. Es en la educación pública donde se puede aprender a estar con otros y donde puede comenzar a practicar aquello de que la democracia no es solo un conjunto de reglas para dirimir diferencias sino que es una “forma de vida” , es decir, aprender una manera de estar y convivir con otros.

-Pero cuando hay destrozos la protesta pacífica queda en un segundo plano y el movimiento social casi eclipsado por hechos de violencia que son los que copan las coberturas televisivas por ejemplo ¿Como explicamos que no exista una protesta sin incidentes? 

-AsÍ  como se debe separar la manifestación pacífica o la desobediencia civil que es pacifica pero implica situaciones de fuerza de la violencia vandálica y condenar esta última, yo distinguiría entre la violencia delincuencial o el narcotráfico ,por un lado, de una experiencia de violencia a la que está sometida muchas personas y comunidades de manera cotidiana, sea por parte de un sistema social o jurídico-represivo que los agrede de muchas maneras y cotidianamente, y las rabias y resentimientos que ello va incubando en amplios sectores de la población. ¿ Que aprende o como vive un niño o niña de Lo Hermida ente los allanamientos de estos días y cuando observan que allanan sus casas y golpean a sus padres o a sus vecinos? ¿Que experiencia cotidiana hostil tienen los sectores populares, los trabajadores en el día a día, desde que parten al trabajo en la madrugada? Se ha hablado mucho de la violencia en estos días, creo que requerimos una reflexión más compleja y profunda del lugar estructural que esta ocupa en nuestra sociedad.

-En relación a la violencia ¿Cual cree que puede ser el futuro de Carabineros?

-Carabineros es una policía militarizada. Nace en 1927 de un regimiento del ejército. Desde su origen asume una disciplina militar y posee armamento militar. En el próximo debate constitucional debiera revisarse esta condición y desmilitarizar carabineros. Buscar un modelo cívico y democrático. Se requiere no solo enseñar derechos humanos a carabineros lo que ya se hace, sino revisar su doctrina y sentido. Carabineros debiera entender que su misión es resguardar el “orden público democrático”, no el “orden público” así a secas, sin apellido. Su misión es permitir que los derechos y libertades de los ciudadanos puedan realizarse, proteger ese derecho. Carabineros en el siglo XX fue concebido para enfrentar la “cuestión social”, reemplazando al ejercito en esa tarea. Pero esa no debe ser la misión de una policía moderna y en democracia. La desigualdad y los abusos son problemas políticos y no problemas de orden público.

-Esta crisis ha acentuado la urgencia de los cambios en la institución entonces.

-La forma como han reprimido en estos días y las violaciones a los derechos humanos que se han verificado, sumado a las crisis de corrupción y de la forma de actuación en La Araucanía, tiene a carabineros sumida en una profunda crisis. Piñera dio de baja a 35 generales y hay vacío de liderazgo. Se requieren medidas de corto plazo para evitar este uso indiscriminado de la fuerza que viene realizando carabineros, pero más en el fondo se requiere ir hacia otro modelo, no militarizado, de institución policial.

 

 

 

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