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La píldora: Un cambio social y cultural


Las primeras pastillas anticonceptivas comenzaron a utilizarse en 1959. Contenían 150 microgramos de estrógeno y 10 miligramos de progesterona, con una eficacia anticonceptiva muy cercana al 100%, pero con frecuentes malestares que limitaban su uso.



Tras cuarenta años de investigación científica, hoy las mujeres pueden disfrutar de la misma validez anticonceptiva con dosis más bajas y mínimos efectos adversos.



Si bien, aún persiste cierto recelo entre la mujer y la pastilla, producto de posibles consecuencias que alteran la calidad de vida de ellas, tales como la retención de líquido, los cambios de peso, la tensión mamaria, la pérdida del deseo sexual, los dolores de cabeza y los cambios en el estado de ánimo, éstos han disminuido considerablemente en los últimos 2 años.



La libertad que da la píldora a la mujer en términos de planificación familiar ha provocado un impacto en la humanidad de proporciones inimaginables. No hay duda que su uso les ha abierto la participación a tomar un rol fundamental e importante en la sociedad a partir de la década de los 70.



Las píldoras anticonceptivas entregan beneficios importantes para la mujer; son efectivas y muy seguras, pueden ser utilizadas desde la adolescencia hasta la menopausia, se pueden tomar durante muchos años, siempre y cuando sean bajo control médico. Cuando se decide embarazarse, al dejar de tomarlas la mujer recupera su fertilidad en 1 o 2 meses, ayuda a mejorar las molestias del síndrome premenstrual, reduce la posibilidad de formación de quistes en los ovarios en un 80% a 90%, previene el cáncer de endometrio, disminuye la aparición de enfermedad benigna de la mama y disminuye la frecuencia de anemia por deficiencia de hierro.



Aparte de todas estas ventajas, la ciencia no se ha detenido y ha abierto insospechadas puertas para el perfeccionamiento de métodos de anticoncepción, dando paso a un nuevo concepto que busca una mayor integración con la naturaleza de la mujer. Hoy en día existen píldoras de baja dosis que ofrecen un mejor control del ciclo menstrual con una serie de beneficios adicionales como la mejoría de la piel, el control del acné y del hirsutismo o exceso de vellosidad. Además, estas píldoras, que contienen una progestina que se asemeja a la progesterona producida por el cuerpo, la drosperinona, puede contrarrestar el efecto del estrógeno sobre la retención de sodio y agua, lo que también puede incidir positivamente en el peso corporal.



Dr. Manuel Parra Armendáriz. Profesor Asistente de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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