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El misterio de los diarios electrónicos


Imagino que usted, cuando recorre las páginas de los diarios en Internet, alguna vez se preguntará cuál de ellos es el más leído por los chilenos. Yo me hice esa pregunta y la respuesta fue el más completo misterio.



Igual que en la prensa escrita, los chilenos nos enfrentamos a una extrema opacidad cuando se trata de saber algo tan básico como el número de visitantes de una página en la web.



Uno no sólo lee los diarios por placer individual, sino por sentirse parte de una cierta comunidad. Las noticias que uno lee tienen valor no sólo por su interés intrínseco, sino también por su capacidad de marcar agenda pública, generar la sensación de que otra gente está leyendo lo mismo.



Para que una sociedad desarrollada pueda tener una adecuada circulación de noticias e ideas debe existir cierta libertad real de prensa. Esa libertad, como acaba de demostrarlo la reciente asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa en Chile, requiere transparencia.



¿Por qué entonces debemos repetir en el espacio virtual lo mismo que ocurre en la prensa de papel, en la cual los grandes consorcios convierten en marginales todo lo que vaya en otra dirección mediante un acertado manejo de los datos secretos de lectorías?



A diferencia de la mayoría de los países, en Chile no existe un organismo ni institución que certifique el número de páginas desplegadas de cada medio electrónico, como éste mismo que usted tiene desplegado en este momento.



Es decir, usted no sabe si Primera Línea es más leído que alguno de los diarios de la cadena El Mercurio (EMOL) o si El Mostrador tiene más interés masivo que la radio Cooperativa on line, por poner sólo algunos ejemplos.



El único sistema de certificación que existe en Chile fue desarrollado por la Fundación Chile (www.certifica.cl), pero en sociedad con los dueños de uno de los portales informativos de la red, que es Areanoticias. Carece, por tanto, de neutralidad y, por la misma razón, los distintos medios en la red desconfían de entregar sus datos a un organismo asociado a la competencia.



En definitiva, la pregunta más simple que uno puede hacerse cuando revisa los medios electrónicos sigue siendo un misterio en Chile.



Esto afecta a la libertad de expresión más de lo que uno quisiera creer, puesto que la supervivencia de estos medios, en una economía de mercado, depende de la publicidad o de asociaciones comerciales basadas en el impacto real de ellos entre el público. Si no hay nadie que certifique cifras comparativas, toda decisión de inversión publicitaria será movida por intereses diferentes de los estrictamente comerciales. Y todos sabemos cómo termina eso.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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