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¿Combatir al Islam?

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«Tras haber vencido al fascismo, al nazismo y al estalinismo, el mundo se enfrenta ahora a una nueva amenaza: el islamismo. Nosotros, escritores, periodistas e intelectuales hacemos un llamamiento a la resistencia contra el totalitarismo religioso, así como al fomento de la libertad, la igualdad de oportunidades y los valores laicos para todos».



Estamos frente a uno de los párrafos de un manifiesto que circula actualmente en Europa. Entre sus gestores se destacan el escritor Salman Rushdie, condenado a muerte por una fatua del Ayatolah Khomeiní que lo mantiene obligado a vivir con protección permanente; el filósofo francés Bernard Henri-Levy, la diputado-cineasta somalo-holandesa Ayaan Irsi Ali, el escritor estadounidense de origen hindú Ibn Warraq, y el director del semanario francés Charlie Hebdo, Philippe Val.



Más adelante continúa el manifiesto:



«Como todos los totalitarismos, el islamismo se nutre de miedos y frustraciones. Los predicadores del odio juegan con esos sentimientos con el fin de formar batallones destinados a imponer un mundo liberticida y carente de igualdad. Pero, con toda firmeza y claridad, declaramos que ni tan siquiera la desesperación justifica la opción del oscurantismo, el totalitarismo y el odio».



Este año ha comenzado con las violentas protestas de las que fuera escenario la gran mayoría de los países musulmanes, producto de la publicación por parte de un periódico escandinavo, seguido por un masivo diario vespertino de Francia y luego otros media europeos, de caricaturas que aluden al profeta Mahoma presentándolo como un terrorista. Nuestro país fue víctima de una de estas manifestaciones al resultar dañadas, por el fuego, las dependencias de la embajada a comienzos de febrero. Poco a poco se fueron pacificando los espíritus populares islámicos y pareciera que todo ha vuelto a la calma. Sin embargo los media que hicieran eco de estas caricaturas debieron pedir disculpas y el editor del vespertino France Soir se vio obligado a presentar su renuncia. Sólo el semanario Charlie Hebdo ha continuado publicando una serie de caricaturas con el mismo contenido, sin que por el momento haya tenido que sufrir mayores consecuencias.



Cuando consideramos la importancia que tienen en la sociedad europea la libertad de expresión y la libertad de prensa, comenzamos a comprender las dificultades que plantea este problema en donde la censura no viene de algún poder estatal, político o militar sino que de la opinión pública de otros países, con otras costumbres, con otro orden político, con otras maneras de considerar el debate público. Salman Rushdie declaraba, hace un par de semanas, en entrevista al diario La Nación de Buenos Aires que durante su juventud las religiones habían perdido gran parte de su influencia y pocos pensaban en esos años 60 el peso que volverían a tener hacia el fin del milenio. Hoy, condenado a muerte por el Islam, su vida se ha convertido en un combate contra esa preponderancia del clérigo, de diferentes religiones, en la vida pública de una importante cantidad de países que representan a más del 50% de la humanidad. Rushdie ha pasado los últimos años reflexionando sobre este fenómeno mundial y el incidente de las caricaturas; en donde no fueron los gobiernos islámicos quienes protestaron contra la prensa europea, sino los sectores más populares del islamismo; lo ha llevado a comparar el peso del Islam con ideologías totalitarias como el nazismo o el comunismo.



Ayaan Irsi Alí es holandesa de origen somalí. Tuvo una educación musulmana según lo declara «el islam era nuestra ideología, nuestra política, nuestra moral, nuestro derecho y nuestra identidad». Diputada y cineasta lleva varios años condenada a muerte por diversos tribunales islámicos. Según la revista Time es una de las 100 personas más influyentes del planeta. En su libro Yo acuso. Diez consejos para las mujeres musulmanas, plantea los errores tácticos y las falencias occidentales en el combate a esta religión «totalitaria y oscurantista», culpando fundamentalmente a la ingenuidad de los partidos de la izquierda europea que «tienen una marcada tendencia a culparse a si mismos y a considerar al resto del mundo como víctimas».



Bernard Henri-Levi es un destacado filósofo de la Universidad de París; referente del pensamiento actual en Francia y en Europa. Israelita por la fe, de centro por la política. Profundamente inspirado en la libertad, valor fundamental tanto en su creencia religiosa como del centro político francés, ha sido un asiduo militante de las diferentes causas relacionadas con la libertad en el siglo XX.



Philippe Val es uno de los «ex combatientes» de la gesta libertaria parisina de Mayo del 68. Junto a Alain Krivinne y Daniel Kohn-Bendit, entre otros, cuyo punto común era ser hijos de sobrevivientes del holocausto y miembros de la agrupación judía Hashomer Hatzair, uno de los primeros pilares del estado de Israel. Dirige un semanario creado en 1968 entre la Sorbonne y el Sena llamado Charlie Hebdo de gran difusión en Francia y cuya especialidad es la caricatura política. Charlie Hebdo es el único medio europeo que ha continuado publicando imágenes de Mahoma.



El manifiesto también apunta:



«Rechazamos el ‘relativismo cultural’ que consiste en aceptar que los hombres y las mujeres en la cultura musulmana deberían ser privados de su derecho a la igualdad, libertad y valores laicos en nombre del respeto a las culturas y tradiciones. Rechazamos renunciar a nuestro espíritu crítico por el miedo de ser acusados de ‘islamofobia’, un desafortunado concepto que confunde la crítica al Islam como una religión con la estigmatización de sus creyentes. Abogamos por la universalidad de la libertad de expresión, de forma que el sentido crítico pueda ser ejercitado en todos los continentes, contra todos los abusos y todos los dogmas».



Y concluye:



«Decimos a todos los demócratas y espíritus libres de todos los países que nuestro siglo debería ser un siglo de Ilustración y no de oscurantismo».



En los últimos años nos ha tocado escuchar declaraciones de jefes de estado llamando a combatir el terrorismo y subrayando la diferencia entre el «verdadero Islam» y algunos seguidores de esta religión que han optado por prácticas terroristas, de por cierto, siempre condenables cuando se aspira a un mundo de paz, concordia y diálogo. Estamos ahora frente a un manifiesto, firmado por personalidades del mundo de la cultura, de la política, de las ciencias y de las comunicaciones. Ciudadanos de diversos países que llaman a la reflexión indicando que no hay diferencias entre las prácticas terroristas y el Islam, como lo afirma Ayaan Irsi Alí en su libro, «existe una relación directa entre el Islam, la violencia y la guerra» agregando que «el Islam está siendo atacado militarmente; pero existe un vacío ideológico total en el cuestionamiento de Islam. Tiene que haber un Voltaire dentro del Islam. Una crítica ilustrada desde dentro.»



Debemos concluir afirmando que la risa es propia de la especie humana y no hay mala fe en el humor, vehículo milenario de las insatisfacciones y frustraciones del individuo. De la misma manera que defendemos el derecho de expresión y el derecho de publicación, defendemos el derecho al humor, constatando que las civilizaciones más antiguas y desarrolladas han sabido también reírse de sí mismas como un medio de poner en relieve sus propios defectos y comenzar así el camino hacia la superación. Está claro que toda civilización, doctrina o religión que haga suyo el combate contra estos valores ganados a través de los siglos corre el riesgo de ser asimilada a los sistemas totalitarios que ha conocido la humanidad y debe ser combatida.



Recordemos las palabras del filósofo francés «No estoy de acuerdo con tus ideas; pero daría mi vida para que puedas expresarlas». Hoy, un grupo de europeos ha puesto en práctica este principio y, poniendo en riesgo sus vidas han llamado al pan, pan y al vino, vino. Día a día el manifiesto recoge nuevas firmas demostrando que la libertad no conoce fronteras y sigue siendo el bien más preciado de los humanos.



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André Grimblatt Hinzpeter es analista internacional

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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