ĄKucho habemus!
No sé por qué, pero me huele bien a podrido esta campaña dirigida a mostrar un Juan A. Figueroa misterioso y sombrío, que sería algo así como la «mano negra» del oficialismo en las cuestiones MOP-Gate.
Mientras desafueran al ex dictador de nuevo y se sabe ya que las argucias de la vez pasada son falsas; una Corte de Apelaciones trata de hacer justicia en el caso Chispas y aplica una millonaria multa a respetables ejecutivos que mintieron sin asco; el juez Muñoz interroga al Obispo de Punta Arenas en el marco del «affaire» Spiniak; se preparan las querellas y se exige careo entre el presidente de la UDI y su acusadora; el país conoce asombrado que «lobbistas» del mismo oficialismo trabajan para las mineras extranjeras que se oponen al «royalty» y la derecha dice sin asco que es «yanacona», pues trabaja para el de afuera y en contra de su país. En suma, en medio de todo esto y bastante más, pues la mugre parece abundar, se hace toda esta operación destinada a desacreditar a una figura de la Concertación que podría tener muchos defectos pero que nunca, jamás, ha sido acusado de ladrón o coimero.
En este carnaval de mascarillas de fiesta pobre, la derecha se aprovecha de su control de los medios para presentar las cosas como quiere y sacan en grandes titulares una declaración del Presidente diciendo «uno de los dos falta a la verdad». En mi época se decía uno de los dos miente, pero qué hacerle, así son los tiempos. No me parece muy afortunado poner en la balanza en pie de igualdad las afirmaciones de la jueza- ya amonestada por la misma Suprema- con las respuestas de Juan A. Figueroa, que en este pleito no tiene más intereses que la defensa de su amigo Presidente y más que eso, la defensa del bloque democrático donde milita.
No es sólo por el afecto que profeso por mi amigo el Kucho que escribo estas líneas, ni siquiera por la común militancia en la misma vertiente ideológica. No, por que eso sería dudar de su talento para defenderse solito y mejor que con ayudas.
No, es porque creo que este caso es emblemático del callejón sin salida en que está metida esta semidemocracia corrupta y corruptora. Los poderes fácticos y los intereses cruzados hacen que estemos en una situación como la que describió una vez Giulio Andreotti: «en este país todo es cierto, y lo contrario de todo también es cierto».
De opositor a Allende pásó en pocas semanas a adversario de la dictadura y por todo el largo período de 17 años estuvo en la defensa de los derechos humanos, sin otra perspectiva que la recuperación de la democracia. Luego fue Ministro no corrupto de un gobierno no corrupto y más adelante asumió ad honorem la defensa de la libertad de expresión, llegando hasta la Corte Interamericana en el triste tema del film «La Ultima Pasión de Cristo»; pero sobre todo ha encarnado muy bien la necesidad de una democracia real y no basada en una «constitución» de mentira. Su capacidad para ejercer la tolerancia a veces es confundida con ambiguidad, sin que ello afecte a su valores. Es un moderado, reformista, radical y masón que no ha debido abjurar de nada y eso seguramente molesta a extremistas de ambos polos, del pasado y del presente.
No voy a seguir diciendo cosas que de pronto se parezcan a discurso de homenaje en club radical de los años ´40, aunque ahora pienso que no era malo, como lo denigraron muchos, decirse palabras generosas entre personas de bien. Pero callar porque es malo ser polémico me parece una cobardía, sólo propia de estos tiempos en que el oportunismo rige y dirige.
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