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Pérez Esquivel desenmascara el pseudoizquierdismo kirchnerista: «Este gobierno les abrió la puerta a las grandes transnacionales mineras, sojeras, petroleras, siguen con el mismo modelo neoliberal» Es referente moral y Premio Nobel de la Paz de la izquierda que luchó contra la dictadura

Pérez Esquivel desenmascara el pseudoizquierdismo kirchnerista: «Este gobierno les abrió la puerta a las grandes transnacionales mineras, sojeras, petroleras, siguen con el mismo modelo neoliberal»

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«Después de tantos años de lucha, no solo en Argentina, en América Latina, le digo que no hemos luchado para esto. Luchamos por una sociedad libre, más justa, una democracia participativa. No para gobiernos autoritarios donde aumente la pobreza, la marginalidad y la falta de respeto al derecho de las personas y de los pueblos», sostiene.


El Premio Nobel de la Paz y referente moral de la izquierda argentina, Adolfo Pérez Esquivel, asegura que detrás de la fachada izquierdista del kirchnerismo se esconden pactos con grandes corporaciones internacionales como Monsanto, Barrick Gold o Chevron.

Pérez Esquivel es uno de los padres de la teología de la liberación y se ha mantenido activo a través de la organización latinoamericana que fundó, Servicio Paz y Justicia, con proyectos de ayuda a los pobres y a los pueblos originarios de Argentina y es un abierto crítico al Gobierno de su país.

En entrevista con el diario español El País, el Nobel de la Paz explica después de la crisis de 2001, el kirchenerismo pudo más o menos equilibrar la situación socioeconómica y política, lo cual fue un aporte para Argentina, pero «aún quedan muchos señores feudales en las provincias que responden sus propios intereses».

En ese sentido, asegura que en el país ha aumentado la pobreza con algunas medidas que fueron positivas, pero el «Gobierno les abrió las puertas a las grandes empresas transnacionales mineras, sojeras, petroleras, siguen con el mismo modelo neoliberal. Hay empresas como la Chevron que se escapó del Ecuador después de los daños ambientales que causó pero viene a la Argentina».

En cuanto a las críticas que el Gobierno hace contra esas corporaciones, Pérez Esquivel sostiene que «son todas mentiras. Los hechos lo confirman. Nosotros somos críticos con el Gobierno. Apoyamos aquello que vemos positivo pero criticamos cosas como la minería, los agrotóxicos, los daños ambientales y las grandes violaciones de los derechos humanos. El Gobierno adoptó la política de derechos humanos pero de la época de la dictadura. De los actuales no habla absolutamente nada. En la 9 de Julio, en Buenos Aires, están acampados los pueblos indígenas, Qom, wichis, guaraníes, pilagá, reclamando sus derechos. Llevan nueve meses y ni siquiera les reciben».

«Después de tantos años de lucha, no solo en Argentina, en América Latina, le digo que no hemos luchado para esto. Luchamos por una sociedad libre, más justa, una democracia participativa. No para gobiernos autoritarios donde aumente la pobreza, la marginalidad y la falta de respeto al derecho de las personas y de los pueblos. Hemos arriesgado nuestras vidas, nuestras familias, hemos pasado por las cárceles y las torturas y no fue para llegar a una situación de mediocridad como la que tenemos. Seguimos la lucha. Cuando uno ve la situación de los pueblos fumigados, la situación que viven los pueblos indígenas y la falta de perspectiva… Hoy un joven no sabe qué va a hacer mañana. Tenemos que comenzar a repensar las sociedades que tenemos. Y una de las cosas que creo que es urgente es comenzar a pensar en un nuevo contrato social como el de Rousseau. Hemos avanzando en algunos pasos en el continente latinoamericano y yo veo todas las cosas positivas pero sí quiero separar la paja del trigo para poder construir otra sociedad», añade.

Sobre las políticas de redistribución, Pérez Esquivel menciona que éstas estuvieron mal orientadas, ya que «la gente recibe subsidios pero no hay capacitación laboral. Aquí hay dos o tres generaciones que no saben lo que es el trabajo. Si esto es simplemente para sostener el clientelismo político no es una solución del problema sino que es agravar el problema. Si todo eso tiene un fin político únicamente, lo que nosotros llamamos el voto cautivo, esto no es una solución para el país. Vemos lo que está ocurriendo en Córdoba, en grandes empresas que entran como Monsanto con las semillas transgénicas, ¿qué pasa con el pequeño y mediano productor rural? No vemos un desarrollo sostenible».

Consultado respecto a cómo ve a Argentina comparado con Bolivia, Brasil, con otros proyectos de la izquierda latinoamericana, el Nobel sostiene que «hemos retrocedido en muchas cosas. En la calidad de vida también. La Argentina lo que tiene, y todavía lo sostiene, es una gran clase media. Pero cuando hablamos de los sectores más carenciados el problema es grave».

Además, asegura que actualmente el estado de ánimo de Argentina es muy tensa y una de las cosas que lo provoca es «porque este Gobierno como otros que le precedieron no son de diálogo, son de confrontación. Aquí votamos y después entramos en un estado de indefensión por cuatro años. A mí por ejemplo nunca me recibieron en la Casa de Gobierno. Podemos no estar de acuerdo pero por lo menos dialoguemos».

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