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Otra mentira: que el estadio techado del Parque O’Higgins iba a ser para la gente

Otra mentira: que el estadio techado del Parque O’Higgins iba a ser para la gente

Cuando están pronto a cumplirse diez años del contrato de concesión a favor de la empresa que concluyó las obras de un recinto abandonado por décadas, los sucesivos gobiernos jamás han hecho uso de los seis días por año en que, gratuitamente, podían disponer del recinto. La ineptitud y desidia de las autoridades deportivas es tanta, que el Polideportivo del Estadio Nacional sigue sin el trámite de recepción de obras. Lo peor es que se le niega al deporte, pero en cambio se facilita para espectáculos rockeros.


El 7 de marzo de 2006, en la inauguración del estadio techado del Parque O’Higgins, hoy Movistar Arena, el Presidente Ricardo Lagos comenzaba a despedirse de su cargo, que en cosa de días pasaría a ser ocupado por Michelle Bachelet. La monumental obra, que por años había sido una construcción abandonada, refugio de vagabundos, drogadictos y delincuentes, se transformaba, por fin, en un escenario que en ese momento, se creyó, acogería al deporte.

Lagos, orgulloso de su acierto, decía en la ocasión, con el tono grandilocuente de los políticos, o al menos de la inmensa mayoría de ellos: “Hoy estamos entregando un estadio para los chilenos a la altura del Siglo XXI. Una arena que nos va a permitir muchas cosas”.

Nueve años después, sin embargo, los chilenos jamás han podido disfrutar del recinto, como no sea pagando altos montos por una entrada para ver a las mejores bandas del rock mundial o a artistas como Chayanne o Luis Miguel. Y es que los sucesivos gobiernos –Bachelet, Piñera y nuevamente Bachelet- jamás han hecho uso del contrato de concesión, que estipulaba que el Ejecutivo podía hacer uso gratuito del recinto seis días –continuos o alternados- por cada año.

No estamos hablando de cantidades insignificantes que podría haberse ahorrado el gobierno. El Mostrador pudo saber que el arriendo del recinto por un día, entre las 8.00 de la mañana, hasta las 4 de la madrugada del día siguiente, tiene un valor de 22 millones de pesos más IVA, sólo que la productora está obligada a contratar, con el mismo Movistar Arena, todos los servicios anexos, entre ellos el catering.

El gerente de la Productora consultada hace, además, una salvedad: “Pero esos aproximadamente 26 millones de pesos que cuesta arrendar el recinto por un día es un gasto que sólo puede hacerse en contadas oportunidades. Cuando se trata de presentar a un artista del nivel de Raphael, Pet Shop Boy o Marc Antonhy, por ejemplo, el Movistar Arena hay que contratarlo por dos días como mínimo, para los efectos de alcanzar a montar y desmontar escenarios que suelen ser enormes”.

En otras palabras, el gobierno ha resignado aproximadamente 1.400 millones de pesos en estos nueve años de Concesión en que nunca se ha hecho uso del recinto que, según Ricardo Lagos, iba a estar al servicio “de todos los chilenos”.

¿Razón? Al parecer no la hay. Consultado tiempo atrás el Instituto Nacional de Deportes, por medio de la Ley de Transparencia, acerca de cuántas veces el gobierno de Chile había hecho uso del Movistar Arena de la forma que le franqueaba el contrato de concesión, se limitaron a responder que una sola vez: entre el 15 y el 20 de enero de 2013 para “Desarrollo y Producción” del Rally Dakar de ese año.

Pero nunca se explicó cómo podía haberse utilizado en esas fechas el Movistar Arena (o la cúpula del Parque O’Higgins, como se le denomina al recinto a nivel gubernamental) para el Rally Dakar, en circunstancias que, por esas mismas fechas, la prueba de desarrollaba entre Córdoba y La Rioja (15 de enero), La Rioja-Fiambalá (16 de enero), Fiambalá-Copiapó (17 de enero), Copiapó-La Serena (18 de enero), y, finalmente, la etapa La Serena-Santiago (19 de enero).

Consultado el Movistar Arena, a través de su jefe de comunicaciones, Mauricio Contreras, se señaló que “en algún momento de ese año 2013, las motos y autos participantes del Rally Dakar estuvieron acá. Yo, al menos, recuerdo haberlos visto”.

Sería explicable la confusión si consideramos que, por esos días, eran otras las autoridades, pero no se entiende que, frente a la consulta de por qué no se hace uso del recinto en forma gratuita para el desarrollo y fomento del deporte nacional, simplemente no hubiera respuesta.

La omisión no es sólo del gobierno de turno. También de aquel que le precedió. El gobierno de Sebastián Piñera, según se informó en la inauguración del Polideportivo del Estadio Nacional, previo a los Juegos Sudamericanos de 2014, invirtió 3.800 millones de pesos en la construcción de un recinto con capacidad para 5 mil personas y destinado a acoger las competencias de básquetbol, voleibol y gimnasia en circunstancias de que, perfectamente, pudo haberse utilizado el Movistar Arena, ahorrándose un alto desembolso que bien pudo ser destinado a otros menesteres.

Se dirá –y con toda razón- que mientras más recintos de nivel tenga el deporte chileno, tanto mejor. El problema es que la Municipalidad de Ñuñoa, hasta hace unas semanas al menos, todavía no recibía las obras del Polideportivo para darles el conforme. En otras palabras, casi un año y medio después de su inauguración, el recinto sigue funcionando de manera irregular.

Según se supo, el Polideportivo muestra serias deficiencias en su construcción.

Como explicó el arquitecto Carlos Frías, de la Dirección de Obras de la municipalidad ñuñoína “a raíz de los Juegos Odesur, realizados en marzo de 2014, esta Dirección autorizó el uso transitorio del recinto en conformidad al artículo 5.2.7 de la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones, sin que se hubiera concluido el trámite de Recepción Final de las obras, lo que posibilitó que los Juegos se llevaran a cabo en dicho recinto”.

Sin embargo, Frías agregó que “transcurrido un año sin que el IND concluyera dicho trámite, esta Dirección de Obras notificó mediante el Oficio N° 24/2015, del 12 de marzo de este año, que tenían 30 días para normalizar la situación. El IND, mediante el Oficio N° 1646, del 14 de abril, solicitó un año de plazo para concluir con la tramitación de la Recepción Final de las obras, pero esta Dirección no accedió a dicha petición, concediendo sólo seis meses para concluir el trámite. En caso de no cumplirse, la Municipalidad remitirá los antecedentes al Juzgado de Policía Local”.

¿Habrá cumplido el IND con las exigencias del municipio ñoñoíno? Todo parece indicar que no. Como nos dijo una fuente al interior del servicio, “por estos días es difícil obtener una respuesta. En realidad, cualquier cosa es difícil. La ministra, Natalia Riffo, por estos días sólo estuvo preocupada de aparecer junto a la Presidenta en los partidos de la Copa América, y de su viaje a los Juegos Panamericanos de Toronto. Lo mismo que Sergio Arévalo, el director subrogante del IND, que en los próximos días también viaja a Canadá. En total, lo harán como diez personas, en circunstancias que para los Panamericanos pasados, Guadalajara 2011, sólo lo hicieron cinco. Como trabajadores del IND tuvimos muchos problemas con Gabriel Ruiz Tagle, pero las nuevas autoridades han resultado aún más ineptas en el cumplimiento de su tarea y más dispendiosas todavía para gastarse en viajes los pocos recursos que tiene el Estado”.

A la no utilización de un recinto que cobra altísimos canon de arriendo a productoras de espectáculos deportivos o musicales se agrega, pues, la absoluta desidia para regularizar el funcionamiento del Polideportivo.
Fernando Monsalve, presidente del Club Social y Deportivo Colo Colo, señaló que “solicitamos al IND el Polideportivo para que fuera ocupado por nuestra rama de básquetbol, campeón vigente de la Liga. Entregábamos a cambio aros de última generación para el recinto, pero si debíamos cancelar un pequeño canon por arriendo, también estábamos dispuestos, pero nunca nos contestaron. Llama la atención este absoluto desdén hacia una corporación de derecho privado, sin fines de lucro, que aparte del básquetbol está desarrollando otras ramas deportivas, en contraste con el trato que tienen las Sociedades Anónimas Deportivas”.

-A ellos no les prestan estadios. Los construyen y, en la práctica, se los regalan…
“Es verdad. Lo que molesta es la indiferencia. Hace unas dos semanas me anunciaron una respuesta mediante carta, pero todavía no me llega. Supongo que será para decirnos que no. Lo curioso es que en ese mismo Polideportivo se llevó a cabo un recital del grupo rockero “La Renga”, sin que ninguna autoridad del deporte pusiera un problema, todo lo contrario”.

Con capacidad para 16.419 personas, el estadio techado del Parque O´Higgins es manejado por el Grupo Hiller Inversiones, que tiene la concesión del recinto por 20 años. Curiosamente, es la misma familia que, durante la pasada Copa América, consiguió el monopolio de la venta de comestibles y bebestibles al interior de los estadios y que se despachó con un ofertón de aquellos: el combo por una bebida aguachenta, una hamburguesa incomible y un paquetito de chocolates alcanzaba a la módica suma de $ 7.700 pesos.

Convengamos que no es culpa de ellos el tener tantas ventajas y, prácticamente, ningún contratiempo para manejar el hoy Movistar Arena.

Después de todo, ellos terminaron la obra concebida en 1956 por el arquitecto Mario Recordón para servir como escenario al Mundial de Básquetbol que Chile iba a acoger dos años más tarde. Recinto cuya obra gruesa quedó, con el paso de los años, en el más completo de los abandonos.

El Arena Santiago, su nombre original, se inauguró en abril de 2006, con el Dalai Lama, y pasó a denominarse Movistar Arena en agosto de 2008, cuando la transnacional española se transformó en el “sponsor” oficial del recinto.

Sin duda, un recinto de lujo, capaz de ser envidiado por cualquier país latinoamericano. Pero que el Gobierno de Chile nunca ha utilizado “para el beneficio de los chilenos”, como dijo Lagos en la ceremonia de inauguración. Ni siquiera para el deporte, el pariente pobre de toda sociedad.

Porque la presencia en el recinto de los Harlem Globetrotters, o el encuentro tenístico entre Novan Djokovic y Rafael Nadal, fueron espectáculos montados por privados, y con precios no asequibles para el estudiante, la dueña de casa, o el tipo que tiene la envidiable suerte de ganar el sueldo mínimo.

A estas alturas, ¿podemos sorprendernos los chilenos de la indiferencia e ineptitud de las distintas autoridades gubernamentales respecto del deporte, específicamente?

Para nada. Los deportistas de alto rendimiento del país sólo consiguieron los recursos necesarios para su preparación 2015 luego de iniciar una aguda protesta, tras enterarse de que el gobierno de la Nueva Mayoría había decidido subsidiar el próximo Mundial Juvenil Sub 17, a llevarse a cabo durante octubre, con 2.300 millones de pesos, dejándolos a ellos con el mismo presupuesto de 2013, en circunstancias que se venían los Juegos Panamericanos.

En otras palabras, el gobierno de Michelle Bachelet, incomprensiblemente, no titubeaba en perjudicar a los deportistas nacionales del Alto Rendimiento por ayudar a solventar un negocio de la FIFA, un asunto de privados.

¿Les suena conocido?

Pero el entreguismo de los sucesivos gobiernos para con los privados no sólo atañe al deporte.

¿Cómo podría llamar la atención el que nunca se haya obtenido una utilidad del Movistar Arena si, en otros ámbitos, las diferentes Concesionarias tienen también manga ancha para hacer lo que se les plazca?

Las de carreteras y autopistas, por ejemplo. ¿Acaso detienen el cobro las autopistas cuando se produce un atasco y, por lo tanto, dejan de cumplir con su objetivo? ¿Dejan de cobrar peaje los concesionarios de las carreteras cuando se produce algo parecido? En Argentina, por ejemplo, ni las autopistas ni las carreteras interurbanas pueden seguir cobrando cuando se producen atochamientos. Los concesionarios de los peajes están obligados a subir las vallas, para que el tráfico fluya.

En Chile, no. Porque toda la normativa está destinado a cuidar los intereses de los inversores, no el de la gente.
¡Qué se va a preocupar el gobierno de realizar eventos deportivos en el Movistar Arena, aprovechando esos días gratuitos de que dispone, si en carreteras se ha producido la colosal paradoja de que ni ambulancias ni carros de bomberos pueden pasar si, previamente, no han pagado peaje…!

Como en muchos aspectos de nuestra cotidiana vida, en esto de las concesiones opera sin anestesia la ley del embudo. Y, convengamos, no por culpa de los concesionarios…

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