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Los cubanos, incluso opositores, ilusionados con reforma con cuentagotas

Para los habitantes del único país comunista de América, con sueldos mensuales promedio de 408 pesos cubanos (17 CUC o 18 dólares), ya no es delito comprar ordenadores o bicicletas eléctricas que valen años de salario, o entrar a hoteles donde un fin de semana cuesta casi lo mismo.


La reforma con cuentagotas y sin fanfarrias del presidente Raúl Castro genera ilusión y esperanza en muchos cubanos, incluso opositores, aunque algunas medidas anunciadas parezcan accesorias y beneficien solo a una minoría.



Para muchos en el extranjero los cambios resultan irrelevantes e incluso incomprensibles, pero en los cubanos han producido una «descompresión psicológica» tras décadas de penurias, comentaron diplomáticos y empresarios con años en la isla.



El economista disidente Oscar Espinosa Chepe, apresado en 2003 y excarcelado en 2004 por razones de salud, califica de «racionales» medidas como la liberalización de la venta de computadoras, ollas arroceras, celulares, ciclomotores eléctricos y lectores de DVD.



«Las consideramos positivas, aunque hay amplias limitaciones pues todo se oferta en CUC (pesos convertibles en divisas), porque la mayoría de los cubanos no tienen esa moneda», dijo Espinosa a Efe.



Casi todos en la isla cobran sueldos del Estado (prácticamente el único empleador) en pesos cubanos (moneda nacional, MN), que valen 24 veces menos que los convertibles o CUC, que atesora una minoría que recibe remesas del exterior o trabaja para extranjeros.



Para los habitantes del único país comunista de América, con sueldos mensuales promedio de 408 pesos cubanos (17 CUC o 18 dólares), ya no es delito comprar ordenadores o bicicletas eléctricas que valen años de salario, o entrar a hoteles donde un fin de semana cuesta casi lo mismo.



Varios gerentes de hoteles de lujo en los que no podían alojarse los cubanos hasta el lunes pasado revelaron que en las recepciones se reciben llamadas telefónicas para preguntar sobre disponibilidad y tarifas, pero que ni un solo isleño ha ejercido su nueva libertad.



«Nosotros, encantados de recibirlos. Pero hasta hoy, ninguno», aseguró uno de ellos.



Sin embargo, hay muchos cubanos esperanzados, aunque a los extranjeros les extrañe y pese a que un ministro de Estados Unidos de origen cubano, Carlos Gutierréz, diga que «es cínico» que se pueda comprar un ordenador o un teléfono celular si no hay el dinero para ello.



«Las cosas parece que van cambiando. Hace falta para ver si vamos mejorando la situación, que está difícil», dijo a Efe Rosa Wilson, ama de casa jubilada, y razonó: «Mi hija se había comprado un DVD por la calle (mercado negro) y le costó 150 CUC. Ahora, en la tienda (estatal) están más baratos».



Una joven divorciada llamada Estelvina, empleada de servicios con una hija pequeña, confesó que son «duros» los precios de los ciclomotores (857 a 1.073 dólares, según el modelo).



«Yo tengo una bicicleta mecánica, pero me gustaría tener una con motor», explicó esta ciudadana de un país donde el transporte es tan escaso como la leche o la carne de vaca.



Cuando empezaron el martes las ventas liberalizadas sin anuncio oficial -pero difundidas por la eficaz «Radio Bemba» (voz a voz)-, en una tienda del emblemático Malecón de La Habana tenían seis ciclomotores y colocaron cuatro en las primeras dos horas (computadoras no había).



Parte de las medidas del general Castro -explican diplomáticos y economistas- vienen a normalizar situaciones de hecho, ilegalidades flagrantes pero toleradas.



La norma que permite a los cubanos adquirir móviles -la única divulgada en los medios de prensa del país, todos oficiales- incluye la regularización de los obtenidos bajo el mantel, mediante terceros relacionados con funcionarios o extranjeros.



Con la ventaja añadida, dijo un empresario europeo, de que van a entrar al sistema, con tajada para el fisco, quien sabe cuántos millones de CUC, dólares o euros metidos por años bajo los colchones por quienes podía recibirlos pero no tenía cómo gastarlos.



«Se pueden canalizar concentraciones de dinero que existen (…) Una parte importante de ese dinero llega a la caja del Estado y puede ser redistribuido», coincidió el director del Centro de Estudios de la Economía Cubana, Juan Triana.



Pero también hay perjudicados con las reformas como Idania Estévez, que alquila una habitación de su casa, principalmente a extranjeros.



«Ahora, con la medida de los hoteles, quizá pierda clientes. A mí me perjudica esa medida y estoy pensando en rebajar el precio de la habitación, que alquilaba entre 25 y 35 CUC. Me preocupa si los ingresos me van a dar para pagar el impuesto», explicó.



Espinosa Chepe cree que los anuncios sobre reformas en el campo son más importantes que las liberaciones de electrodomésticos.



El aviso de que darán tierras a particulares en usufructo, aún no en propiedad, «crea esperanzas respecto a otras (medidas) indispensables para la economía del país, como la liberalización del trabajo por cuenta propia, o la creación de la mediana y la pequeña empresa», afirmó Espinosa.



Todo lo que ocurre, agregó, «indica que la sociedad se está moviendo».



«Tengo esperanzas, aunque no seguridades absolutas», concluye Espinosa, que aún puede volver a la cárcel en cualquier momento para terminar su condena de 20 años por decir hace un lustro -afirma él- lo mismo que ahora proclama Raúl Castro.



Porque el general de 76 años sustituyó en la Presidencia el 24 de febrero pasado a su hermano Fidel Castro, de 81, pero este sigue siendo primer secretario del Partido Comunista y líder indiscutido de la revolución, recuerdan los más prudentes.



EFE

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