¿Qué significa la ventaja de Bachelet?
La candidatura de Michelle Bachelet demuestra un éxito incuestionable al obtener cerca del 50% de la aceptación ciudadana. Si bien aún faltan meses clave para la elección, parece posible que gane en primera vuelta, lo que dependerá en parte de los objetivos y las formas comunicacionales que adopte su campaña en las próximas semanas.
Objetivo electoral: los indecisos
No se sabe aún si en la fase final su candidatura tendrá un sello defensivo inspirado en el temor a perder electores del centro, o si determinará la agenda pública convocando al país a una nueva mayoría. Lo que está fuera de duda es que puede obtener la mayoría absoluta y ganar en primera vuelta. Para Ricardo Lagos este objetivo era mucho más difícil de alcanzar en la elección presidencial anterior, pues debió pagar los costos de una primaria que debilitó a la Concertación. Además, esta vez los electores se muestran menos inclinados a una identificación rígida con los bloques políticos.
Con una sólida base electoral y un método ya probado, Michelle Bachelet puede concentrarse en la franja de los indecisos para ampliar su apoyo manteniendo las características ciudadanas y transversales de su campaña. Los indecisos no se sienten interpretados por partidos políticos. Para ellos cuenta el contacto directo, el liderazgo, los valores y la personalidad de la candidata. En este aspecto, su estilo entronca con demandas profundas de la ciudadanía por un nuevo trato, un liderazgo afectivo e integrador y un reconocimiento a la diversidad del espacio individual.
Nueva realidad electoral
Estas demandas constituyen una nueva realidad electoral y no han sido procesadas atentamente por la elite política. Incluso dirigentes de los propios partidos que sustentan su candidatura, al igual que destacados intelectuales de la Concertación, han tenido que doblegarse con cierto asombro ante la sólida evidencia de su aceptación ciudadana. Ella basa su liderazgo en la empatía con las personas, un trato horizontal, el saber escuchar antes que imponer. Es decir, en un distanciamiento con las formas y las estructuras tradicionales de la política y en una ruptura con una tradición autoritaria. Desde este punto de vista, simboliza el cambio de una sociedad que transita por el camino de la modernización que busca superar los traumas de la historia reciente, y que ve en su persona y en su trayectoria, el pasado, el presente y el futuro de Chile.
Los efectos del proceso de modernización se manifiestan en todos los ámbitos de la vida social, por ejemplo, en una estructura familiar diversificada que demuestra no estar en contradicción con el sesgo religioso de los chilenos. En este tema se han equivocado aquellos analistas que han sostenido que el Chile actual está mejor representado por personalidades tradicionales.
La realidad es que la sociedad es multifacética y se distancia cada vez más de la uniformidad. Michelle Bachelet concentra en su persona la complejidad de este proceso. Precisamente por su biografía y origen de clase media, representa una diferencia profunda con los candidatos de la derecha provenientes de una élite cerrada y conservadora.
Esta es una de sus fortalezas pues interpreta las nuevas necesidades creadas por el desarrollo económico, como una mayor movilidad e integración social y un mayor pluralismo cultural. Esta actitud está presente en todas las capas sociales y grupos etarios, lo que hace atractiva su candidatura más allá de las preferencias partidarias.
La campaña en los últimos meses
En la fase final de la campaña se acrecienta la importancia mediática y los mensajes audiovisuales adquieren una mayor preponderancia. Las encuestas y los medios de comunicación, que han sido esenciales en la conformación de los nuevos liderazgos nacionales, generan un tipo de relación directa con los electores sin la intermediación de los partidos políticos.
Esta tendencia no debería cambiar con la incorporación formal de la Democracia Cristiana al comando electoral de Michelle Bachelet. La incorporación institucional del principal partido político del país es una señal fundamental para proyectar la estabilidad del futuro gobierno. Sin embargo, no es tan relevante para la tarea de aumentar el caudal electoral de la candidata. Los electores DC ya se decidieron por Michelle Bachelet en el momento en que Soledad Alvear dejó de estar en la carrera presidencial.
Si bien los partidos políticos son fundamentales para gobernar, ya que generan las mayorías en el parlamento, estimulan las definiciones programáticas y proponen el personal político, son en este caso concreto, menos decisivos para sumarle votos a la candidata. Su desafío es más bien ordenar, organizar y movilizar realmente a sus propios militantes antes que sugerir cambios en una candidatura exitosa.
Esto no significa desconocer su rol en el sistema político. La estabilidad y gobernabilidad que ha logrado Chile descansa en buena parte en un panorama de partidos sólidos y bien configurados, pero que, al no tener una buena imagen pública, obligan a que la campaña presidencial mantenga su carácter ciudadano, alejada de los conflictos inter e intrapartidarios.
Una campaña más allá de la política tradicional. Extender la confianza que el electorado ha depositado en Michelle Bachelet a los candidatos de la Concertación requiere contagiarlos de las formas y contenidos de su espíritu ciudadano. Pero la estrategia electoral de los candidatos es diferente en cada circunscripción y obedece a una lógica distinta que la campaña presidencial. Sin embargo, ya se establecieron nuevas formas de relación política como los diálogos ciudadanos o los diálogos regionales que son plataformas utilizables en la campaña parlamentaria.
El movimiento que encabeza Michelle Bachelet puede lograr estimular la creatividad de la sociedad civil y generar un espacio de opinión pública que acompañe la contienda electoral, como lo ha sugerido el sociólogo Cristóbal Rovira. Para que esto ocurra deben ser los ciudadanos los protagonistas. Muchos de ellos tienen sus propias ideas y no necesitan recurrir a argumentos políticos para fundamentar su apoyo a M.B. El motivo principal del por qué la apoyan es una cuestión individual, pues cada persona se identifica con determinados rasgos de su personalidad y trayectoria.
La paradoja de una estrategia de conflictos en el marco de una campaña armónica. Una «estrategia de conflictos» es fundamental, incluso en una candidatura armónica e integrativa como la de M.B. pues los conflictos son inherentes a una comunicación exitosa. Esta tarea ofrece un espacio a los candidatos al parlamento, ya que sin diferencias respecto a las otras candidaturas no hay posibilidad de movilizar a los propios adherentes ni convencer a los indecisos.
Pero Michelle Bachelet, como líder de la nación, está confrontada a generar equilibrios, por ejemplo, entre la demanda por verdad y justicia, por un lado, y la reconstrucción de la identidad y unidad nacional, por el otro; o entre la defensa de la diversidad y el respeto al sentimiento mayoritario del país. Ella está sometida también a la presión de consolidar su liderazgo nacional al mismo tiempo que proyectar una imagen internacional acorde con el grado de inserción de Chile en la región y en el mundo.
En el mundo global, los políticos que acceden al poder deben, en plazos muy breves, construir una imagen internacional que les permita operar en los complejos escenarios externos donde se toman decisiones que afectan al país. En este aspecto clave para el desarrollo y la seguridad del país Michelle Bachelet dispone de una red de contactos de primer nivel, como lo evidencian los viajes que ha efectuado al exterior.
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Hugo Calderón es doctor en economía y ciencias sociales de la Universidad Libre de Berlin
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