El caso Reichell, un fenómeno político
Pocas son las noticias del ámbito político personal que han causado revuelo y permanencia en los medios escritos, radios y televisión, como la incursión de Reichell en las filas del Partido Radical Social Demócrata.
La noticia ha sido cubierta por periodistas de espectáculos, crónica política, estelares de televisión, encuestas, etc. La crítica y la polémica no ha sido ajena a los círculos más internos del radicalismo, incluso al interior de Logias Masónicas, al haber citado un medio escrito la relación histórica del centenario partido con esa Institución.
Las reacciones han sido variadas. Las más interesantes, sin lugar a dudas, las del mundo político. Los más agudos han relacionado esto como una operación de inteligencia de los más interesados en hacer desaparecer al radicalismo, toda vez que la imagen de «viejos conservadores» generaría más de algún quiebre en su interior. Otros, menos aventurados, señalarían que la actual dirección del PRSD estaría tratando de asegurar una votación de subsistencia por cualquier medio, dejando incluso a un lado su «seriedad» y «prestigio». Otros, más limitados aún, justificaban esta operación como «una arrancada de tarros» de un par de dirigentes para obtener presencia en los medios, sosteniendo además la critica que se debiera utilizar esa capacidad de prensa, para destacar con nuestros principios y valores y no con una mujer del «cine porno nacional».
Lo cierto es que el PRSD hace una cuantas décadas que no obtenía prensa como expresión de la «actividad lícita» de alguno de sus miembros. Es que si un partido no tiene presión política o económica sobre algún medio en estos tiempos de «política de mercado», difícilmente logrará que lo publiquen, y al Partido Radical no se le conocen intereses y contactos con los grandes grupos económicos y, por otro lado, hace más de 40 años que no se encuentra en el poder, y con ello incluyo estos últimos años de Concertación.
La farandulera imaginación de algunos reporteros, la relacionaron con la ex parlamentaria italiana Cicciolina, otros más interesados, intentaban relacionar en sus titulares el Porno con los Masones, con Pedro Aguirre Cerda, incluso con los «ojitos del óleo de Matta» que adorna la sala de la presidencia del partido, asegurando que brillaban con los contorneos y coqueterías de Reichell. Por último, los que lo relacionaron con una estrategia publicitaria de modernidad, asegurando una continuidad con el anterior lanzamiento en «Benjí», o los bailes del hip hop.
La realidad es que se trató de un acto ciudadano, la inscripción de la más importante y reconocida actriz porno de nuestro país, en las filas del partido con más Historia de la República (140 años).
Eran cerca de las 11 de la mañana del viernes 14 pasado cuando Leonardo Barrera, candidato a concejal por Recoleta (uno de los motivos de la inscripción de Reichell), me anuncia que Reichell se iría a inscribir en la mañana del lunes 17 en los registros del Partido Radical, y que se lo había comunicado a los medios relacionados al espectáculo. El problema, a partir de entonces, no fue el manejo de los medios. De hecho, la encargada de prensa del PRSD negaba toda confirmación de esta eventual inscripción que estaba causando conmoción el mismo día lunes, minutos antes que ingresara la nueva militante, ya que ignoraba el hecho.
La verdadera preocupación estaba en el perfil y eventual distorsión que harían los medios sobre este hecho. La ridiculización o el desperfilamiento del partido eran las principales amenazas, por lo que advertiríamos a Reichell de eventuales manipulaciones, si es que asistía la prensa.
Las conversaciones de ese fin de semana fueron enriquecedoras, lejos de instruir políticamente a una nueva militante, recibí algunas lecciones sobre un Chile diferente, la lógica y simpleza de sus improvisadas palabras me sorprendían por su capacidad de encontrar soluciones a problemas de larga duración y discusión por la clase política. Solo bastó con «advertir», porque sus naturales expresiones frente a la vida se escuchaban más creíbles que muchos discursos de la Cámara de Diputados.
Con posteridad, una de sus expresiones en los medios me pareció destacable. Junto con rechazar la idea, inducida por los medios, de una utilización política señalaba que éste, ahora su partido «no necesitaba andar buscando personajes de la farándula para conquistar más votos», sosteniendo luego de su recibimiento por las autoridades del PRSD, que el respeto por la diversidad se encontraba de manera natural al interior de su nuevo partido, al cual había concurrido con plena conciencia y libertad.
Sin lugar a dudas, su mayor nobleza trasunta de su «voluntad» por aprender antes de aventurarse en una carrera política, no obstante los ofrecimientos electorales de algunos de sus anteriores críticos.
Para muchos, Reichell representa una anécdota política más o menos agradable, de buen o mal gusto. Para mí, representa parte del Chile real, de su diversidad y sub mundos, aceptados y usufructuados por el mercado, pero rechazados por una seudo moral que se refugia debajo de alguna sotana, aún en conocimiento del riesgo que ello conlleva en estos días.
Esa particular realidad requiere legítimos espacios de participación en la política chilena y la certera respuesta del presidente del PRSD, Enrique Silva Cimma, a los cuestionamientos irónicos al respecto en un canal de televisión, no hace mas que confirmar que esta eventual «modernidad electoral del radicalismo» no es tal, si no, una expresión mas de su naturalidad ideológica, desprejuiciada y tolerante que una vez más se confunde con el sentido común del chileno medio.
Ojo con la agudeza y picardía de Reichell, que ya anunció su preocupación política por llegar a representar a esas minorías que hoy no tienen expresión.
(*) Héctor Jara Paz es miembro del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRSD.
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