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Domingo feroz


Tarde de domingo. La selección chilena de fútbol sub-20 se enfrenta en Guayaquil a la de Colombia, en la tele uno llega a sentir el calor húmedo y asfixiante de esa ciudad ecuatoriana, pero reconforta saber que el simple empate clasifica a nuestro país para el Mundial.



Entonces uno mira con un dejo de aburrimiento la pichanga -porque no alcanzó a ser un partido- pero por vicios de amor al fútbol sigue mirándola, atento a los detalles que ya definen a los jugadores. Mal que mal -se supone- serán los astros de la segunda mitad de la década y tal vez del Bicentenario, y entonces uno se esmera en intuir en lo que se convertirán.



Pajarito Valdés es medio comilón y mañoso, pero es bueno. Pardo sí es como un pajarito. Herrera, el arquero, pinta para bueno, pero como es de la Universidad de Chile y su referencia es Vargas, abusa del increpar a los compañeros. Hay un par de mediocampistas ordenados, sin grandes luces, pero que se esmeran y por cierto llegarán a la selección adulta, porque nuestro fútbol es así: ordenado y previsible.



Montaño, la estrella colombiana, que ya es propiedad del Parma de Italia, se cree mejor de lo que es, y por eso -como jugador de fútbol- es decididamente tonto.



Uno asume que en esas divagaciones se vaya buena parte de la tarde, pero por esas torpezas profesionales, casi sin querer, en una pausa del juego, se impone el zapping a la CNN en español y me encuentro con un debate sobre Chile, el procesamiento de Pinochet y esas hierbas que tanta mala publicidad dieron al país. En el set está Vivanco, el chileno de Human Rights Watch, conductor del espacio junto a un anticastrista de bigotes.



Pero la estrella es -vía enlace satelital- el general retirado Rafael Villarroel, ex vicecomandante en jefe del Ejército.



El debate no tiene grandes novedades. Y como, mal que mal, la pichanga es en directo y de resultado incierto -no como la discusión- vuelvo a ella. Basta otra pausa por un foul en la mitad de la cancha y vuelvo a la CNN. No hay nada excepcional, pero gracias a una suerte de alucinación todo cambia: reflexiono que el debate es en la CNN y me imagino a quizás cuánta gente mirándolo por el mundo.



Es entonces cuando el discurso de Villarroel alcanza el interés total: que Pinochet es inocente, que el problema es que la prensa del mundo entero ha mentido mostrando una verdad parcial e interesada, que todo está en el origen del Golpe de 1973, en el caos del gobierno marxista, etc.



El rosario de Villarroel es conocido acá, pero por un instante me imagino qué pensarán los que lo escuchan en Caracas, Tijuana, Potosí, Rosario y Sevilla. Qué dirán de ese señor bien peinado -¿a la gomina?-, de labios finos y expresión agria.



Pausa comercial. zapping: un colombiano entra a los tropezones al área de Chile y remata desviado. ¿Quién es? Ä„Ah!, Montaño, el que se cree mejor de lo que es…



Zapping: Villarroel le está diciendo al mundo que está desinformado. No llega a decir que los crímenes no existen, pero casi, porque eso no es lo realmente importante. Vivanco acota que las Fuerzas Armadas, en la Mesa de Diálogo sobre derechos humanos, reconocieron haber ejecutado prisioneros y haber lanzado gente al mar. Que eso no tiene mucho que ver con la crisis de la UP, que son cosas distintas.



Me rindo. Villarroel retoma sus argumentos y seguramente verlo y escucharlo debe ser alucinante en Veracruz, Managua, Córdoba, Cochabamba y La Paz.



Me imagino a más de alguien, por allá, con la boca abierta. Yo, que la he cerrado hace rato, hago el zapping final, decidido a aburrirme con la pichanga en Guayaquil. Chile no juega, porque ni siquiera se trata de una defensa heroica. No: se amontonan atrás los muchachos, y como los colombianos son más «pichangueros» que los chilenos, aguantar el cero a cero es casi una cuestión de inercia.



Me empieza a doler la cabeza. ¿Será por Villarroel o por el exasperante juego de las sub-20?¿Será el calor del domingo, la columna de El Mostrador que debo escribir, el cumpleaños feliz que escucho en la casa vecina, esta tos? Sigue el dolor de cabeza.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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