Más de un año después de su publicación, los Panamá Papers tuvieron una nueva consecuencia política: el primer ministro de Malta, Joseph Muscat, convocó elecciones generales casi un año antes de lo previsto. ¿Qué relación tuvo esta decisión política con la mayor filtración de documentos confidenciales de la historia?
Más de un año después de su publicación, los llamados Panamá Papers -la mayor filtración de documentos confidenciales de la historia- se cobraron una nueva víctima política.
El pasado 1 de mayo, el primer ministro de Malta, Joseph Muscat, convocó elecciones generales para el 3 de junio, casi un año antes de lo previsto.
El largo camino que llevó a esta decisión se vio salpicado por una serie de acusaciones, algunas aún bajo investigación, que involucran a personas y hechos en apariencia dispares.
La lista va de Michelle Muscat, esposa del mandatario maltés, hasta Leila Aliyeva, hija del presidente de Azerbaiyán, pasando por cuentas de empresas offshore, supuestos pagos millonarios y denunciantes que facilitan información privilegiada a una bloguera política.
Y al principio del hilo están las actividades de la firma de abogados panameña Mossack Fonseca que los Panamá Papers sacaron a la luz.
Pero, ¿cuál es la vinculación entre estos elementos y las elecciones anticipadas en el archipiélago mediterráneo?
«Todo el mundo conoce los ataques que se lanzaron contra mí y mi familia las últimas semanas. No tengo nada que temer porque la verdad está de mi parte y estoy limpio», aseguró el primer ministro al anunciar el adelanto electoral.
«Mi deber, sin embargo, es no solo protegerme a mí mismo sino salvaguardar a mi país… No podemos permitir que la incertidumbre frene el ritmo del milagro económico de Malta», agregó Muscat, quien se presenta a la reelección en los próximos comicios.
Los ataques a los que el político maltés hizo referencia tienen que ver con las acusaciones publicadas a finales de abril contra su mujer, Michelle Muscat.
De acuerdo con el blog de la periodista maltesa Daphne Caruana Galizia, afín a la oposición, la esposa del primer ministro tuvo una participación en la compañía Egrant, con sede en Panamá, a la que se transfirieron capitales.
El primer ministro negó esta acusación -que calificó como la «mayor mentira de la historia política de Malta»– y solicitó la apertura de una investigación sobre los hechos, que aún no ha concluido.
Sin embargo, en las últimas semanas, la presión política fue en aumento.
«Aunque esto no ha sido probado aún, la acusación es que la hija del presidente de Azerbaiyán, Ilham Aleyev, que como es sabido tiene escasas credenciales democráticas, transfirió un millón de dólares a la cuenta de la mujer del primer ministro», le explicó a BBC Mundo George Vital Zammit, profesor de políticas públicas de la Universidad de Malta.
«Azerbaiyán tiene enormes cantidades de petróleo y Malta, bajo la administración de Muscat, llegó a acuerdos para el suministro de petróleo de aquel país», recordó el catedrático.
«Y la realidad de estas acusaciones todavía están siendo investigadas, pero causaron un gran escándalo en el país», dijo.
Como consecuencia, Malta, el Estado más pequeño de la Unión Europea, con un tamaño menor al de la isla caribeña de Curaçao y con una población de menos de medio millón de habitantes, se vio abocado a elecciones anticipadas.
Una situación política que contrasta con los buenos datos económicos del país mediterráneo.
Con un crecimiento superior al 3,5% anual y un nivel desempleo del 4,5%, la mitad de la media de la UE, Malta es vista como un caso de éxito económico excepcional en el contexto del Sur de Europa.
«Tras cuatro años en el poder, el gobierno tuvo éxito en el terreno económico y en términos de igualdad de género, con la introducción de las uniones civiles y la protección de derechos de la comunidad LGTBI, un aumento del 43% en el número de mujeres en la judicatura y de los derechos sociales», apunta Isabelle Calleja Ragonesi, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad de Malta.
Y el gobierno de Muscat también contaba con un apoyo parlamentario sólido: el líder laborista había llegado al gobierno en 2013 con una amplia mayoría absoluta.
Con eso puso fin al gobierno del conservador Partido Nacionalista, ahora en la oposición, que en 25 años solo había dejado el poder durante un breve periodo entre 1996 y 1998.
Pero las acusaciones contra la esposa del primer ministro no fueron las primeras sombras que los Panamá Papers arrojaron sobre el gobierno del laborista.
«El año pasado se descubrió que la mano derecha de Muscat, su jefe de gabinete, Keith Schembri, tuvo una compañía registrada en Panamá. También su ministro de Energía, Konrad Mizzi, tuvo una compañía en aquel país», señala Vital.
«Hubo peticiones al primer ministro para que los apartara, pero esto no sucedió. Básicamente, Schembri permaneció donde estaba y el ministro, aunque se le retiró su cartera ministerial, se mantuvo como ministro sin cartera. Durante el último año, la oposición pidió constantemente la dimisión de esas dos personas», agrega el profesor.
A pesar de esta presión, Muscat lidera las encuestas de cara a las elecciones del próximo 3 de junio.
De acuerdo con Vital, la buena marcha de la economía y la polarización de la sociedad ayudan a entender esta ventaja en la intención de voto.
En este sentido, la profesora Calleja señala que la imagen de la política maltesa que se presentó durante la campaña es parcial.
«Dos fuentes fiables como el índice de percepción de la corrupción de Transparencia Internacional y el índice de democracia de The Economist pintan una imagen algo diferente de la que se ha proyectado durante la campaña», destaca Calleja.
«Transparencia Internacional indica quelos niveles de corrupción en Malta cayeron desde 2009 y se mantuvieron constantes hasta 2016. En este punto, Malta obtiene mejores resultados que otros países del Sur de Europa como Grecia e Italia», afirma la catedrática.
Y por eso la experta enmarca la campaña electoral maltesa en el contexto más amplio de los últimos procesos electorales a nivel internacional.
«La propensión, como se vio en los casos del Brexit y la elección de Trump, a utilizar campañas negativas, acusaciones sin base y medias verdades está dañando el proceso electoral y dejando a los votantes inseguros sobre qué creer y cómo votar. Malta es un ejemplo de esto», señala la investigadora.
Desde su independencia de Reino Unido en 1964, Malta adoptó un sistema prácticamente bipartidista en el que únicamente dos grupos políticos -el conservador Partido Nacionalista y el Partido Laborista- ocuparon el poder.
Pero a diferencia de otros países europeos en los que la tasa de abstención electoral es elevada, en Malta -donde el voto no es obligatorio- la participación en los comicios suele superar el 90%.
«Como país, le damos mucha importancia a la política. Siempre digo que la política es nuestra segunda religión. Y a veces pienso que se ha convertido en la primera», sugiere el profesor Vital, quien describe a la sociedad maltesa como altamente polarizada.
Hace más de un año, el primer ministro de Islandia, Sigmundur Gunnlaugsson, se convirtió en la primera víctima política de la filtración al dimitir solo dos días después de que los documentos mostraran que su mujer era propietaria de una compañía offshore que él no había declarado al entrar en el parlamento.
Le siguió el ministro de Industria, Energía y Turismo de España, José Manuel Soria, quien dejó su cargo en abril de 2016 después de que se descubriera su vinculación con empresas registradas en paraísos fiscales.
Las elecciones anticipadas en Malta son, por el momento, la última consecuencia política la filtración. También una de las de mayor relieve.