Brayan, un niño hondureño de 11 años, es uno de los más de 2.500 niños que el gobierno de EE.UU. separó de sus padres entre abril y junio al endurecer sus políticas hacia los migrantes.
Mientras que su padre fue deportado, él fue a parar a un refugio para niños migrantes en Maryland, en el este del país.
Tras dos meses y medio de separación, tuvo la fortuna de que lo reunieran con su abuela Rosa en Orlando.
BBC Mundo estuvo en el momento en que se encontraron por primera vez.