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Ejército peruano reconoce excesos en Putis y ofrece colaboración

«Nada vamos a ocultar. Nosotros aceptamos que ha habido excesos y si ha habido excesos que se castiguen, pero que no se generalice», dijo el comandante general de la institución castrense, Edwin Donaire.


El Gobierno y el Ejército peruano reconocieron este viernes que se cometieron excesos en la comunidad ayacuchana de Putis, donde se hallaron 60 cadáveres en una fosa común, y confirmaron que están colaborando en la investigación de la masacre perpetrada por militares en 1984.



El comandante general del Ejército, Edwin Donaire, manifestó que han dado «todas las facilidades para que se pueda aclarar» el suceso.



«Nada vamos a ocultar. Nosotros aceptamos que ha habido excesos y si ha habido excesos que se castiguen, pero que no se generalice», dijo Donaire en Huamanga, la capital del departamento de Ayacucho, a unos 600 kilómetros al sureste de Lima.



Por su lado, el ministro de Defensa, Ántero Flores-Aráoz, remarcó a la estatal TV Perú, desde Lima, que el Ejército está colaborando, al calificar de «sumamente lamentable» el caso.



«La prueba de que el Ejército facilita las investigaciones es que las exhumaciones se practican dentro de un cuartel», destacó el ministro, al aclarar que «es dentro de los procesos judiciales que se llevan (a cabo) donde se ha ordenado estas exhumaciones».



El desenterramiento de 60 cadáveres, entre ellos los de quince niños, confirmó ayer que la masacre de Putis perpetrada durante el Gobierno de Fernando Belaúnde Terry (1980-1984) fue una de las más cruentas de la reciente historia de Perú.



Restos óseos, ropas destrozadas y cráneos perforados por balazos y golpes fue el dantesco escenario que apreció Efe en esta aislada comunidad andina, ubicada a 3.500 metros sobre el nivel del mar, en Ayacucho, el epicentro de la guerra interna (1980-2000) que dejó casi 70.000 muertos.



Esta fosa es la primera que un equipo de fiscales y forenses ha investigado, pero hay otras cinco en Putis y un total de 14 en zonas aledañas, según la fiscal jefe del caso, Cristina Olazábal.



Donaire, quien presidió hoy en Huamanga un acto junto a los soldados estadounidenses del «Plan Horizonte», recordó que él estuvo «en cuatro oportunidades en zonas de emergencia» y que había combatido en Ayacucho, al advertir que, si bien hubo excesos, no deben medirse todos los casos con la misma vara.



La tragedia de Putis se remonta a 1984, cuando el Ejército levantó una base en respuesta al recrudecimiento de las acciones del grupo maoísta Sendero Luminoso, que había iniciado su lucha armada en 1980.



Los campesinos, acosados por el terror senderista, se habían refugiado en las cumbres andinas, pero regresaron a sus comunidades después de que el Ejército les garantizara seguridad, según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR).



Una vez en Putis, los militares les obligaron a cavar la que sería su propia tumba, según el representante de la ONG Paz y Esperanza, Norberto Lamilla, uno de los promotores de sacar a la luz esta matanza.



Las investigaciones han determinado que las víctimas fueron disparadas dentro de la fosa y también que los ejecutores fueron militares porque se hallaron casquillos de bala de las fábricas del Ejército peruano.



EFE

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