
La Fifa vivirá en mayo las elecciones más calientes de su centenaria historia
Todo indica que Joseph Blatter volverá a imponerse para completar su quinto periodo al frente del organismo. Sin embargo, el tráfico de influencias y la corrupción evidente al interior de esta verdadera empresa transnacional, auguran un proceso no exento de ácidas polémicas y sacadas de trapitos al sol por lado y lado.
Los números explican por sí solos que en su momento haya habido seis candidatos a defenestrar a Joseph Blatter como presidente de la FIFA en las elecciones que deben llevarse a cabo el próximo 29 de mayo en Zurich, Suiza. Y explican, también, el por qué el suizo, 79 años, sin profesión conocida, defenderá con dientes y uñas su derecho a permanecer por cuatro años más a la cabeza del máximo organismo futbolístico mundial, para completar cinco períodos marcados primero por la sospecha y luego por una corrupción que resulta tan evidente como vergonzosa.
Quien ocupe el cargo máximo de este organismo, que acoge 16 países más de los que registra las Naciones Unidas, manejará un presupuesto de 4.900 millones de dólares e ingresos calculados por 5 mil millones durante el período 2015-2018. De esos ingresos, 2.700 millones provendrán de derechos de televisión y otros 2.300 por concepto de marketing, aportados principalmente por los patrocinadores de la próxima Copa del Mundo de Rusia 2018.
Sólo en el año 2013, la FIFA obtuvo ingresos por 1.386 millones de dólares.
Fútbol: la 17° economía del planeta
Más que una ONG multimillonaria, la FIFA es una transnacional tanto o más poderosa que cualquiera de las que manejan el mundo fruto de su incontrarrestable poderío económico. Es que, según datos del propio organismo, 270 millones de personas participan de manera activa del fútbol en todo el mundo, sea como jugadores, directores técnicos, dirigentes, árbitros o asistentes.
El fútbol es, a la vez, el deporte que más dinero mueve en el planeta. Se calcula que anualmente maneja más de US$ 500 mil millones. Dicha cifra es, aproximadamente, tres veces superior al Producto Interno Bruto (PIB) de Argentina, un país inmensamente rico y que no es más rico sólo porque ya se lo han robado muchas veces. Tal vez demasiadas.
Para dimensionar mejor lo que el fútbol significa en términos económicos: si se considerara un país, sería la 17° economía a nivel global.
Tales cifras, que llegan a ser obscenas en un mundo cada vez más desigual y con tantas carencias, explican el por qué el cargo de mandamás de la FIFA es tan codiciado. Su presidente, su séquito, y los miembros del Comité Ejecutivo, son recibidos como celebridades o como reyes en cualquier país del mundo. El poder que ostentan les permite vivir como príncipes, aun cuando sean los tipos más honestos y probos de la tierra. Y es que gozan de viáticos extraordinarios, sólo se hospedan en hoteles de cinco estrellas como mínimo y a ninguno de ellos, para almorzar o cenar, se les ocurriría pedir algo parecido a un charquicán o una cazuela.
Cuatro en carrera
Cerrado el período para presentar candidaturas, de los seis primitivamente en carrera finalmente quedaron sólo tres para competirle al todo poderoso Blatter.
Jerome Champagne, dirigente de la FIFA y mano derecha de Blatter entre 1999 y 2010, decidió bajarse, lo mismo que David Ginola, ex seleccionado francés. Hasta nuestro Harold Mayne Nicholls, ex presidente del fútbol nacional, declinó su candidatura, explicando que “para llevar adelante una campaña como esta necesitaba mucho, muchísimo dinero, que no tengo y que tampoco pensaba pedir, por los compromisos que ello implica”.
Los que sobrevivieron a esta poda fueron el príncipe jordano Ali bin Al Hussein, actual vicepresidente del organismo; Michael Van Praag, presidente de la Federación Holandesa, y el ex jugador portugués Luis Figo, seleccionado de su país y figura en el Barcelona y el Real Madrid de los “Galácticos”. Todos ellos pudieron cumplir con los requisitos exigidos para participar de tan magno acontecimiento: contar con el apoyo de al menos cinco asociaciones nacionales y haber participado activamente en el fútbol por lo menos dos años de los últimos cinco.
¿Alguno de ellos tiene posibilidades de desbancar a Blatter? Todo indica que no. Blatter cuenta con una muy bien aceitada maquinaria. Menos aún si como, en esta oportunidad, la “oposición” irá dividida. Sólo la UEFA (Unión Europea de Fútbol Asociado) es hostil a un nuevo mandato del actual presidente, en la testera desde 1998. Pero la renuncia de Michel Platini, su presidente, a levantar una candidatura, le quitó fuerza al organismo. La mejor prueba de ello se produjo durante el congreso que la FIFA celebró en junio del año pasado en Sao Paulo, en pleno Mundial Brasil 2014. Cuando los delegados europeos presentaron un proyecto para limitar la edad y el número de mandatos del presidente (proyecto claramente con nombre y apellido), la votación, a mano alzada y no secreta, significó una dolorosa derrota para los “reformistas”.
De los tres candidatos, el príncipe jordano Ali bin Al Hussein es, por ahora, el adversario con un discurso más agresivo. El pasado 3 de febrero denunció la «cultura de la intimidación» en el seno de la institución y exigió un «debate público». En su cuenta Twitter (@AliForFifa), reclamó de nuevo la publicación del famoso informe García sobre el polémico proceso de otorgamiento de la sede de los mundiales de 2018 y 2022 a Rusia y Qatar, respectivamente. «Si este informe no se publica completo, la FIFA seguirá suscitando sospechas», tuiteó el jordano.
“Informe García”: trabajo acucioso, pero inútil
¿A qué alude el príncipe cuando se refiere al “informe García”? Al documento elaborado por el estadounidense Michael García, juez instructor de la Comisión de Etica de la FIFA, cuya investigación sobre las irregularidades en la adjudicación de la sede del Mundial de Rusia y de Qatar, decidida el 2 de diciembre de 2010, llegaba a conclusiones lapidarias acerca de la limpieza de los procedimientos. Dicho informe, de 350 folios, 75 testigos entrevistados, una extensa lista de grabaciones y 20 mil páginas, fue al final desestimado por el alemán Hans-Joachim Eckert, responsable de otro órgano de la Comisión de Etica (la Cámara de Resolución). Eckert, contra todas las evidencias, concluyó en que no hubo irregularidades en la concesión de ambas sedes mundialistas. Adujo, además, que era imposible publicar el documento elaborado por García en su totalidad y sólo presentó un extracto de 42 páginas.
El estadounidense, que tardó un año en su investigación, renunció el 17 de diciembre, molesto con la decisión de Eckert y provocando la “sorpresa” de Joseph Blatter. Y es que si respecto del mundial ruso existen fundadas sospechas de abundantes irregularidades, en el caso de Qatar estas se multiplican. Son, casi, certezas. El Sunday Times, tabloide británico, basado en un informante que conoce todos los vericuetos de la FIFA, denunció que Issa Hayatou y Jacques Anouma, ambos integrantes del Comité Ejecutivo de la FIFA, recibieron 1,5 millón de dólares para otorgarle la sede al país árabe.
Es que lo de Qatar fue simplemente un escándalo. Sólo después que el país árabe ganara la votación, los dirigentes parecieron percatarse de que jugar allí, pleno verano en el hemisferio norte, era criminal. Con una temperatura que en la cancha podría llegar hasta los 60 grados, ¿qué público se puede esperar? ¿Y qué se puede esperar de los jugadores, sujetos además a un esfuerzo físico supremo?
Blatter, que luego del escándalo aceptó investigar las irregularidades denunciadas, siempre aclaró que, cualquiera fuera el resultado de estas, ni Rusia ni Qatar perderían la sede.
El mayor desafío en 111 años
Por más que sea el favorito para ganar el 29 de mayo, Blatter y la FIFA se enfrentan al mayor desafío a su autoridad desde su fundación, hace 111 años. Inglaterra, por ejemplo, que postulaba al Mundial de 2018, anunció que no participará en las elecciones. El Parlamento Europeo, por su parte, lanzó hace un tiempo una campaña con el nombre de “Nueva FIFA Ahora”.
“La imagen de la FIFA va de mal en peor”, dijo el eurodiputado británico Damian Collins. Agregó: “Hemos llegado a un punto crítico y es urgente un cambio en el organismo”.
El grupo lanzó una Carta para la Reforma de la FIFA y un plan de 10 puntos para lograr el cambio. “El tiempo para la evolución ya ha pasado. Lo que ahora necesitamos es una revolución. La gente derribó el muro de Berlín y ha llegado el momento de que hagamos lo mismo. Necesitamos una nueva FIFA”, dijo Bonita Mersiades, ex integrante de la Federación Australiana y parte de la fallida candidatura de su país al Mundial de 2022.
La FIFA, por cierto, no se ha quedado de brazos cruzados frente a las crecientes críticas que la acusan de una ya desenfrenada corrupción. Intentando lavar su deteriorada imagen financió, con 27 millones de dólares, la película “United Passions”, que pretende contar la historia del organismo fundado en 1904. Estrenada el año pasado, con actores de la talla de Sam Neill, Tim Roth y Gerard Depardieu, entre otros, la cinta resultó un sonado fracaso. Se exhibió en apenas una docena de países y las pobres asistencias a los cines determinaron que nunca permaneciera más de dos semanas en cartelera.
Ni Brasil, en pleno Mundial, se interesó por exhibirla. Encarnado por Sam Neill, Joao Havelange es considerado en la película el dirigente brasileño más poderoso en la historia de la FIFA. El pudor, a veces, funciona: Havelange tuvo que renunciar a su cargo de presidente honorario del organismo en abril de 2013, cuando se enteró de que iba a ser sancionado por aceptar sobornos en acuerdos relacionados con los mundiales.
Los que conocen el film relatan que hay una escena de antología. Joseph Blatter, personificado por Tim Roth, frente a la denuncia de que hubo compra de votos por parte de sus partidarios para asegurar su elección en 1998, en el que constituiría su primer período a cargo del organismo, exclama ante un grupo de ejecutivos de mercadeo de la FIFA: “La más mínima falta a la ética dentro del organismo será severamente castigada”.
El costo de la corrupción
La pésima imagen de la FIFA no ha dejado indiferentes a varios de sus “sponsors”. Sony y Emirates ya cortaron sus vínculos comerciales con el organismo. A ellos se les unieron luego Castrol, Johnson&Johnson y Continental, que ya deslizaron que no renovarán sus contratos como patrocinadores. Estas tres últimas empresas desembolsaron 524 millones de dólares en publicidad durante el último Mundial Brasil 2014.
Para cubrir estas vacantes, ya se sabe que la empresa de gas rusa Gazprom será un nuevo aliado de relevancia, al paso que Samsung y Qatar Airways podrían cubrir las plazas que dejan Sony y Emirates.
Mientras, el proceso eleccionario entró a tierra derecha con la confirmación de los cuatro candidatos. Se supo que, tras verificarse que cada uno de ellos cumplía con los requisitos para presentar su candidatura, los interesados debieron superar una “prueba de integridad” de la Comisión de Etica de la FIFA.
Luis Figo, Ali bin Al Hussein y Michael Van Praag deben haber tenido problemas para aguantar la risa.