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El empleo agoniza, viva el trabajo

Fernando Vigorena
Por : Fernando Vigorena Consultor de empresas.
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La empresa chilena está rápidamente reconociendo a los participantes flexibles y exigiéndole nuevos requisitos a los empleados fijos.


El empleo, como expresión de trabajo fijo, disminuye en el mundo. En esta década en Chile se han perdido más de 300.000 empleos fijos, mientras se han creado más de 35.000 nuevas empresas de servicios, educación, comercio, finanzas, internet y otras, que están absorbiendo a los desvinculados, bajo otras formas de trabajo.



El empleo fue una figura creada por la sociedad industrial, gran consumidora de mano de obra. Pero la actual sociedad del conocimiento no requiere gran cantidad de empleos, sino más bien de trabajadores.



En los últimos años los empresarios están desarrollando alianzas con ex empleados, colaboradores free-lance y contratando servicios externos (outsourcing), transformando costos laborales fijos en variables, gente que permanece o participa en la organización mientras el proyecto se desarrolla con resultados satisfactorios.



Mucha gente cree que ingresa a una empresa a un trabajo fijo, pero no percibe que está participando de un proyecto que sigue sólo si las cosas van bien. Las estadísticas así lo demuestran, verificándose un drástico aumento de la rotación en los cargos.



La empresa chilena está rápidamente reconociendo a los participantes flexibles y exigiéndole nuevos requisitos a los empleados fijos, quienes disminuyen en número por su falta de adaptación al cambio y porque tienen un costo más elevado de contratación ante un mercado -que somos nosotros- que desea productos y servicios cada vez más baratos, presionando a las empresas a reducir costos y a tener gente que brinde mejor servicio.



Estos nuevos participantes que trabajan para la empresa, son personas que permanentemente desarrollan habilidades técnicas y profesionales que los hacen empleables y que son capaces de agregar valor en su trabajo. Gente con más habilidad intelectual, comunicacional y de trabajo en equipo. Trabajadores que se ganan el pan con el sudor de sus mentes.



De alguna manera las empresas están siguiendo el siguiente camino:

  • Un 50% está decidiendo tener la mitad de la gente con que trabaja ahora.
  • Reducen los sueldos y aumentan las obligaciones a los que se quedan.
  • Esperan que los sobrevivientes produzcan mucho más que todos los que operaban antes la empresa.

El propio Charles Handy, uno de los mayores pensadores sociales del mundo, señaló hace un tiempo: «A principios del Siglo XXI, menos de la mitad de la fuerza laboral en el mundo industrial contará con un empleo». En Chile, ocho de cada diez chilenos ya no trabajan en empresas industriales.



«Las empresas compran ahora el resultado de tu tiempo, no tu tiempo. Por lo tanto, si dejas de agregar valor te cambian. La idea entonces es mejorar la versión de uno mismo, de uno como producto, ver qué voy a ofrecer a mi empresa, cual es el valor agregado que voy a dar para que mi organización me siga considerando rentable», dice Miriam Hersmann, del Banco de A. Edwards.



Mientras en 1982 los servicios temporales o part-time en Chile respondían por pocos reemplazos en funciones de ecretaria y similares, transcurridos 18 años dan trabajo temporal a cerca de 100.000 personas al mes, incluyendo las más variadas áreas profesionales. Personal de diversos niveles que no posee un empleo fijo, todo lo contrario, y que constituyen motivo de discusión en la determinación de los índices oficiales de cesantía, que mide cantidad pero no calidad.



Una de las mayores manifestaciones está en el propio Estado, donde el aumento de contrataciones a honorarios ha aumentado más de un 500% en los últimos tiempos. Es gente que tiene un trabajo, no un empleo.



Hay que destacar que el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) considera como trabajador normal a quien labora a lo menos una hora a la semana. Este tipo de trabajador se puede ver en los negocios de comidas rápidas, en los reemplazos de personal en las empresas y en otras manifestaciones laborales, que poco tienen que ver con el trabajo fijo y seguro de antaño.



Para el obrero o empleado el desafío lo constituye luchar contra la tecnología que reemplaza vertiginosamente el trabajo rutinario y manual, debiendo desarrollar un nuevo tipo de capacitación que habilite mentes y no brazos. Las empresas nos dicen tácitamente: no queremos más tu lealtad, queremos tu trabajo.



El profesional de hoy debe comenzar a administrarse a sí mismo como si él fuera una empresa; como un proveedor más que un empleado, ser capaz de negociar, traducir, interpretar, capacitar, unir y proporcionar servicios. Son tres las características básicas: ser empleable-descartable, poseer mentalidad de proveedor independiente y poseer un alto grado de flexibilidad.



Sin lugar a dudas que estamos transitando desde las carreras basadas en los empleos a las carreras basadas en el trabajo. Pero para poder hacerlo debemos modernizar las leyes laborales que ya no se ajustan a los tiempos que vivimos, como también cambiar el paradigma que nos obliga a dar empleo fijo.



Además hay que romper el viejo long-play 33 1/3 que se sigue haciendo sonar sobre la recuperación del empleo a partir del crecimiento económico: la nueva sociedad del conocimiento no dará empleo.

Por lo tanto, hay que generar nuevas oportunidades incentivando una gran campaña emprendedora que desarrolle nuevas empresas y genere más trabajo de valor, menos orientado a la industrialización básica, habilitando una generación empresarial que asuma los riesgos y cree nuevas oportunidades, no dándole tanta importancia a los índices de cesantía, sino a los índices de nuevas oportunidades.



Como estos osados e intrépidos aventureros no abundan en nuestro país es necesario generar incentivos para la creación de nuevas empresas con nuevos sistemas de capacitación, educación universitaria y fomento al emprendedorismo.



Las principales manifestaciones del cambio son las siguientes:

  • Proceso de anorexia estructural en las empresas chilenas. Menos personas hacen las mismas funciones. Reingenierías, reestructuraciones. (downsizing)
  • Nuevas tecnologías desplazan la mano de obra.
  • Incremento del trabajo intelectual. El lema es «trabajar con el sudor de mi mente.»
  • Las empresas buscan sub-contratar a terceros para funciones como los servicios, la producción y las ventas, eliminando empleos. (outsourcing)
  • Se privilegia al personal que agregue valor a su trabajo y que sea conocedor de tecnologías computacionales.
  • El principal capital de una empresa no son las máquinas y los equipos, son las neuronas activables de su gente.
  • Las estructuras de las empresas competitivas son ahora, desmontables, descartables, desechables, transportables, franquiciables y virtuales. En medio de todo esto, un ser humano desconcertado.
  • Las empresas quieren gente joven y la carrera laboral termina a los 45 años, mientras las expectativas de vida se estiman en 85 años. Esto deja en jaque nuestro sistema de AFP, que nos permite trabajar 25 años a lo máximo con imposiciones para financiar 40 años de jubilación.

El empleo agoniza, viva el trabajo.





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* Fernando Vigorena Pérez es Ingeniero Comercial y Master en Administración de Empresas-MBA. Se desempeña como director de la Escuela de Ciencias Empresariales de la Universidad Autónoma del Sur y encabeza Entrepreneur Consultores en Outplacement y Consultoría de Carrera.



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