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La libertad (de expresión) en el medio


¿La ‘libertad de expresión’ -¿libremente?- en la concisión de cuatro o cinco parágrafos? Allende la trabazón comprometida de entrada entre la crítica progresista y/o de izquierda («libertad burguesa», libertad de unos pocos) y la exteriorización de una intimidad sujetada, de una expatriación y/o epifanía más o menos expresionista (doblemente post: posdictatorial, post-romántica), allende, decimos, la libertad de expresión como deber ser y/o «libre ley», en un allende, empero, no especulativo sino datado o datable, allende la «transición» entre -por de pronto, parágrafo y parágrafo-, de memoria, (el) Apsi, Fortín Mapocho y El Mostrador, entre tantos otros: La Disparition de Perec, ¿cómo traducir, aquí, la e-conomía de la pérdida? A riesgo de emborrachar la libertad de expresión con jarabe dulce, a riesgo de liberarse de la libertad libremente en el trayecto: libertad como experiencia (prueba, travesía, riesgo).



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¿De la libertad a lo libre, de la condición o facultad al espaciamiento -no el lugar, no la identificación sin más, metáfora o metonimia, con lo telúrico o las estrellas– que da lugar a toda «expresión», impresión o envío?



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(foto Pérez)
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La experiencia de la libertad daríase, cada vez, pues, en un cierto paso a otra cosa que ella misma; interrupción narcísica (del sujeto moderno), un cierto «allende»: la arbitrareidad del «libre arbitrio», incondicionada, codo a codo con la necesidad de la verdad (evidente y/u «objetiva»), su contrapartida, y la libertad como principio, imperativo o ley (aún sin fundamento), pues, ¿qué sería la libertad del «Sé libre» sino hipoteca de sí misma?, ¿qué sería una libertad (de expresión) cuya «experiencia» estuviese de entrada legislada o prescrita? Pero desde que la experiencia no es la experiencia en general sino una, cada vez, datada, no es que no haya experiencia sin testimonio, inscripción y/o relato, es que la experiencia «cruda», el factum o acontecimiento «bruto», contemporáneo y/o idéntico a sí mismo, se sustrae, tal no hay, no se da: de la experiencia, (del acontecimiento) de la experiencia como tal, de eso no tenemos noticia o, mutatis mutandi, de eso, sólo tenemos noticia; huellas, (des)articulaciones puntuales, «versiones» y/o «comunicados», públicos y no tanto. Libertad de expresión como libertad del o de la testigo allende el espejo narcisista y la figuración protagónica.



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El darse (de) la libertad (en) el testimonio pasa, cuando pasa, en (el) medio, en los medios (1), a comenzar por el lenguaje. César Vallejo, sobrecalando la cosa, medio en broma, medio en serio, escribía que cada poeta había de forjarse su singular gramática (in Contra el secreto profesional, 1937). Vallejo, no necesariamente el mismo narrador que en «Magistral demostración de salúd pública» nos da cuenta de la imposibilidad de contar «lo ocurrido allí» (id.)* * *

Don Nicanor (foto Pérez)
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La libertad de expresión en una palabra, dos: Juan Luis Martínez -«La desaparición de una familia»- y Pepe Carrasco (su imagen en la portada de la edición de Oriente del Herald Tribune, una mañana de septiembre de 1986, en el ‘centro’ de Katmandú, allende el exotismo mismo del telemático oriente).


Santiago, 15 de agosto, 2000.

(1) Incluídos, por cierto, los medios escritos, periódico y/o libro (habría acaso que calar más de cerca el histórico correlato entre la consolidación de la «libertad de expresión» y la libertad de imprenta): «SUPERMAN se hizo extraordinariamente popular gracias a su doble o triple identidad: descendiente de un planeta desaparecido a raíz de una catástrofe, y dotado de poderes prodigiosos, habita en la Tierra: primero bajo la apariencia de un periodista, luego de [archiborroso] un fotógrafo y por último, tras las múltiples máscaras de un inquietante y joven poeta chileno, que renunciará incluso a la propiedad de su nombre, para mostrarse como un ser a la vez tímido y agresivo, borroso y anónimo.» (‘LA NUEVA NOVELA: EL POETA COMO SUPERMAN’, in LA NUEVA NOVELA, de J.L. Martínez, Archivo, Santiago, 1977; nota a pie de página, p. 147).

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(Cf. ‘El Diario de Mallarmé’,El Mostrador, 27 de abril del 2000).



  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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