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Capitalismo y bienestar Opinión

Capitalismo y bienestar

Pablo Paniagua Prieto
Por : Pablo Paniagua Prieto Economista. MSc. en Economía y Finanzas de la Universidad Politécnica de Milán y PhD. en Economía Política (U. de Londres: King’s College). Profesor investigador Faro UDD, director del magíster en Economía, Política y Filosofía (Universidad del Desarrollo).
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El capitalismo pareciera ser una condición importante y necesaria para poder generar bienestar y poder así poder resolver muchos de los problemas que enfrentan las sociedades modernas. La lección más valiosa que nos dejan los últimos 200 años de historia y toda le evidencia empírica, es que el capitalismo no tiene que ser “derrocado”, , sino que debe ser guiado, vigilado y perfeccionado para que este cumpla su función de generar riqueza material e innovaciones, para luego utilizarlas y mejorar las condiciones de vida de todos.


En este mismo medio (ver aquí) hemos tratado de ayudar al presidente Gabriel Boric a clarificar algunas ideas y elementos conceptuales en torno al capitalismo y las principales instituciones que lo constituyen. Recordemos que hace algunas semanas el presidente desató un debate respecto al capitalismo al señalar que “parte de mí … quiere derrocar el capitalismo … creo firmemente que el capitalismo no es la mejor manera de resolver los problemas en la sociedad”. En esta segunda parte de nuestro análisis, revisaremos la evidencia empírica respecto al capitalismo y como dicho sistema económico —tan vilipendiado por el presidente e incluso hasta por columnistas en este mismo medio (ver aquí)— se relaciona con mejoras significativas en la calidad de vida y felicidad de las personas; haciendo que el capitalismo sea uno de los pilares más importantes en la generación de riqueza, que luego permite además la solución de muchos problemas en la sociedad.

En la primera parte ya analizamos la parte filosófica y ética respecto a la importancia del capitalismo, al señalar como este—en cuanto conjunto de instituciones que defienden la propiedad privada y promueve la libertad económica— es fundamental, no solo para desplegarnos como individuos libres y autónomos en la búsqueda de nuestro desarrollo (Sen, 1999), sino que también como una salvaguarda ante el poder político y ante los intentos de dominación (Friedman, 1962). Los mercados, el comercio, la generación de riqueza y la fragmentación de la propiedad (todos elementos del capitalismo), generan una esfera de poder económico que permite la protección de las personas ante los anhelos de dominación del poder político y del poder eclesiástico, entre otros. A nivel nacional, todo esto ha sido ya señalado por Carlos Pena en su libro Lo que el dinero sí puede comprar.

Pues bien, a pesar de todos estos argumentos de orden más ético o filosófico, todavía puede haber personas, como el presidente, que no estén completamente convencidas de la importancia del capitalismo para mejorar el bienestar de las personas y la calidad de vida de todos. Pasemos entonces a ver que nos dice la evidencia al respecto.

  • De la riqueza al bienestar humano 

Primero, como reconociera Marx y Schumpeter, el capitalismo en los últimos 200 años ha sido el gran motor que ha impulsado la generación de riqueza como nunca lo ha visto la historia de la humanidad; y, de consecuencia, ha ayudado como ningún otro sistema económico a erradicar la miseria y la pobreza en todo el mundo. La llegada del capitalismo de la mano de la revolución industrial entre 1750-1800 es uno de los hitos más importantes en la historia de la humanidad, ya que ha creado un proceso nunca visto de creación de riqueza sostenido. Este fenómeno es definido por el Premio Nobel de Economía Angus Deaton como “El Gran Escape” de la humanidad, de la miseria, el hambre y la pobreza. En simple, el fenómeno constata que aproximadamente después de 1750-1800, por primera vez en la historia de la humanidad el ser humano ha encontrado la manera sostenida y constante de expandir la riqueza y de escapar de la pobreza. La forma más fácil de entender este fenómeno es con el siguiente gráfico que muestra como después de 1800 hubo una explosión de riqueza (GDP/cápita), bienestar y mejores expectativas de vida en el mundo (ver más detalles aquí). 

El gráfico 1 tiene distintas líneas que muestran: expectativas de vida, riqueza por persona (GDP/cap), % de personas que ya no están en extrema pobreza, consumo de calorías, y % de personas que viven en democracias liberales. Todas las líneas apuntan hacia arriba de forma exponencial después de 1800 y evidencian una explosión de bienestar no solo material, sino que también a nivel biológico, físico y democrático. Todo esto no es casual y no es fortuito, sino que viene de la mano gracias a que el mundo después de 1800 ha adoptado el capitalismo como mecanismo de coordinación

Gráfico 1: el gran escape de la miseria 

Este fenómeno único de generación de riqueza y abundancia se puede también apreciar a través de la caída de la pobreza extrema en el mundo (gráfico 2); fenómeno positivo que nunca antes había ocurrido a lo largo de toda la experiencia de la humanidad en la tierra. Todo esto ha sido explicado de forma elocuente y cuantitativa por Marian Tupy, en su más reciente libro Superabundance. En el gráfico 2 se puede ver como en 1820—cuando el capitalismo estaba recién naciendo en Inglaterra de la mano de la revolución industrial—cerca del 80% de la población mundial vivía en la extrema pobreza. Hoy en el 2023, y después de que el capitalismo se expandiera a lo largo del orbe, solo el 8% de la población mundial vive bajo la pobreza extrema. De nuevo, esto no es casual, y ocurrió gracias a la expansión del capitalismo en el mundo.  Como lo ha señalado el cantante Bono de U2 (una de las figuras más emblemáticas de la ayuda humanitaria): “La ayuda [humanitaria] es solo un recurso provisional. El comercio, el capitalismo empresarial,  saca a más personas de la pobreza que la ayuda”.

Gráfico 2: la caída de la pobreza en el mundo

La historia del “gran escape” no termina aquí, ya que todos estos beneficios materiales y de riqueza no se traducen simplemente en más bienes de consumo y en más cosas materiales que nos “alienan” (como dirían algunos), si no que tienen implicancias enormes en el bienestar físico, médico y mental de las personas. Es decir, la expansión de riqueza que genera el capitalismo, genera además efectos positivos en el bienestar multidimensional de las personas al mejorar sus expectativas de vidas y condiciones físicas. Gracias al capitalismo la humanidad pudo escapar de las terribles “trampas Malthusianas”, que tenían a la humanidad arraigada a la pobreza, la miseria y al conflicto por recursos escasos (Tupy and Pooley, 2022). La Revolución Industrial y el capitalismo acabaron con dicha economía de “catástrofes malthusianas” (i.e., los límites y tensiones que pone el crecimiento demográfico en los recursos escasos), haciendo posible que los países dejaran atrás la pobreza extrema y las muertes prematuras. 

En el gráfico 3 puede verse como Inglaterra, el primer país en verse beneficiado por el establecimiento del capitalismo, sufrió una transformación positiva en el bienestar físico de las personas sin precedentes: las expectativas de vida pasaron de apenas 39 años en 1800 a 81 años en el 2018; la mortalidad infantil pasó de un 25% a un 0,4%; la escolaridad y la educación alcanzaron niveles sin precedentes; la tasa de alfabetización pasó de un pobre 51% para las mujeres en 1840, a estar hoy sobre el 98%; y, finalmente, las personas son más altas, no sufren desnutrición, se han erradicado la mayoría de las grandes enfermedades y un sinfín de otros efectos positivos documentados por dos Premios Nobel de Economía: Robert Fogel en su libro Escapar del hambre y la muerte prematura y Angus Deaton El gran escape. Salud, riqueza y los orígenes de la desigualdad

De nuevo, esto no es casualidad y no es una coincidencia que todas estas mejoras en el bienestar físico de las personas ocurrieran justo después de 1800-1850. Estas mejoras en las condiciones de vida de las personas son el producto positivo de la generación de riqueza y de la producción de ideas en el mercado que trajo consigo el capitalismo y se conocen como la “curva de Preston”. La curva de Preston indica que las personas nacidas en países más ricos, en promedio, pueden esperar vivir más que las personas nacidas en países pobres. En síntesis, la riqueza y “el PIB per cápita aumenta la esperanza de vida al nacer a través del aumento del crecimiento económico y el desarrollo en un país y, por lo tanto, conduce a la prolongación de la longevidad” (Miladinov, 2020). El capitalismo, junto con los avances médicos, han contribuido a que nuestros seres queridos puedan vivir vidas más longevas, saludables y mejores, y que nuestros hijos no mueran al nacer.  

  •  El poder emancipador de la libertad económica 

De la misma manera, aquellos países que son los más capitalistas en el mundo al promover de forma intensa la libertad económica (como Suiza, Dinamarca, Suecia, etc.) son aquellos que luego pueden permitirse mantener mejores condiciones de vida para sus ciudadanos; haciendo que sean los países en donde las personas viven mejor, están más contentas y más satisfechas con sus vidas. En la siguiente tabla se puede ver el ranking de libertad económica de la Heritage Foundation, que nos permite ver de forma cuantitativa aquellos países que son más intensivos en capitalismo, mercados y libre competencia. 

Tabla 1: Índice de libertad económica del mundo (los países Top 15)

A través de esta tabla podemos entender los siguientes dos gráficos en donde podemos observar que aquellos países más capitalistas y ricos, son los mismos en los cuales las personas están más satisfechas con sus vidas y tienen mejor desarrollo humano. En el gráfico 4 se puede ver que aquellos países que son ricos (GDP/cápita) y que poseen más riqueza material, como Irlanda, Dinamarca, Suiza, Suecia, Nueva Zelanda, etc., son los mismos países en donde las personas viven mejores vidas y están más contentas con sus propias experiencias vitales (life satisfaction). No es casualidad que, al ver la tabla arriba y ver el gráfico 4 abajo podemos notar que aquellos países (como los mencionados), y que están en el top 10 de libertad económica, sean al mismo tiempo los mismos en donde las personas están más contentas y más satisfechas con sus vidas. Lo mismo ocurre con el índice de desarrollo humano en el gráfico 5 más abajo.  

Gráfico 4: satisfacción de vida y felicidad 

Como hemos visto, hasta ahora la humanidad ha creado solo una forma de generar riqueza de forma exponencial y sostenida en el tiempo: a través del conjunto de instituciones que conforman el sistema económico del capitalismo (Milanovic, 2019)

El capitalismo genera riqueza material y dicha riqueza luego posibilita el obtener otras cosas positivas y no materiales como salud, felicidad y bienestar multi-dimensional. Así las cosas, los  países que promueven el capitalismo y la libertad económica son aquellos que producen más riqueza y crecimiento económico, y luego son los mismos que producen mejores expectativas de vida, mejores condiciones de salud y medicas para sus ciudadanos, mejores índices de desarrollo humano y mejor satisfacción personal.

Además, en las economías más libres que promueven el uso de los mercados y defienden la propiedad privada, las personas pueden recibir una remuneración correcta por sus esfuerzos y por su creatividad y pueden ser más productivos gracias a la acumulación de capital. Esto ayuda a que las personas se sientan más útiles, importantes y parte valiosa de la sociedad; así, se sienten auto-realizadas, empoderadas y apreciadas en cuanto individuos. Por lo demás, el crecimiento económico permite que haya más especialización de nicho y más espacio (demanda) para actividades más creativas como: dibujantes, artesanos, fotógrafos, músicos, viajeros, baristas, designers, bloggers, gamers, y un sinfín de nuevas actividades de nicho que serían imposibles de sostener económicamente sin el capitalismo. Todo esto hace que las personas puedan seguir sus propios caminos de vida como desean —por más estrafalarios y de nicho que puedan ser estos— y, al mismo tiempo, se puedan enriquecer mientras hacen las cosas que disfrutan.

Gráfico 5: desarrollo humano y riqueza capitalista 

En ningún otro sistema económico conocido hasta la fecha se han podido sostener tales niveles de libertad personal, creatividad, excentricidad de nuestras carreras, desarrollo humano y flexibilidad para poder decidir qué hacer con nuestras vidas y nuestras habilidades. La realidad capitalista entonces, y su creciente bienestar de los últimos 200 años, distan años luz de aquellas voces infundadas que, con escasa evidencia, creen que el capitalismo es sobre todo un sistema de explotación y de alienación, basta con ver la evidencia. La libertad económica es además fundamental para las mujeres y sus derechos, expandiendo sus libertades, empoderamiento y posibilidades (Davis y Williamson, 2022). La filósofa Ann Cudd en su libro Capitalism, For and Against señala como el capitalismo ha sido positivo para la emancipación de la mujer, expandiendo su libertad y dándole los recursos económicos y profesionales para defenderse de los intentos de dominio y subyugación. En palabras de Ann Cudd (2015): “El capitalismo trae innovaciones tecnológicas y sociales que son buenas para las mujeres y altera las tradiciones que las subordinan de maneras materialmente beneficiosas y socialmente progresistas … el capitalismo se opone al ideal tradicional y sexista del autosacrificio femenino”. En efecto, las sociedades con mayores niveles de libertad económica, ajustadas a la disparidad de género, tienen resultados económicos y sociales superiores para las mujeres (Fike, 2018). Fike (2018) concluye además que la libertad económica está correlacionada con mayores oportunidades económicas y mejores resultados de salud y educación e independencia financiera para las mujeres.  

  • Conclusión 

Finalmente, el economista Pete Leeson (2010) investiga la relación entre el capitalismo y el bienestar general. Leeson evidencia que los ciudadanos de países que se volvieron más capitalistas durante el último cuarto de siglo se volvieron más ricos, más saludables, más educados y además políticamente más libres. Los datos evidencian inequívocamente la superioridad del capitalismo en el desarrollo y en el bienestar de los seres humanos. En la más extensiva revisión de la literatura, Hall y Lawson (2014), compilaron una base de datos de 198 artículos al respecto de la libertad económica (que mide el grado de capitalismo de un país), para concluir que, de dichos papers, 134 de estos (un 67% de todos los estudios) encontraron una relación empírica fuerte, que muestra que la libertad económica sí genera “buenos” resultados en muchas variables que apreciamos: crecimiento económico acelerado, mejores niveles y condiciones de vida, salarios reales crecientes, más felicidad en la población, mayor movilidad social, etc. (véase también Álvarez, et al., 2023 y Geloso and Dean, 2021). 

En síntesis, hemos visto el poder y el valor de la libertad económica y del capitalismo en poder generar las condiciones económicas y materiales de base para vivir vidas mejores, más sanas y más satisfactorias. El capitalismo pareciera ser una condición importante y necesaria para poder generar bienestar y poder así poder resolver muchos de los problemas que enfrentan las sociedades modernas. La lección más valiosa que nos dejan los últimos 200 años de historia y toda le evidencia empírica, es que el capitalismo no tiene que ser “derrocado”, como cree nuestro presidente, sino que debe ser guiado, vigilado y perfeccionado para que este cumpla su función de generar riqueza material e innovaciones, para luego utilizarlas y mejorar las condiciones de vida de todos. El capitalismo debe ser mantenido ya que sus instituciones forman parte fundamental de nuestras libertades más básicas, e influye de forma positiva en un sinnúmero de variables relacionadas con el desarrollo humano, la felicidad, la satisfacción personal, la emancipación de la mujer y nuestro bienestar. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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