
Cristina Fernández pierde a su amigo y aliado estratégico en la región
La mandataria, que no ha hablado en público tras la muerte de su homólogo venezolano y decretó tres días de luto nacional con bandera a media asta en edificios públicos, «está muy afectada», según algunos cercanos citados por medios locales.
Con la muerte de Hugo Chávez, la presidenta argentina, Cristina Fernández, ha perdido a un amigo personal y a un aliado estratégico, aunque Buenos Aires confía en mantener con Caracas relaciones privilegiadas con el triunfo de Nicolás Maduro anunciado en las encuestas.
Desde el inicio de su gestión, Hugo Chávez trató de mantener buenas relaciones con Argentina aunque los nexos se reforzaron a partir de 2003, con el triunfo del fallecido expresidente argentino Néstor Kirchner y se profundizaron más si cabe durante el Gobierno de su esposa y sucesora, Cristina Fernández.
«La relación de Chávez con Argentina ha sido estratégica, tanto para Néstor como para Cristina», explica a Efe Patricio Giusto, de la consultora Diagnóstico Político.
También para el analista Horacio Calderón las estrechas relaciones bilaterales han sido beneficiosas para ambas partes, pero no han estado exentas de altibajos con conflictos como la expropiación de la argentina Sidor, en 2008.
No obstante, subraya Calderón, «en momentos difíciles en que Argentina no disponía de fondos, Venezuela se los proporcionó, y si bien estuvo a la medida de su propia conveniencia, fue útil a las Administraciones de ambos países».
Entre 2006 y 2008, Chávez compró bonos a Argentina por unos 5.000 millones de dólares, lo que permitió al kirchnerismo saldar deuda con organismos internacionales, aunque a intereses de hasta el 15 por ciento anual.
Además, los acuerdos energéticos posibilitaron a Argentina acceder al petróleo venezolano en momentos difíciles para el país, si bien los convenios conjuntos no llegaron a concretarse y la balanza comercial es claramente favorecedora para Buenos Aires, con exportaciones superiores a los 1.100 millones de dólares frente a importaciones de apenas 14 millones.
La sombra de la corrupción salpicó la relación y convirtió el tema venezolano en un asunto de política interna en Argentina tras el triunfo de Cristina Fernández, en 2007, cuando se destapó el decomiso a un empresario venezolano de una valija con 800.000 dólares que, supuestamente, se habrían destinado a financiar la campaña electoral de la presidenta.
Superado el escándalo, las relaciones recuperaron una fluidez tal que Chávez fue el único mandatario que acompañó a Cristina Fernández y a sus hijos en la ceremonia íntima para sepultar el cuerpo de Néstor Kirchner, fallecido en octubre de 2010, en el mausoleo levantado en su ciudad natal, la patagónica Río Gallegos.
«Cristina es la mujer que necesita Argentina», dijo Chávez en 2011, durante la campaña electoral que llevó a Fernández a un segundo mandato.
«Tu victoria también es nuestra. De América Latina», escribió la presidenta en su cuenta de Twitter para felicitar a Chávez apenas minutos después de que se confirmara su triunfo en las elecciones del pasado octubre, en medio de una tormenta política interna por la apuesta de la oposición argentina al candidato opositor venezolano, Henrique Capriles.
En enero, Cristina Fernández viajó a La Habana para tratar de ver a Chávez mientras era atendido por médicos en la isla, y se apresuró a emprender viaje a Caracas, anoche, acompañada por el uruguayo José Mujica.
Cristina Fernández, que no ha hablado en público tras la muerte de Chávez y ha decretado tres días de luto nacional con bandera a media asta en edificios públicos, «está muy afectada», según fuentes próximas a la mandataria citadas hoy por medios locales.
Argentina mantiene su apuesta por el chavismo en Venezuela pese a la desaparición de Chávez, si bien «su muerte pone fin a una era, no sólo para Venezuela sino para toda la región», subraya Calderón.
Para Giusto, «es probable que Cristina intente de alguna forma ocupar un papel de liderazgo mayor en la región, tanto por su personalidad como por su vocación», aunque, como insiste Calderón, «ningún líder de la región está en condiciones de calzarse los zapatos de Hugo Chávez».