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Nuevo obispo auxiliar de Santiago y el rol de la mujer en la Iglesia Católica: «En la Última Cena no había ninguna»

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Carlos Irarrázaval, uno de los nuevos obispos auxiliares nombrados por el Papa Francisco, se refirió al rol de la mujer en la Iglesia Católica, además de intentar explicar una criticada frase que dijo en el pasado sobre los abusos sexuales cometidos por miembros del clero.


Durante esta semana, el Papa Francisco nombró a dos nuevos obispos auxiliares para Santiago: Carlos Irarrázaval y Alberto Lorenzelli. El primero había estado en la polémica antes por una desafortunada frase – «revolver un arroz recalentado no sirve de nada»- para referirse a los casos de abusos sexuales en la iglesia católica. Ahora explicó su criticada frase.

“Quizás yo como cura me toca comer arroz recalentado más de la cuenta; es más rico el arroz recién hecho. El arroz recalentado ya está añejo, pero también se puede comer. Yo lo dije respecto de lo que pasa aquí en la Parroquia del Sagrado Corazón, ya que hace 10 años que se destapó la olla, gracias a Dios, y hay que darle gracias a las víctimas, que con valentía pudieron hablar y siguen hablando para ayudarnos a sacar adelante esto”, expresó en entrevista con CNN Chile.

Según Irarrázaval, su metáfora del arroz recalentado “significa que tenemos que llegar al fondo. Quedarnos con lo mismo que ya conocemos, no hay nada nuevo. Lo que nosotros tenemos que hacer es llegar al fondo de la situación para solucionar el problema y tenemos que sacar moralejas de eso que hemos aprendido para mirar hacia adelante”.

Pero, tras salir en parte de una polémica, Irarrázaval se metió de lleno en otra, al ser consultado por el rol de la mujer en la Iglesia Católica. Una frase que, de nuevo, fue criticada en redes sociales.

“Es cierto que en la Última Cena no había ninguna mujer sentada a la mesa y eso tenemos que respetarlo también. Jesucristo tomó opciones y no lo hizo ideológicamente”, señaló.

“Las mujeres son la mitad del mundo, ustedes la llevan. Si vieras cuáles son las colaboradoras que me han ayudado aquí, sumando y restando, son muchas más mujeres”, intentó explicar, usando al movimiento feminista.

Irarrázaval añadió que “otra cosa es que queramos hacer luchar al hombre, hacer un gallito, quién es más. Somos iguales y a la vez distintos, y cada uno, desde nuestra humanidad, tenemos que poner lo que conocemos y lo que queremos al servicio del otro, porque solos no podemos”.

Ante la pregunta de si le gustaría un rol más relevante en la Iglesia para las mujeres, Irarrázaval respondió que a su juicio ellas ya lo tienen. “Quizás a ellas mismas les gusta estar en la trastienda, puede ser”, agregó. «Entre todos tenemos que lograr que puedan hacer lo que quieran hacer. Obviamente, Jesucristo nos marcó ciertas pautas, y si queremos ser la iglesia de Jesucristo tenemos que ser fieles a Jesucristo”.

“La cultura judía es una cultura machista hasta hoy día. Si ves a un judío caminando por la calle, la mujer va 10 pasos atrás, pero Jesucristo rompe ese esquema, Jesucristo conversa con las mujeres, conversa con las mujeres adúlteras, con las samaritanas, Jesucristo deja que las mujeres lo cuiden. ¿A quién le pidió que anunciara la resurrección? A la Magdalena, una mujer”, sentenció.

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