
Bayern Munich se dio un festín ante el Hamburgo en el estreno de la Bundesliga
El campeón vigente del torneo alemán le hizo cinco goles a un rival impotente. Vidal jugó inmerso en el gran circuito colectivo bávaro. Marcelo Díaz ingresó en los últimos 20 minutos sin poder torcer la suerte de su equipo.
El Rey de Alemania regresó hoy a su palacio vestido con su mejor ropaje.
No se trata del “Rey Arturo”, porque en este equipo no caben los individualismos. En la Bundesliga el auténtico Rey es el Bayern Munich, el monarca que defiende su corona y que por lo visto hoy en su debut en el Allianz Arena ante el Hamburgo no tiene mucho que temer de que algún adversario pueda arrebatársela.
Fue un 5-0 implacable y despiadado. Claro, con esa crueldad sibilina diseñada por Pep Guardiola desde sus tiempos en Cataluña. Que apenas se nota porque es cultivada a punta de finura y filigranas. El rival casi no sufre. Solo se resigna a ver cómo su verdugo pasea la pelota de un lado a otro hasta que decide que es el momento de encajar una estocada mortal.
Con el 80 por ciento de posesión del balón, los bávaros ni traspiraron para llevarse el triunfo ante un Hamburgo que del poderoso equipo de los años 70 y 80 solo mantiene el nombre.
Como sus primos hermanos del Barcelona, los del Bayern ya son eximios en el arte del toque infinito y lúcido que va mellando de a poco.
Aun así, solo infirió una herida mortal en el primer tiempo. Fue a los 27’, cuando el marroquí Benathia cabeceó a la red un tiro libre servido por Xavi Alonso. Hubo unas cuatro ocasiones más que no entraron porque los muniqueses estaban recién afinando la puntería.
En la segunda etapa vino el vendaval. A los 53’ anotó el polaco Lewandowski rematando de derecha un mal rechazo hamburgués.
A los 69’ le siguió Thomas Müller con un cabezazo tras un centro del intratable brasileño Douglas Costa, que madura a pasos agigantados y al que deberá vigilarse con extremo celo en el debut de Chile en las clasificatorias.
Müller repitió a los 72’, sacándose de encima al estoico golero René Adler.
Y a los 86 vino el premio para Douglas Costa con un tiro rasante al palo derecho de Adler.
¿Y VIDAL?
Con esa virtud de sentirse como en casa en cualquier lugar, el ex albo ya entendió que en el equipo de Guardiola no caben el lucimiento personal ni el despliegue innecesario.
Ubicado en el centro del campo, cargado a la izquierda, Vidal no es ahora el volante de la Juventus que corría de área a área, salvando un gol en arco propio y anotando segundos después en el pórtico adversario.
Acá ya sabe que su deber es conservar las buenas maneras en la corte real. Como todos, toca con sensatez y marca sin violencia, sino que tapando espacios. Cuando puede, avanza en línea con el resto y, si puede, intenta meter un pase entre líneas o perfilarse para el disparo.
No fue el caso en este partido. Un par de veces merodeó el área, pero sin éxito. Por ahí también metió un pase filudo. No hubo más lucimientos, porque Guardiola no los pide.
Solo quiere que todos interpreten la misma melodía sin desafinar. Y Vidal ya fue incluido en la orquesta. Con eso basta.
Por sus características, Vidal no aminorará su nivel de juego en esta elegía al toque que es el Bayern Munich. No sufrirá como Alexis Sánchez, que de tanto tocar en el Barcelona perdió por un tiempo su mejor cualidad de driblear que recuperó en el Arsenal y que la Roja extrañó en algunos partidos.
En lo anecdótico, cuando ya nada se podía hacer, el entrenador del Hamburgo hizo ingresar a Marcelo Díaz. Alcanzó a jugar 20 minutos, aunque más bien, como el resto de sus compañeros, se limitó a mirar como la pelota corría siempre lejos de su alcance.