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Los obstáculos históricos para un acuerdo palestino-israelí

Más allá de la discusión sobre la frontera de 1967, mencionada por Barack Obama en su discurso, hay otros elementos que dificultan llegar a un acuerdo entre israelíes y palestinos. Le decimos cuáles son.


El presidente de EE.UU., Barack Obama, dijo el jueves que las «fronteras de 1967» deben ser la «base de las negociaciones» para establecer un futuro estado palestino.

«Indefendible», respondió el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. La palabra tiene connotaciones bélicas. Los límites de 1967, también.

Ese año, la Guerra de los Seis Días enfrentó a Israel con una coalición conformada por Egipto, Jordania, Irak y Siria. Al final del conflicto, Israel había ocupado y anexado Jerusalén oriental (incluyendo la Ciudad Vieja), la Franja de Gaza, Cisjordania, las Alturas del Golán y la Península de Sinaí (que más tarde devolvió a Egipto).

Para muchos en Israel, mantener el control de esas zonas anexadas es clave para la seguridad del país.

Para los palestinos que viven en la Franja de Gaza, en Cisjordania y en Jerusalén oriental, se trata de territorios que les pertenecen por derecho propio, luego de la demarcación de las fronteras israelíes que siguió al armisticio que marcó el fin de la guerra en la que Egipto, Líbano, Jordania y Siria se enfrentaron con Israel en 1948.

Más aún, la resolución 242 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas emitida en 1967 tras la Guerra de los Seis Días sostiene un principio similar y pide la salida de las fuerzas militares israelíes de los territorios ocupados.

Obama dejó, por ahora, fuera de la discusión la partición de Jerusalén, que ambas partes reclaman como capital y cuyo simbolismo político está teñido de un fuerte elemento religioso. La Ciudad Vieja alberga algunos de los sitios más importantes para el judaismo, el islam y el cristianismo.

En 1980 el parlamento israelí la declaró capital unificada de su estado, posición rechazada por la resolución 478 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de ese mismo año.

La existencia del estado de Israel

La reacción del lado palestino a las palabras del presidente de EE.UU. fue por una parte silenciosa, por la otra incrédula. Durante las primeras horas del viernes, la Autoridad Palestina, el órgano de gobierno en manos de Fatah, que controla Cisjordania, todavía no había emitido comentario alguno.

Por su parte, el movimiento islámico Hamas, asentado en la Franja de Gaza, le pidió a Obama hechos concretos, no solo palabras. Su canciller, Mohamed Awad, le comentó a la BBC que el presidente estadounidense «no dijo que el proceso de paz ya ha llegado a un callejón sin salida…, intentó complacer a todos, pero no al pueblo palestino».

Hamas rechaza la existencia del estado de Israel y Estados Unidos le exige que modifique esta postura. Ese es otro de los elementos que dificultan cualquier proceso de paz en la región, además de la discusión en torno a las fronteras de 1967.

De hecho, en su discurso, Obama le pidió a Hamas y a su ahora aliado Fatah, que den una respuesta «creíble» al punto candente de si Hamas reconoce el derecho al estado de Israel a existir.

Asentamientos y refugiados

Hay otros dos problemas clave. Primero, la situación de los refugiados palestinos y su derecho a retornar a tierras y propiedades que les pertenecían antes del conflicto de 1948 o a recibir una compensación económica por su pérdida. Esto estaría garantizado por el artículo 11 de la resolución 194 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de fines de ese año. Es lo que los palestinos llaman el «derecho al retorno».

Pero Israel se ha negado sistemáticamente a acceder al pedido de los líderes palestinos de que se cumpla la letra de la resolución, aduciendo que no tiene la capacidad de acoger a los más de cuatro millones de refugiados y sus descendientes, que se encuentran en Cisjordania, Gaza y en campamentos en Jordania, Siria y Líbano.

En segundo lugar está la insistencia de Israel de permitir a sus ciudadanos instalarse en los territorios palestinos. En Cisjordania viven unos 300.000 israelíes en asentamientos considerados ilegales por el derecho internacional, algo que es disputado por Israel.

Durante mucho tiempo EE.UU. había respetado la construcción de asentamientos por parte de ciudadanos de su principal aliado en Medio Oriente (George W. Bush lo hizo explícito en 2004).

Pero en su discurso del jueves, Obama propuso hacer un intercambio de tierras a través de un acuerdo mutuo entre israelíes y palestinos, que podría también ayudar a resolver el problema de los refugiados.

Interlocutores

Aún si esta nueva ofensiva diplomática de Obama lograra volver a encaminar el proceso de paz en la región, resolver todos estos elementos clave del intríngulis seguirá siendo una tarea muy compleja.

Sobre todo teniendo en cuenta que los interlocutores de Barack Obama en la región deben lidiar con sus propios conflictos internos.

Del lado palestino, un liderazgo dividido entre Fatah y Hamas, que de un minuto a otro pueden pasar de dialogar a darse la espalda.

En Israel, un gobierno de derecha, cuyo primer ministro apenas susurró la aceptación de una solución de dos estados y un parlamento con fuerte presencia de las alas más duras del espectro político israelí.

Y eso sin mencionar que cualquier solución debería también satisfacer a los vecinos de la región, muchos sumidos hoy en sus propios conflictos internos, en el marco de la «primavera árabe».

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