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Foro Social afirma que la democracia europea fue «secuestrada» por el mercado

«Europa tiene sus democracias y sus constituciones suspendidas y quien manda ahora es (el banco) Goldman Sachs», afirmó el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, en un debate junto al periodista español Ignacio Ramonet, el activista francés Bernard Cassen y el arquitecto brasileño Chico Whitaker, todos fundadores de la iniciativa.


La democracia en Europa ha sido «secuestrada» por un mercado financiero «insaciable», que no conoce límites y ahora amenaza a los derechos humanos y políticos, según coincidieron reconocidos intelectuales del Foro Social Mundial.

«Europa tiene sus democracias y sus constituciones suspendidas y quien manda ahora es (el banco) Goldman Sachs», afirmó el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, en un debate junto al periodista español Ignacio Ramonet, el activista francés Bernard Cassen y el arquitecto brasileño Chico Whitaker, todos fundadores del Foro Social.

Según de Sousa Santos, la actual crisis demuestra que el Foro Social «tiene razón al decir que el capitalismo es antidemocrático y la mejor prueba de eso es que el país más pujante del mundo, China, desprecia a la democracia».

En relación a Europa, sostuvo que la crisis financiera ha llegado a la política y por eso han nacido los movimientos de indignados.

«En la política europea la única tradición política que sobrevive hoy es el anarquismo, porque cómo diferenciar a la izquierda de la derecha si las dos golpean de la misma forma», afirmó en medio de las ovaciones de un millar de asistentes el intelectual luso.

Ramonet coincidió y apuntó que en los últimos meses en Europa se han visto «verdaderos golpes de Estado promocionados por el mercado financiero, que derrocó a Gobiernos democráticamente elegidos como los de Italia y Grecia, para imponer a los nombres aprobados por los banqueros en contra de la voluntad de los ciudadanos».

Cassen, uno de los fundadores del movimiento ATACC, que desde hace más una década propone tasar las operaciones financieras y aplicar mayores controles al mercado, tal como ahora lo discute el mundo desarrollado, dijo que «la única novedad actual es la enorme multiplicidad de rupturas».

Señaló que hoy conviven «una crisis ambiental, otra alimentaria, otra económica y financiera y otra política», pero aseguró que «esa concentración no es fortuita».

En su opinión, eso responde «al carácter finito de los recursos y a la expansión sin límites ni controles de un sector financiero que no llega a saciarse nunca».

Cassen condenó además «la hipocresía de un modelo que dice estar preocupado por los pobres pero no piensa que es imposible acabar con las hambrunas si se permite que los alimentos sean acciones que se cotizan en los mercados futuros».

La única salida, según Cassen, es «acabar con la dictadura de los mercados, que ha despojado a los Gobiernos de sus radios naturales de actuación y los obliga a trabajar para tranquilizar a los agentes financieros en vez de tranquilizar a los ciudadanos».

Whitaker, a su turno, también relacionó las crisis citadas por Cassen y consideró que, en el caso europeo, un agravante es que los indignados protestan contra «los partidos, que son hasta ahora la única forma conocida de organización política de la sociedad».

No obstante, sostuvo que muchas de las protestas están motivadas por una reducción de los patrones de «consumo y más consumo, una locura de consumo, que es lo que hace funcionar esa maquinaría infernal que va a acabar por reventar el planeta».

En relación a América Latina, el portugués de Sousa Santos fue también crítico, incluso con los Gobiernos de centroizquierda que han surgido en la región en la última década, porque «no han atacado el problema de fondo, que es el capitalismo».

Aseguró que «duele ver a indios bolivianos o ecuatorianos acusados de terrorismo por bloquearle carreteras a empresas que quieren destruir sus tierras» u oponerse a que «la izquierda siga destruyendo el medio ambiente» desde el poder.

Según de Sousa Santos, la izquierda latinoamericana carga hoy con la «maldición de haber convertido a sus militantes en funcionarios» y deberá «comenzar a pensar de otra manera», porque de otro modo la crisis que golpea a Europa llegará «y lo hará con fuerza», para dar lugar a «nuevos barbarismos».

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